La semana pasada
fui al cine a ver una película que me llamó la atención en cuanto la vi
anunciada. La película se titula “El
Gran Hotel Budapest”, una película muy peculiar típica del mundo
creativo de su director Wes Anderson, un tipo con una imaginación totalmente
desbordante y fantástica, capaz de crear mundo tan inverosímiles como creíbles
a la vez. Si tuviera que comparar a Anderson con alguien, creo que lo más
acertado, desde mi humilde e inexperta opinión, sería hacerlo con Salvador Dalí, o incluso con Luis Buñuel, por el
mero hecho de que las historias que Anderson cuenta en sus películas son
realidades distorsionadas del mundo en que vivimos. Y la verdad es que he
descubierto un director muy original, que merecerá, sin duda, en el futuro mi
atención.
Antes de ir al
cine a ver esta película, decidí verme alguna otra película de este director,
para saber qué me iba a encontrar o por dónde podían ir los tiros. La película
que me vi fue “Moonrise Kingdom”
(año 2012). Quedé completamente encantado con la manera que tiene Anderson de
hacer cine. He de advertir que o te encantan sus películas o las tachas de por
vida de tus gustos cinematográficos, enviándolas a lo más profundo del hoyo de
lo que no te gusta. Por suerte creo que estoy en el primer grupo, a mí me
encantó. “Moonrise Kingdom”
es una película que habla fundamentalmente del amor, pero lo trata de manera
tan desconcertante y de manera distorsionada y fantasiosa que lo hace muy
atractivo. Además Anderson suele hacer películas con reparto coral en sus
actores, es decir, suele haber uno o dos protagonistas pero luego hay una gran
cantidad de personajes secundarios sin los cuales la película no sería la
misma.
Volviendo a “El Gran Hotel Budapest”, al
igual que pasa en casi todas sus películas Anderson, se vale de un reparto
coral impresionante, capitaneado principalmente por Ralph Finnes y el
desconocido Tony Revolori, que en esta película tiene su primer gran papel como
actor. Sin embargo y como pasa en “Moonrise
Kingdom”, en esta película también hay grandes actores con papeles
secundarios sin los cuáles la película no sería para nada igual, entre ellos
Owen Wilson, Tilda Swinton, Tom Wilkinson, Willem Dafoe, Adrien Brody, Bill
Murray, Jude Law, Harvey Keitel y Edward Norton. Como se puede ver, un grandísimo
plantel de actores todos ellos. Otra de las razones por las que esta película
me llamó la antención.
“El Gran Hotel Budapest” es una
película que no puedo categorizar en ninguna temática concreta. Ciñéndome a la
trama que narra la película, ésta sería una tragicomedia, completamente
desfigurada como un cuadro surrealista de Dalí o incluso como uno cubista de
Picasso. La película trata de una asesinato/muerte (no termina de quedar muy
claro, aunque termina siendo irrelevante) de una anciana muy rica (Tilda
Swinton) que deja al conserje del Hotel Budapest (Ralph Finnes), con quien
mantenía una relación amorosa/sexual bastante estrafalaria, un cuadro muy
valioso, lo que desata la ira del hijo de la anciana (Adrien Brody), que
intentará por todos los medios inculpar de la muerte de su madre al conserje
para que no se quede con el cuadro. A partir de esa trama principal se desatan
una serie de acontecimientos, uno tras otro a un ritmo que no deja tiempo al
espectador para darse cuenta que el tiempo está pasando. En realidad esta
trama, puede incluso presentarse como secundaria, ya que el película se inicia
en el presente donde el autor, ya mayor, de un libro llamado El Gran Hotel Budapest, narra todo lo anteriormente
dicho diciendo que se lo contó el mozo ayudante (Tony Revoloni) del conserje
del hotel, cuando este escritor todavía era joven. Los papeles del escritor
viejo y joven lo interpretan respectivamente Tom Wilkinson, y Jude Law.
La película se desarrolla
en tres épocas distintas y en un lugar imaginario de Centroeuropa llamado
Zubrowka. Las épocas en las que se desarrolla la película son: la actualidad,
lógicamente ficticia, en la que el escritor (Tom Wilkinson) narra la historia;
el pasado, cuando ese mismo escritor (ahora Jude Law) visita un ya añejo Hotel
Budapest donde conoce a Zero Moustafa (interpretado por F. Murray Abraham) el
dueño del hotel, que no es otro que el mozo ayudante del conserje del hotel
cuando éste estaba en su mayor esplendor; y por último la época en la que se
desarrolla propiamente la historia de la película, donde aparecen la mayor
parte de los actores y actrices que nombré al principio. Aunque parezca un lío
temporal, no hay porqué alarmarse porque la historia está muy bien contada y
montada y en todo momento uno sabe dónde está. Una de las cosas que más me
llamó la atención fue como cambia la ambientación y la decoración del hotel
según la época en la que se sitúa la historia. Como toda república
centroeuropea, aunque en la película todo sea ficción y ningún lugar que sale
existe, pasa de una época de esplendor prebélico (años 30) a otro tipo de
esplendor, en este caso ya comunista (años 60). Es extraordinaria la parodia
que se hace de ese cambio tan relativamente rápido que tuvo lugar en Europa
tras la II Guerra Mundial.
En el aspecto
técnico, la película está fantásticamente ambientada, da la sensación durante
toda la película que El Gran Hotel Budapest, existió algún día y que hoy en día
languidece abandonado en algún paraje perdido la vieja Europa. La ambientación
nos traslada a una época ya perdida, aniquilada por los terrores de la guerra,
una época que ya sólo se puede recordar por los libros de historia, y que
películas como esta aunque sea a través de parodia y distorsionando las
imágenes, haciéndolas surrealistas, intentan recordar. Además, como ya ocurre
en otras películas de Wes Anderson, los planos con travelling de cámaras son
abundantes, así como los planos fijos y amplios. A mí particularmente me gusta
esta manera de rodar, creo que, aunque se abuse de este tipo de planos, son
mucho más amables con el espectador que cuando los directores se empeñan
en realizar largas secuencias con la
cámara a cuestas a pesar de los movimientos que sufre la imagen y que, a mí por
ejemplo me terminan por hacerme desentenderme de la película hasta que pase esa
escena. Aquí para mí Anderson, se erige como un experto en planos fijos y
travellings de cámara, no he visto a otros directores hacer lo mismo.
“El Gran Hotel Budapest” es una
película cautivadora, surrealista y sobre todo muy divertida. Inspira un
colorido al espectador que pocas películas pueden imitar. Evoca, si bien es
cierto de manera distorsionada, una época pasada, que no retornará. Ir al cine
a ver esta película es como mirar a través de un caleidoscopio, colores y
formas sin fin pasan delante de los ojos de los espectadores, quienes se ven
totalmente desbordados por un mundo tremendamente original. La imaginación de
Wes Anderson en esta película va un paso más allá, y plantea una trama
verdaderamente rocambolesca, parece sacada del juego “Herencia de Tía Ágata”. A
mí este mundo que Anderson crea en esta película, así como en “Moonrise Kingdom” me parece muy
interesante y sin duda seguiré la pista en el futuro a este director.
Recomiendo a los que les guste experimentar cosas nuevas en el cine que vayan a
ver esta película, sabiendo de ante mano que “El Gran Hotel Budapest” o les encanta o a los veinte minutos
están queriéndose ir del cine a su casa.
Como siempre
gracias por su tiempo y espero que esta humilde crítica les anime a ir al cine
que eso es la importante.
Caronte.
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