jueves, 6 de febrero de 2014

Novela negra "made in Spain"

El último libro que me he terminado de leer, hace unos días, “Memento mori” ha sido una más que grata sorpresa. La verdad es que conozco pocas obras de novela negra/policíaca de autores españoles, no es un género que en España se haya explotado habitualmente. La razón de esto está, según mi punto de vista, en nuestra personalidad, somos un país luminoso, alegre, fiestero, lleno de gente que busca alegrías en los libros o descubrimiento personal, aprendizaje sobre la vida; y aunque la novela negra puede tener, y de hecho tiene, todo esto último que he dicho, los escritores españoles parece que han preferido tirar por otros caminos. Que conste que con esto no digo que en España no haya grandes novelistas de novela negra como Lorenzo Silva, Francisco González Ledesma, Alicia Giménez Bartlett, o Eduardo Mendoza (en este caso de manera más estrambótica); sino que no tenemos tanta tradición como en otros países como Inglaterra, Irlanda, EE.UU., o países nórdicos donde gusta más este tipo de novela, y de donde son los grandes autores de este peculiar y adictivo género.

Como he apuntado al principio “Memento mori” ha sido un grandísimo descubrimiento, y por ello doy las gracias al diario El País, ya que fue gracias a una de sus colecciones veraniegas como conseguí este libro. Para no mentir la verdad es que no esperaba gran cosa de este libro por varias razones, algunas ya expuestas como que en España no tenemos mucha tradición de este tipo de literatura, pero también porque su autor César Pérez Gellida, era un total desconocido para mí y además “Memento mori” era su primera novela. Pero bueno, olvidé todos estos prejuicios y empecé a leerlo. Aquí empezaron a llegar las sorpresas.

La primera sorpresa que me encontré fue la inusual localización de la novela: Valladolid. Inusual no porque Valladolid no sea adecuada para una novela negra, sino porque según la poca experiencia que tengo en novela negra, éstas se suelen desarrollar en grandes ciudades muy conocidas tanto dentro como fuera de los países de origen de las novelas. La verdad es que César Pérez Gellida conoce y describe Valladolid de manera impecable, tanto que incluso yo, que sólo he tenido la oportunidad de visitar la ciudad en una ocasión y en pleno verano, me he sentido tele-transportado hasta la antigua capital de España. La segunda sorpresa que te encuentras nada más empezar, es la primera escena, vivida directamente desde el punto de vista del asesino de la novela, en este caso Augusto Ledesma. Esto fue algo nuevo para mí ya que en todas las novelas negras que me he leído hasta la fecha, la identidad del asesino siempre ha sido uno de los secretos mejor guardados, y en esta sin embargo se te presenta en el primer capítulo. Algo muy original y creo que innovador.

Las siguientes sorpresas se van descubriendo a lo largo del libro, y tienen mucho que ver con los personajes. Estos personajes están simplemente ligeramente perfilados pero cualquier lector podrá relacionar a cada personaje con una persona que conozca porque, y esta es otra diferencia de esta novela respecto de otras, son personajes normales. Bueno esto no es todo cierto, hay un personaje que, para mi gusto, destaca por encima del resto y ese es Carapocha. Sin embargo Carapocha no es el personaje principal de la novela, este papel recae en Ramiro Sancho. El primero es un personaje tan, tan peculiar que es imposible que no despierte simpatía en el lector: sus historias sobre Rusia y la KGB, sobre la Stasi, sus amplios conocimientos sobre asesinos en serie, su sentido del humor, su ironía. No se queda atrás el inspector Sancho que da buena réplica a Carapocha en la novela. Sin embargo Carapocha guarda una de las sorpresas más desconcertantes de la novela, pero esa la dejo para que la descubran aquellos que se sumerjan en las páginas de este libro.

César Perez Gellida junta en esta novela además varios elementos que me han parecido magníficos e innovadores. Uno de ellos es la música. Este libro, aunque parezca chocante tiene banda sonora, a lo largo de toda la novela se suceden nombres de cantantes, grupos, canciones, e incluso alguna estrofa de éstas últimas está reproducida en sus páginas. Esta banda sonora es además la del asesino, la que escucha para prepararse para sus crímenes y para relajarse tras haberlos perpetrado. Algo macabro sí. Pura novela negra. Otro de los elementos más característicos de esta novela, y que le da un carácter diferente al resto, es la firma que el asesino deja en todos sus crímenes: una poesía. Para quien esté acostumbrado a la novela negra, este tipo de firma del asesinato puede resultar, cuanto menos, inusual; para mí es simplemente genial. También es genial el desconcertante uso de “alter egos” de la novela, Pílades y Orestes, que sólo se va entreviendo al final de la misma y que otra vez vuelve a dejar al lector con la boca abierta.

En el ámbito más personal, el principio de la novela a mí me pareció un poco lioso, algo complicado, sin embargo pasados los tres primeros capítulos empieza a coger un ritmo bastante ágil que no decaerá hasta el final. Durante el desarrollo de la novela aparecen multitud de personajes y enlaces con el pasado, necesarios para conocer el presente, que forman una trama bastante bien urdida y llevada, cosa que creo es muy difícil, y que creo que es de admirar en César Pérez Gellida, siendo “Memento mori” su primera novela. Otra cosa buena de la novela que quiero apuntar es la relación de personales que se da al principio de la misma y que debido a que son muchos, es de agradecer tener un sitio donde saber quién es quién.

Por acabar, simplemente decir que “Memento mori” me ha proporcionado un grato descubrimiento y buenos momentos de lectura en el metro. Había momentos de la novela en los que no quería soltarla. Me dar las gracias al autor esta novela, y animarle a que siga inventado historias tan cinematográficas como esta, ya que la historia que se cuenta en las páginas de este libro podría perfectamente haber sido el guión de un par de capítulos de una serie de TV, de CSI o Mentes Criminales. Sin embargo, y aunque me haya gustado bastante, he de reconocer que todavía está lejos de los grandes autores del géneros como John Connolly, Petros Markaris, o Philip Kerr. Aun así “Memento mori” es una novela admirable por su calidad, teniendo en cuenta que es el desvirgamiento del autor en la escritura, una de las artes más complicadas e inaccesibles para el común de los mortales. Espero que si alguno se anima a leerla la disfrute y se enganche al género negro que es uno de los más fascinantes que existen.


Caronte.

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