La escritura es y
ha sido siempre uno de los medios de comunicación más importantes de cuantos ha
dispuesto la humanidad a lo largo de su historia. Desde que surgió la
escritura, que no es más que la representación gráfica de un idioma, hace más
de 5000 años, el ser humano la ha usado para dejar constancia en soporte físico,
piedra, pergamino, papel o más recientemente formato digital, de cualquier
acontecimiento que se juzgara importante, desde la narración de una batalla hasta
la descripción pormenorizada de una flor. La escritura durante muchos siglos
solo estuvo al alcance de una minoría culta de la sociedad, minoría
representada casi siempre por los monjes de los monasterios y abadías, ni
siquiera los reyes o nobles poderosos sabían escribir. La Ilustración alargó el
conocimiento de la escritura defendiendo que todo el mundo, fuera cual fuera su
condición, supiera leer y escribir. Una vez la escritura se extendió más allá
de los miembros más cultos de la sociedad, ésta ha ganado importancia y se ha
ido enriqueciendo con esa incorporación.
Escribir es uno de
las maneras que yo tengo para poder relajarme. Desde hace ya unos meses escribo
con cierta periodicidad en este blog, animado por amigos y amigas que me han
apoyado en esta tarea. Gracias a esas personas que me encorajinaron a abrir un
blog y a escribir, puedo decir que me siento mucho más cómodo conmigo mismo,
más a gusto. Me da la sensación que son las letras a lo que tendría que haber
dedicado más tiempo. Siempre he sabido que yo era más de letras que de
ciencias. Lo que pasa es que por caprichos del destino, por no querer defraudar
a mis padres y mi familia, me dio por las ciencias que siempre se me han dado
bien, los número no tienen ningún misterio dos más dos siempre serán cuatro, se
mire por donde se mire. Las ciencias por muy complejas que se quieran vender,
las ingenierías por muy difíciles nos las quieran hacer ver por el motivo que
sea, son simples: un edificio o un puente se construyen siempre de la misma
manera según el terreno que tengamos, las células siempre se reproducen igual,
una reacción química siempre se dará si confluyen las condiciones necesarias.
Son las letras las que son complejas, porque una misma palabra puede significar
muchas y muy diversas cosas y sólo la persona que la lee o la escucha es la
encargada de encontrarle significado: por ejemplo la palabra bajo, según el contexto en el que nos
movamos puede ser peyorativa (eres un
chaval muy bajo), puede ser un calificativo positivo (ese vuelo es de bajo coste), o ninguna de las dos (él está tocando el bajo). En las
palabras somos cada uno de los individuos los que debemos interpretarlas.
Desde que escribo
como he dicho me siento mucho más tranquilo, mis problemas me parecen menos
graves, incluso mi carrera me parece una minucia comparado con el hecho de
llegar a escribir algún día un libro, empresa que considero de las más complejas
que existen y de las que es capaz el ser humano. Desde que con mayor o menor
frecuencia intento escribir, admiro mucho más, aunque antes ya me gustaran, a
todos esos escritores a los que siempre he leído, y soy capaz de darme cuenta
del enorme esfuerzo que conlleva narrar algo de manera convincente y ordenada
sin que se te quede nada en el tintero. Si cuando comencé la carrera hace ya
más de cinco años, lo que de verdad quería ser y a lo que más importancia daba era
a ser un gran ingeniero de caminos, profesión que por aquel entonces
consideraba una de las élites de la sociedad (¡Qué equivocado estaba!); sin embargo
a día de hoy a lo que aspiro es a poder reconducir mi vida hacia mi camino que
creo que estará más ligado a las letras que a otra cosa. Porque son las letras
y la escritura lo que de verdad me gusta, lo que me ilusiona, lo que me hace
llegar por las tarde a mi casa e intentar sacar siempre un hueco para escribir,
dejando incluso a un lado las obligaciones de la escuela y lo que tenga que
hacer y estudiar. La escritura es una de las razone que me lleva a pensar que
puedo ser capaz de enmendar el enorme error que supuso meterme a estudiar
Ingeniería de Caminos, y que no supe corregir a tiempo, aunque si he de ser
sincero no sé si seré capaz de hacerlo ahora, después de haber “perdido” tanto
tiempo estudiando algo para ser alguien que ahora sé que no quiero ser.
Considero que
todas las personas somos capaces de escribir, todos podemos unas el whatssap
para mandar mensajes de amor a nuestras queridas parejas, o para disculparnos
por algo, o para bromear con unos amigos. Sin embargo sólo unos pocos son
capaces de escribir con mayúsculas, de contar historias, de hacerlas verídicas,
de conseguir que los lectores de esas historias se sumerjan en ellas y sientan
identificados con los personajes y lo que les pasa, de que sientan miedo y
amor, de hacer reír y llorar, en definitiva de entretener y emocionar. Sólo uno
pocos han sido visitados por la musa Clío. También yo aspiro a convertirme
algún día en una de esas personas que reciben la visita de Clío, aunque sé que
quizá nunca se produzca, seguramente no tenga esa suerte. Soy incapaz de
escribir nada más extenso que unos cuantos folios, y menos aún de inventar nada
original.
La originalidad de
la escritura es un concepto relativamente falso. Me explico. Alguien que quiera
escribir de amor, si bien es cierto que no puede hacerlo sin haber amado nuca
sí puede hacerlo sin haber sido amado. Todo lo que los escritores plasman en
sus libros o artículos son sus propias visiones particulares sobre el mundo y
la vida. Visiones que todo el mundo tenemos, y sobre las que todos creamos
nuestras propias opiniones. Es cierto que un escritor puede o no escribir de
forma autobiográfica, pero un autor debe tener algún tipo de conocimiento y opinión
sobre todo lo que escribe porque si no, no podría hacerlo. Las historias que se
narran en los libros, en las novelas, son todas inventadas y todo parecido con
la realidad se lo da el lector, pero todos los personajes que salen en ellas
tienen su modelo en la realidad, y todos los sentimientos que van
experimentando con el desarrollo de la novela son sentimientos reales, que
existen de verdad y que todo el mundo alguna vez ha experimentado. Por muchas
visitas que la musa Clío le haga a un escritor, nunca serán suficientes para
que éste sea capaz de crear de la nada a un personaje de una novela, y mucho
menos inventarse lo que se siente al hacer el amor con la persona amada o al
ser traicionado por un amigo al que se apreciaba mucho. La escritura no se
podría dar sin la realidad; sólo aquel que vive y siente amor, ira, odio,
angustia, miedo, es capaz de escribir y narrar historias. Yo estoy muy lejos de
llegar a hacer esto porque me queda mucho por vivir y muchas experiencias que
sentir.
Sin embargo sí hay
cosas sobre las que puedo escribir, y en el fondo son sobre las que escribo. En
mi caso puedo escribir de las experiencias que he vivido y que me han marcado, sí
puedo escribir de mi propia vida porque la vivo a diario, y sólo yo puedo
hacerlo. Escribo sobre mí, sobre lo que se me pasa por la cabeza, sobre las personas
que me han marcado, los viajes que he disfrutado, las películas que veo o los
libros que leo. Pero sobre todo escribo de la vida que vivo, y de cuantas
reflexiones personales se me pasan por la cabeza y el corazón. Con este blog y
los artículos que voy publicando no pretendo que nadie me lea, no obligo a
nadie a hacerlo, no cobro nada por ello, quien quiere leer lo que escribo es
muy libre de hacerlo, es gratis además (cosa que en España atrae mucho). El
escribir sobre mis experiencias vitales o sobre reflexiones personales que me
apetece dejar plasmadas, no implica que cualquier persona pueda sentir lo mismo
que yo, o incluso sentirse ofendida por lo que escribo, si es así pido
disculpas de antemano, pero seguiré escribiendo porque a nadie tengo que pedir
permiso para escribir de mi propia vida, o para expresar lo que siento en un
determinado momento.
Si escribo es
principalmente porque es una manera de desconectar de mi vida, y verla con un
poco de distancia, ya que a veces para poder escribir hay que tener un poco de
perspectiva, incluso de uno mismo. Escribir me sirve de válvula de escape ante
un modo de vida que yo elegí, pero en el que no me siento a gusto. Cuando estoy
escribiendo no estoy pensando en mis problemas, aunque esto sea contradictorio
ya que a veces escribo sobre ellos, pero me sirve para verlos casi desde fuera.
Escribir también es una forma de decir todo lo que llevo dentro y que si lo
dijera en el momento en que se me pasa por la cabeza, sin dejar que macere un
poco, podría no ser del todo educado. Entiendo también la escritura como una
forma de no olvidar, de volver a vivir las buenas experiencias que he pasado,
pero también las malas; de recordar a aquellas personas a las que una vez quise
y que se fueron esfumando o dejé escapar, como escapa el agua de entre nuestros
dedos. Escribir me da la vida, me la hace amena, pero sobre todo me ilusiona y
me hace feliz, aunque lo que escriba no termine por gustar a todo el mundo.
Aunque en definitiva si algo no gusta es porque se ha probado.
Por cierto sigo
esperando la visita de la musa Clío, aunque me da a mí que hoy tampoco se va a
presentar. A quizá sí.
Caronte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario