Alberto
Ruiz-Gallardón, otrora primer presidente de derechas de la Comunidad de Madrid,
alcalde megalómano y faraónico de Madrid, actual ministro de Justicia de
España, Notario Mayor del Reino y guardián y protector de los úteros maternos.
Este señor de ilustre familia, hijo de políticos y abogados, siendo él mismo
fiscal, descendiente de Isaac Albéniz, uno de nuestros grandes y escasos
músicos y compositores de música clásica, ha decidido empezar a trabajar de
jardinero y para ello desde que juró su cargo ante Dios y la Biblia, y mirando
de reojo la Constitución, se ha ido metiendo en diferentes jardines para ir
tomando contacto con su nueva vocación.
Entre los jardines
en lo que el ministro se ha ido metiendo tenemos: la reforma del código penal, aumentando penas e
incluyendo la cadena perpetua revisable, medidas únicamente motivadas por
razones populistas para intentar ganar votos en sectores dolidos por sucesos
que han tenido mucha repercusión en los medios de comunicación (caso Marta del
Castillo, caso Mari Luz Cortés, etc.); la ley
de tasas judiciales que, argumentando razones de saturación de la justicia,
va a impedir que la mayoría de los ciudadanos acudan a ella para denunciar
ataques a sus derechos y libertades; promesas de que va a hacer que la justicia sea de verdad independiente sin que haya
interferencias en ella evitando los nombramientos políticos de los jueces del
Supremo o del CGPJ. Sin embargo todos estos jardines se convierten en meros
maceteros de geranios si lo comparamos con el proyecto de la “nueva” ley del
aborto que el ministro, amparado por el presidente Rajoy no lo olvidemos, quiere
hacer llegar al Congreso de los Diputados.
Vayamos por pasos.
En primer lugar la Reforma del Código Penal, incluyendo aumento de penas y la
introducción en España del concepto de Cadena Perpetua Revisable, y digo
“concepto” porque eso es lo que es. La Constitución establece que la cárcel
debe servir como medio de reinserción en la sociedad de aquellas personas que
hayan cometido delitos, y por tanto prohíbe que una persona, por mucho asco y
repulsión nos generen los delitos y crímenes que haya podido realizar, se pase
toda su vida en la cárcel. Esta nueva denominación, “prisión perpetua
revisable”, no aporta en lo relativo tiempos de estancia en prisión y duración
de penas nada nuevo a lo que ya establecía el anterior Código Penal, con el que
como máximo se podía estar encerrado en la cárcel cerca de 40 años. Usted Sr.
Gallardón, lo que ha querido hacer con esta reforma es simplemente aplacar a
los sectores de la población más populistas, a los que sólo buscan venganza, y
Sr. Ministro, la justicia nunca debería ser un arma para impartir venganza y
canalizar la ira, sino un media de castigo y aprendizaje y reinserción de
aquellas personas que han cometido un delito. Y aunque nos duela, habrá un día
en el que terroristas que han asesinado a sangre fría con tiros en la nuca, o
coches bomba, violadores de mujeres y pederastas salgan a la calle porque han
cumplido sus penas, y una sociedad madura deberá aceptarlo ya que estamos en un
Estado de Derecho, aunque a veces no lo parezca.
Pero si la reforma
del Código Penal es populista, la Ley de Tasas judiciales es discriminatoria e
injusta. No sé sinceramente a qué ha venido esta ley Sr. Gallardón. Los
argumentos principales que se dan, y con el que se ha defendido la nueva ley, son
el descongestionamiento de los juzgados y la agilización de la justicia, y yo
me pregunto: ¿este señor no se da cuenta de que la justicia no es lenta porque
haya muchos procesos judiciales sino porque la administración de justicia tiene
la misma estructura que tenía a mediados del siglo XIX? Si el Sr. Ministro
quiere arreglar el funcionamiento de los juzgados lo primero que tiene que
hacer es invertir en que éstos se metan de lleno en el siglo XXI, y dejarnos de
tantos dossiers en papel y tanto papeleo innecesario y lento. En el fondo de
esta nueva ley está la intención de restringir el acceso a la justicia de
aquellas personas más desfavorecidas y con menos recursos, que resulta que son
las mismas a las que se les están recortando derechos laborales y sociales, y
que si se sienten víctimas de una injusticia no van a poder acudir a un juzgado
porque no podrán pagar la correspondiente tasa para intentar defenderse de esos
abusos. Ese es el único fin de esta Ley, amedrentar a la gente para que no
denuncie injusticias. El Sr. Gallardón ha sacado adelante esta ley con casi
todas las organizaciones judiciales en contra, salvo alguna ultra-conservadora,
sin consultar con las partes implicadas en la Administración de Justicia que se
supone son las que saben qué es lo que hay que hacer para mejorar el
funcionamiento de los juzgados.
Sin embargo no
todos los jardines de Gallardón empezaron como tal. Una de las medidas que
cuando fue anunciada me pareció un gran avance fue la reforma de CGPJ, mediante
la cual los miembros del mismo serían elegidos por los jueces y no por cuotas
políticas según el gobierno de turno. Pero supongo que en el momento de
anunciar esta reforma se calentó demasiado y se le llenó la boca de palabras
como independencia judicial, expulsión de los políticos de la Administración de
Justicia, y demás buenas intenciones. Supongo que cuando lo pensó mejor, y
habló con los demás partidos sobre esta medida, en especial con el PSOE que
también tiene lo suyo, éstos le dijeron que no se podía dejar que los jueces
vayan por su cuenta con toda la mierda que tienen dentro los partidos con los
temas de corrupción. Es mejor tener manejados, en cierto modo, a aquellos
jueces que pueden sancionar a otros jueces según se comporten éstos últimos.
Si hay un jardín
en el que Gallardón se ha metido, sin venir a cuento, ese ha sido el del aborto.
Más que jardín se ha metido en un bosque, una jungla, en el Amazonas, y del que
si no tiene cuidado no va a poder salir tal cual entró. ¿A qué venía volver a
abrir un melón de este calibre? Es cierto que el presidente Zapatero también se
metió en un jardín modificando una ley que había servido bastante bien y que en
el fondo no había una reclamación mayoritaria por parte de la calle para que se
cambiase; solo desde algunos círculos pequeños y radicales feministas se pedía
este cambio, y como Zapatero hacía de minorías mayorías, y muy lúcido no ha
sido nunca pues pasó por el aro. No voy a ser yo quien defienda esa ley del
aborto de Zapatero, porque había cosas que no me gustaban, pero si esa ley no
me gustaba esta de Gallardón lo que me da son arcadas. Con esta ley no se
quiere volver a la del año 1985, no seamos ingenuos por favor, si desde el
gobierno y el PP quisieran volver a la del 85 solo tienen que derogar la ley de
Zapatero, simple y llanamente. Lo que con esta ley se pretende es controlar y
tutelar a las mujeres y decirlas lo que tienen que hacer con su cuerpo; con
esta ley no solo no se vuelve al año 85 sino que nos vamos mucho más atrás en
el tiempo, a épocas oscuras para la historia de España. ¡Pero cómo se puede
tener tan poca vergüenza! ¿Cómo puede usted Sr. Gallardón pretender convertirse
en dueño y señor de la voluntad de las mujeres para, en el caso de quedarse
embarazadas, decidir sobre si continúan o no con ese embarazo? ¿De verdad cree
usted que las mujeres toman esta decisión de manera sencilla, cree sinceramente
que es como decidir si ponerse falda o pantalón? Como he dicho es usted un
sinvergüenza. Dicen desde la derecha más fachosa y cavernaria, que esta ley se
hace para defender a la mujer y al no nacido, pues digo yo que estaría mejor
que a los que ya han nacido no se les dé por culo señor ministro; que no se
recorte en sanidad, que los ancianos no tengan que pagar por medicarse, que
todo el mundo pueda ir a la universidad, que no se recorten nuestros derechos y
libertades. Defienden también esta ley diciendo que la calle la exigía, y digo
yo quién lo ha exigido: las familias conservadoras más recalcitrantes, los
obispos, el Opus Dei. La calle también ha exigido que no haya recortes en educación,
en sanidad, ha exigido que haya una democracia real, y ni usted Sr. Gallardón,
ni el gobierno al que pertenece han hecho ni puto caso, y perdón por la expresión,
a la calle.
Cómo se puede eliminar
el supuesto de malformación del feto, o de enfermedad congénita grave del
mismo, arguyendo que hay que preservar por encima de todo los derechos del ser
no nacido. Cómo se puede condenar a esa criatura que nazca con espina bífida, o
con cualquier otra enfermedad incurable a malvivir los pocos años de vida que
vaya a tener. Cómo se puede condenar a que una madre tenga que parir a un hijo
que sabe que va a ver morir y va a tener que enterrar. La única razón que se me
ocurre es que sea usted un sádico Sr. Gallardón, que le guste que la gente sufra,
si no, no encuentro explicación; porque no creo que alguien normal sea capaz de
condenar a otro ser humano en vida a tanto sufrimiento.
Sr. Ministro las leyes del
aborto de Zapatero o la del 85, no obligaban, ni obligan a ninguna
mujer que no quiera abortar a interrumpir su embarazo, es decir si una chica de
17 años se queda embarazada por un descuido o por un error, no va ningún
policía o juez a obligarla a abortar porque haya una ley del aborto; mientras que la suya si obligará a las que quieran a abortar a tener que irse a otros países más decentes para poder hacerlo. Estas
leyes del aborto que tanto odian usted y los suyos lo único que permiten es que
las mujeres que quieran abortar y tomen esa dolorosa decisión, no lo olvide,
puedan hacerlo con garantías de que el estado las ayudará a pasar ese trance de
la manera más segura posible. Sr. Gallardón, le pido que no gobierne para la
derecha radical, ultra-conservadora y ultra-católica, le pido que gobierne para la mayoría,
ya que si sucumbe a las exigencias de esos trastornados anclados en el pasado
que son minoría en España se estará comportando como Zapatero y no creo que
quiera eso. Deje a las mujeres que puedan decidir con libertad, simplemente
eso, no se meta donde no le han llamado, deje de hacer daño. Ni usted, ni los
curas, ni todas las asociaciones ultras de derechas de este país van a
conseguir intimidar a las mujeres españolas, ya que éstas con libertad les
dirán que su cuerpo es suyo y de nadie más, y que únicamente ellas podrá
decidir sobre la vida que llevan dentro y sobre el momento en el que ser madres,
si es que quieren serlo. Sr. Gallardón háganos un favor a todos y sálgase de
este jardín en el que se ha metido, por dignidad.
Caronte.
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