Hoy hace justo un
año, 365 días que publiqué en el blog mi primera entrada. Aquella primera
entrada, y por casualidad también la última, de 2013 se titulaba igual que
esta, salvo por el detalle del año. Sé que no soy original. Lo admito. Pero no
creo que nadie me pueda decir nada, total, en el blog sólo escribo yo y casi
nadie lo lee. Sólo los más fieles seguidores se habrán dado cuenta, o ni eso. Pero
si el cartel luminoso de fluorescentes de color verde burdel, que todos los
años desde que tengo memoria nos felicita el año nuevo desde el Reloj de la Puerta
del Sol puede seguir sin actualizarse al siglo XXI, creo yo que puedo repetir
el mismo título de artículo dos veces.
Hace un año empecé
una aventura con este blog. Cuando comencé a publicar los primeros artículos no
sabía muy bien qué sentido iba a tener el blog, ni siquiera sabía si iba a
poder escribir y por tanto a mantenerlo activo. Pero aquí estoy, el último día
del año 2014, escribiendo y publicando este último artículo. Han sido en total
en este blog unos 104 artículos, lo que supone que, si no me falla la memoria y
los cálculos son acertados, he publicado una media de dos artículos por semana.
Ni yo mismo me lo creo. Pero son datos objetivos. Es más a mediados de año
decidí crear un nuevo blog dedicado en exclusiva a escribir críticas de libros y películas que fuera leyendo y viendo
en el cine. Si sumara ese otro blog daría todavía una cifra mayor de artículos
escritos.
La verdad es que
para mí fue todo un reto empezar un blog personal. No porque pensara que lo
fuera a leer mucha gente (eso la verdad me da un poco igual) sino porque
implicaba obligarme a escribir a menudo. Ejercitar la escritura no es una tarea
fácil. Puede parecer sencillo ponerse a escribir, pero habiendo pasado los
últimos cinco años de mi vida en una Escuela de Ingenieros la habilidad de escribir
mengua bastante. Por eso también empecé el blog, para poder dar rienda suelta a
una de mis pasiones abandonas por error: las letras en todas sus formas. Los artículos,
todos, son pura basura. Es posible que de los 104 de este blog se puedan salvar
como mucho 10, y creo que estoy siendo muy generoso. Sé que no escribo bien,
eso no lo puedo negar, es una obviedad. Pero el simple hecho de haber pasado
todo un año escribiendo, más o menos a menudo, para mí ha sido todo un logro
del que me siento más que orgulloso.
De momento casi
todo lo que escribo lo he vivido yo. Esto no quiere decir que sea una verdad
absoluta. Todos los que habitamos este mundo lo hacemos dentro de nuestra
propia verdad que a su vez debe convivir con las verdades de otras personal. Mi
realidad, lo que yo he vivido y sentido, y luego plasmado en forma de artículo,
es tan subjetiva como la forma de las nubes. No siempre he estado acertado
escribiendo y es posible que en algunas ocasiones mis emociones, mis
sentimientos, me hayan vencido y mi realidad se haya visto aún más
distorsionada de lo normal. Pero lo escrito, escrito está. No puedo volver al
pasado al día en que escribía cada uno de los artículos para cambiarlos. Es cierto
que puedo modificarlos a posteriori, pero siempre queda la primera versión. Esa
no se puede variar por mucho que quiera. En el fondo, escribir es una manera de
ver y leer la vida, en mi caso la mía propia, y por esto también empecé el blog
para poder tener una vía de escape a todos los sentimientos que crecen dentro
de mí y que por desgracia de momento no sé expresar de otro modo. No voy a
negar que ambiciono escribir algún día una novela. Pero creo que todavía no
estoy preparado.
2014 se está
acabando. Literalmente. Quedan apenas unas horas para que el Reloj de la Puerta
de Sol empiece a tocar su tradicional música, y nos acompañe hacia un nuevo
año. Otro año más se acaba. Otro años menos empieza. A estas horas, mientras yo
me dedico a escribir estas miserables líneas, en casi todas las casas de España
las familias se estarán preparando para celebrar juntas en todo lo posible la
llegada del nuevo año. Las cenas serán excesivas en aquellas casas que se lo
puedan permitir. Pero habrá muchos hogares que no podrán celebrar por todo lo
alto esta Nochevieja. Hogares tocados por una lacra durísima que parece que se
ha instalado en nuestra sociedad para no irse en mucho tiempo: la crisis, el
paro. Dicen algunos cretinos que la crisis se ha acabado, que los datos
económicos de España van mejor. Y yo al oír estas palabras más que optimistas
me pregunto: ¿vamos realmente mejor? Cómo es posible que se diga que la crisis
ha acabado si uno de cada dos jóvenes, los jóvenes más preparados de la
historia de España, no encuentran trabajo. Cómo es posible que en España hoy en
día haya niños que pasen hambre, y que la crisis se esté acabando. Cómo es
posible que hoy en España muchas familias no puedan estar juntas por tener a
sus miembros más jóvenes y con voluntad fuera de sus fronteras, lejos de sus
casas y hogares, trabajando en países extranjeros, y echando en falta con
tristeza a su familia en estas fechas, por haberse tenido que ir de aquí buscando
esperanza y un futuro mejor (haciendo turismo según alguna ministra
incompetente). Cómo puede pasar todo esto y que salga el señor presidente del
Gobierno a decirnos, con muy poca vergüenza por su parte, que la crisis se ha
acabado y que 2015 será el año de la recuperación. Ojalá sea así, pero ya no me
creo ni una palabra de esta panda de bandidos miserables que nos gobierna.
Dejemos a un lado
la política porque si no es posible que no acabe este artículo. 2014 está
agonizando. Está empezando a decir adiós desde el barco que le llevará al
pasado, a la vida inmortal del recuerdo de los seres humanos. Se acaba un año
histórico en España. Un año en que hemos visto una transición en la corona, con
la abdicación del Rey Juan Carlos I, y el ascenso a la Jefatura del Estado de
su hijo Felipe VI. Este anacronismo, este sistema varado en el pasado como
dirían los republicanos, ha sido algo insólito, histórico. Todavía recuerdo que
lo viví en clase de repaso preparatoria para el examen de Arte de la
Ingeniería, en mi Escuela (por cierto menuda clase absurda y sinsentido). También
ha sido un año de luto nacional para España, por la muerte de su primer
presidente democrático, Adolfo Suárez. Los funerales de Estado por el forjador
de la Democracia, volvieron a traer al presente un espíritu, el del diálogo y
la concordia, que hace tiempo se perdió. También esta año 2014 ha sido el de la
confirmación del diálogo de dos necios, Artur Mas y Mariano Rajoy, que como dos
sordos que gritan a voces para entenderse han escenificado lo más miserable de
la política en este país.
En el ámbito
personal he de decir que puedo calificar este año como neutro. Ni bueno, ni
malo. Algo que no esperaba que fuera así hoy hace un año. Ha habido cosas
buenas y otras no tan buenas. Alegrías y decepciones (por frivolizar un poco,
citaré como alegría la Décima Copa de Europa del Madrid; y como decepción la eliminación
en primera fase de la Selección Española en el Mundial de Brasil). Pero al
final todas se han compensado y el año, que en sus primeros meses parecía un
gran túnel húmedo, oscuro y sin fin, ha acabado por parecérseme un túnel del
que ya empiezo a ver el final. Pero esto es el pasado. Todo esto es 2014. No puedo,
ni tampoco quiero, olvidar las vacaciones que he tenido con un par de amigos de
la universidad por media Europa. No han sido las primeras vacaciones con
amigos, y habrá que ver si son las mejores, pero lo que sí han sido es
inolvidables. Pero también están en 2014, y por tanto ya casi en el pasado, en
el año pasado. También me alegro de poder haber arreglado una serie de
problemas con alguien a quien en su día tuve como un gran amigo y que quise
como un hermano, y con el que por asuntos diversos me terminé por enemistar. Pero
para eso también están los años para enmendar los errores que uno comete. En 365
días hay mucho tiempo para todo, y el que yo dedico a pensar y dar vueltas a mis
problemas es mucho.
Pero ya mañana
todo lo que hoy pase, habrá pasado en el año pasado. Odiosa frase que en los
primeros días de cada año suena casi a chiste, absurda. Como a chiste suena también
el ir felicitando el año nuevo a todo el mundo la primera vez que ves a una
persona, aunque sea el 28 de enero. Pero bueno son tradiciones que no creo que
se vayan a ir nunca. Aunque no se sabe, ahora con los móviles, los whatsapp,
los drones y demás es posible que dentro de unos años no haya nadie en la
Puerta del Sol para recibir en año en vivo y en directo sino que con la
realidad virtual cada uno lo pueda disfrutar desde donde esté (incluso Luis
Bárcenas desde la cárcel). Mañana, es decir el año que viene, empezará todo de
nuevo. Un nuevo ciclo anual. Y volveremos a querer que llegue el 31 de diciembre
para estar pendientes de la Puerta de Sol y de las campanadas de su famoso
reloj, teniendo que escuchar una y mil veces a los presentadores de las
Campanadas explicarnos como si fuéramos faltos cómo funciona el reloj, ¡cómo si
no supiéramos que primera van los cinco cuartos, luego las campanadas de las
once, y por último el carrillón que bajará en doce segundo para que podamos
comernos las uvas peladitas y sin hueso! ¿O no era así? Bueno da igual seguro
que algún primo a la última en tecnología puede buscar cómo funciona lo de las campanadas
en su móvil de última generación que no le cabe en el bolsillo y que le obliga
a sentarse como si estuviera escocido.
Como tampoco quiero
aguar la fiesta a nadie con un artículo que en el fondo nadie va a leer, por
mucho esfuerzo que me lleve escribirlo (¡panda de desagradecidos!), y que
pasará al pasado una vez lo publique, voy a ir concluyendo. Aunque siempre que
digo esto acabo escribiendo más de lo que ya llevo. 2014 se extingue, y 2015
está pugnando por salir, por nacer y ver el mundo. Lo que nos deparen los
próximos 365 días sólo depende de nosotros. Eso del destino está muy bien para
quien se lo crea (¿yo?), pero lo que nos pase a partir de las 00:00 h de
mañana, o de las 23:59 h de hoy, sólo dependerá de nosotros. Pedir al año lo
que queráis que seguro que se cumple. Yo pediré lo de siempre, y como siempre
pasará el año y no llegará ese deseo. Lo que pasa es que el deseo que yo pido
solo yo me lo puedo conceder, y sé qué debo hacer para conseguirlo lo que pasa
en que nunca termino por hacerlo. ¡A lo mejor tengo que cambiar de estrategia y
pedir otro deseo!
Lo dicho, desead
muchas cosas que es gratis y no hace mal a nadie (aunque si alguno desea el mal
a alguien que dirija bien sus pensamientos y apunten a las sedes de PP en la
calle Génova, o del PSOE en la calle Ferraz; o que piense con fuerza en la cara
de algún político, qué sé yo, por ejemplo E. Aguirre, bueno mejor dicho
Esperanza A., o de A. Mas o de cualquier otro menda de estos que nos amargan la
existencia con sus mierdas personales). Decid adiós a 2014 y preparaos para dar
la bienvenida a 2015, que espero sea mejor para todos que el año que empieza ya
a extinguirse.
Y por último,
deseo a todos mis lectores, y en general a todo el mundo de bien (exclúyanse de
este grupo políticos, banqueros, empresarios corruptos, el Maestro Yoda
catalán, los tutores del PFC, los catedráticos momificados y el equipo
directivo de Escuela, los intolerantes, los fanáticos religiosos, etc.) un
¡¡FELIZ AÑO NUEVO 2015!! Y a los que salgan de fiesta tras las uvas espero que
no lleguen a sus casas hasta el día dos de enero, yo mientras veré mañana como
todos los años el Concierto de Año Nuevo de Viena.
Os deseo de todo corazón
lo mejor para el año nuevo 2015, que todos los deseos se os cumplan y que las
decisiones que toméis sean acertadas.
Caronte.