miércoles, 23 de abril de 2014

Un libro, pero no una flor

Los 23 de abril son desde hace ya muchos años, los días que dedica el mundo a honrar a uno de los más importantes elementos de divulgación cultural y de creación que existen: el libro. El por qué de esta fecha radica en que fue este día cuando murieron los escritores más conocidos de la literatura universal, William Shakespeare y Miguel de Cervantes, aunque esto es más leyenda que realidad, ya que Shakespeare murió el 23 de abril del calendario juliano (que corresponde a nuestro 3 de mayo normal) y Cervantes el día 22 de abril, aunque fue enterrado el 23. No hay que quitar mérito al asunto, porque aunque se mienta con la fecha, esta es una mentira piadosa. Lo que sí hay que saber es que tanto Cervantes, como Shakespeare desaparecieron de la faz de la tierra el mismo año, 1616, con pocos días de diferencia, lo que dejó al mundo cultural de por entonces muy huérfano. Sin embargo y a pesar de que no se conoce tanto, un 23 de abril murieron los escritores Inca Garcilaso de la Vega (en 1616), William Wordsworth (1850) y Josep Pla (1981). Visto lo cual parece que esta fecha es propicia para que se mueran los escritores, que se hagan chequeos periódicos y tengan mucho cuidado hoy.

Los 23 de abril también coinciden con la festividad de San Jorge, por eso desde aquí aprovecho para felicitar a todos los Jorges, Jordis, Georges, y demás personas que se llamen así sea cual sea su idioma. Este día es de especial importancia en Cataluña, una muy importante parte de España, región que puede presumir de tener una lengua propia de origen romance que le ha proporcionado una cultura inmensa de la que disfrutan tanto los propios catalanes como el resto de españoles. Coincidiendo con la celebración del Día del Libro, en Cataluña, esta celebración tiene el nombre de Diada de Sant Jordi, y es tradición que con motivo de esta doble celebración, del patrón y de la fiesta del libro, el hombre regale una rosa a sus parejas y ellas un libro a ellos. La parte de la rosa es una tradición que se remonta varios siglos en el tiempo, mientras que la parte del regalo de un libro es algo más actual, teniendo en su haber simplemente unas décadas. Es cierto que fuera de Cataluña es un poco raro este intercambio de regalos, pero siempre he pensado que los catalanes serán todo lo que los radicales quieran que sean para hacer cumplir sus apocalípticas predicciones, pero tienen estilo en estas cosas (y si no, sólo hay que ver la tradición de las monas de Pascua), y siempre están a la vanguardia en el campo de la cultura y más en el de los libros (tres de las principales editoriales “españolas” son “catalanas”: Ed. Planeta, Seix-Barral, y Tusquets). ¡Ahí es nada!

Siempre es bonito que a uno le regalen un libro, y no tiene porqué haber un día especial para ello, pero a mí me parece una tradición muy hermosa y que algún día, cuando tenga chica para poderla regalarla una rosa, me gustaría realizar. Desde hace ya unos años, los días 23 de abril para mí son especiales, por un lado el Día del Libro significa mucho para mí. Me encanta la lectura, soy capaz de perderme entre las páginas de un libro, y a veces ni yo mismo soy capaz de encontrarme para volver a la realidad. Los libros buenos son como un océano de palabras, frases, párrafos y capítulos, puedo navegar a través de sus hojas de como si éstas fueran las olas que mecen las aguas, soy capaz de sumergirme en sus páginas hasta profundidades insospechadas de las que a veces es muy complicado sacarme. A veces salgo de manera abrupta e inesperada, y lo único que deseo es poder volver a sumergirme en sus páginas, en sus palabras, para alejarme de la realidad; realidad que a veces me termina por sobrepasar, por saturar y agobiar, y de la que necesito escapar. Esa escapada me la proporcionan los libros, y la lectura. Lectura que es la mejor amante que tengo de momento a falta de poder amar a una chica con la que ser infiel a mis amigos los libros. Por esta razón, también es especial este 23 de abril, porque quizá hoy reciba algún libro de regalo, pero yo no podré regalar ninguna rosa a nadie, es muy posible que sea una tontería del mismo tamaño que algunos libros inmensos como “El Quijote”, “La Montaña Mágica”, o los “Pilares de la Tierra”, pero en mi tontería. Además sin amor la vida no es igual, está vacía, y si no basta con leer cualquier libro. Puede que en un libro no haya asesinatos, ni persecuciones, ni misterio, ni tensión, ni intriga, ni suspense, ni risas; puede que en un libro no salgan más que animales, o cosas inanimadas, puede que simplemente narre el discurrir de un día; pero en todos los libros que leáis, sea cual sea la temática, hay amor. Siempre hay una historia de amor, y no importa la circunstancia o la temática del libro. Fijaos os lo aconsejo.

Pero en el libro de mi vida no lo hay. No hay amor. No lo ha habido de momento. La suerte que tengo, o quizá la esperanza, es que acabo de empezarlo, estoy en los primeros capítulos de mi vida. Faltan muchas páginas por escribir, muchos capítulos por acabar, muchos puntos finales que poner, y muchos personajes que aparecer. Deseo poder escribir ese libro que conformará mi vida, ser partícipe de él, y seguir conociendo a buenos personajes como los que ya he conocido, incluso aquellos que parecen ser buenos pero resultan tóxicos. Pero sobre todo deseo que en el libro de mi vida también haya amor, un amor al menos, que sea verdadero (sé que en este punto estoy siendo muy iluso), y espero que ese amor que en todos los libros aparece, y por tanto en todas las vidas, no tarde mucho, y así poder pasar los próximos 23 de abril, los próximos Días del Libro, las próximas Diadas de Sant Jordi alguien a quien regalar una rosa, quizá amarilla como al ya desaparecido Gabriel García Márquez le gustaban. Espero no pasar muchos más días de Sant Jordi sin regalar una rosa a cambio de un libro.

Dicho esto y antes de acabar, los 23 de abril también son la fecha elegida para entregar el máximo galardón de las letras españolas, el Premio Cervantes, que este año ha vuelta a recaer en una mujer, hecho que no debería ser relevante, por normal, pero que sin embargo lo es debido a que en 40 ediciones sólo se ha entregado este premio a una mujer en cuatro ocasiones. Este año la ganadora ha sido la escritora y periodista mejicana Elena Poniatowska. Ya tengo deberes, de aquí en adelante me tendré que leer alguna obra de esta escritora.

Hoy 23 de abril, como casi todos los días leeré, intentaré escribir un poco si encuentro un hueco, intentaré además que un escritor al que admiro mucho (Javier Marías) me firmé un par de libros suyos que tengo; en definitiva intentaré pasar la mayor parte del día pensando en letras y palabras, o sumergiéndome en las profundidades del libro que me estoy leyendo. En el fondo, no creo que haya nada mejor que hacer un Día del Libro. Leer (o escribir) es la mejor manera posible de celebrar la fiesta de las letras; también se puede, como harán los catalanes, celebrar el día de hoy regalando un libro y una rosa, si es que se tiene la oportunidad. Yo hoy, como ya he dicho, a lo mejor recibo un libro de regalo, pero no podré regalar una flor.

¡Feliz Día del Libro! ¡Feliz Sant Jordi! ¡Felicidades a todos los Jorges!


Caronte.

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