Cuando uno piensa
que ya lo ha visto todo en temas de corrupción política en España se da cuenta
que todavía queda mucho que no sabemos. Cada día que pasa pienso hasta cuándo
la ciudadanía de este país que en la situación económica actual tiene que
luchar todos los días para sacar adelante a su familia va a aguantar. ¿Cuál es
el límite hasta el que el ciudadano normal y corriente de este país tiene que
llegar para decir basta? ¿Cuánto tiempo más vamos a estar los ciudadanos de
este país callados permitiendo que cualquier político se apodere de nuestro
silencio en beneficio propio? No lo sé, pero me gustaría saberlo.
El lunes una gota
más cayó en el vaso de la indignación generalizada de los españolitos medios.
Se podría decir que es la gota que colma el vaso pero es que éste lleva ya
rebosando muchos años. Me gustaría creer como he hecho hasta ahora que la
corrupción es cosa de una mínima parte de las personas que se dedican a la
política, pero con cada caso de corrupción que sale a la luz me doy cuenta lo
equivocado que estaba. La corrupción en este país no es cuestión de siglas
políticas, de color o de ideologías; el problema de la corrupción es una mera
cuestión de “caradurismo”; de personas miserables que no tienen una sola gota
de ética ni de moral en sus conciencias. Pero quedarme ahí y decir que de la
corrupción sólo tiene culpa una parte – los políticos – sería engañar, porque
con el silencio que mostramos los ciudadanos, sin tener en cuenta las pequeñas
manifestaciones que casi todos los fines de semana recorren las calles de
cualquier ciudad española, lo único que hacemos es dar carta blanca a estos
sinvergüenzas que asumen eso de que quien
“calla otorga”.
La operación
anticorrupción que el lunes salió a la luz (la Operación Púnica) afecta
principalmente al Partido Popular. Pero esto ya me da igual, porque el que es
corrupto solo tiene un partido político: su propio beneficio personal, que es a
lo único que se debe. Y ya me da igual porque estoy completamente hastiado de
la panda de garrulos y ladrones que nos gobiernas. Estoy harto de ver en las
noticias únicamente noticias de políticos corruptos a lo largo y ancho de la
geografía española. Estoy hasta las narices (por no decir hasta la polla) de que una panda de caraduras y sinvergüenzas
que se supone han sido elegidos por todos nosotros para administrar España y
gobernar nuestros pueblos y ciudades me tomen el pelo, se burlen de mi
inteligencia y se rían en mi cara. No sé si esto que yo siento lo experimentará
más gente, pero al menos con toda la gente que hablo piensa como yo. El
problema es que en petit comité se puede estar todo lo indignado que se quiera,
pero si esa indignación no se traduce en una verdadera actitud ante la vida y
la realidad en el día a día, de poco servirá sulfurarse en reuniones familiares
en las que se pone verde a Montoro, se critica la falta de inteligencia de
Rajoy o se comenta las fiestas de confeti de Ana Mato (la mujer florero que no
sabía nada de lo que pasaba en su casa).
Si lo de la
operación policial de ayer fuera un hecho que ocurre cada cierto número de
meses, o si hubiese una de estas operaciones cada año como mucho quizá la
indignación no estaría tan justificada. Corrupción hay en todas las latitudes
del globo terráqueo, desde Estados Unidos a Japón y desde Gambia a Noruega.
Todos los países por muy decentes que pensemos que son y por muy ejemplares que
sean en términos generales, también tienen a sus golfos. Todos. Pero el
problema radica en dos cuestiones fundamentales: cómo se trata socialmente la
corrupción en esos países, es decir, cómo la afrontan los propios afectados por
esos casos; y por otro lado el número de casos. En España nos destacamos del
resto de países comparables al nuestro (con lo de países comparables hablo de
países con nuestro mismo nivel socio-cultural, de nuestra órbita geográfica;
obviamente no puedo comparar a España con países como Pakistán, Guinea
Ecuatorial o El Salvador, porque no están objetivamente en nuestro mismo grupo
de países; no se me malinterprete como racismo o clasismo, simplemente uso
estas clasificaciones para poder comparar elementos iguales o parecidos) en los
dos aspectos destacados.
No ha sido sólo la
Operación Púnica. Si sólo hubiera sido esta operación pues, aunque seguiría
habiendo sido grave, pero sería más normal (si se puede considerar normal robar
de las arcas públicas el dinero que con tanto sudor les cuesta ganar a todos
los ciudadanos). El problema está en que es la Operación Púnica, es el Caso
Gürtel, es el Caso de las Tarjetas Opacas de Caja Madrid, es el caso Palau de
la Música en Cataluña, es el Caso Pujol (padre e hijos), es el Caso Bárcenas,
es el Caso de los ERE de Andalucía, es la Operación Malaya, es el Caso de las
ITV también en Cataluña, es la Operación Pokémon en Galicia, son sindicalistas,
empresarios y políticos que usan dinero público para lucro personal, es el Caso
Palma Arena, es el Caso Urdangarín, es…Podría seguir nombrando casos de
corrupción en muchos lugares de España, que afectan a todos los partidos políticos,
y digo todos, que tengan o hayan tenido poder aunque haya sido poco, y que
implican miles de millones de euros de todos los ciudadanos. Pero no voy a
seguir nombrando más porque puedo acabar cabreado y diciendo cosas de las que
me pueda arrepentir en el futuro.
Esta es la
muestra, una parte mínima de la muestra de casos de corrupción españoles. Si
hay algún país comparable al nuestro que tenga una lista mayor me gustaría
saberlo, pero es muy complicado que sea así. Esto es indignante, esto son gotas
que han ido cayendo en el vaso de la indignación popular, del aguante de la
sociedad; lo que no comprendo es cómo es posible que ese vaso no haya
desbordado ya. La única explicación que tengo a eso es probablemente el propio
carácter de los españoles que siempre que hay algo que nos pone de mal humor,
algo que nos cabrea mucho, algo que nos toca mucho los cojo…la moral,
intentamos desviar nuestra atención de ese problema o cabreo para centrarnos en
otras cosas que nos hagan olvidar todo y reír. Porque aparte de corruptos
España es experta en reír, somos el país del cachondeo, y quizá esto explica en
cierto modo el porqué de muchas cosas.
Peno no ganamos
sólo cuantitativamente en el asunto de la corrupción en comparación con otros
países. También ganamos en términos cualitativos, es decir en la calidad de
nuestros corruptos. En esto somos campeones del mundo en caradurismo y
sinvergonzonería: vamos que somos reyes de la picaresca. Porque si uno es
corrupto hay que serlo hasta el final, y si uno tiene la cara muy dura hay que
demostrarlo todo lo posible. Por estas razones los políticos en este país
cuando se les pilla con las manos en la masa y los jueces les empiezan a
señalar con el dedo, lo único que saben hacer es o bien atacar a toda la
carrera judicial o mirar hacia otro lado y acusar al partido contrario de lo
mismo. De esto no se salva nadie, ningún político imputado por casos de
mangoneo ni ningún partido con políticos ladrones en sus filas. ¿Pero qué más
da, si aquí lo importante es reírse de todos los ciudadanos a la cara? Todavía
no hay ningún partido, que haya tenido y ejercido el poder en algún momento en
alguna administración pública, que haya atajado la corrupción de raíz. Con esto
quiero decir que siempre los partidos ante los casos de corrupción se han
escudado en la presunción de inocencia, y yo les digo que esto ya no basta, que
los ciudadanos estamos hartos de esas chorradas y esas excusas, que lo que hay
que exigir siempre es una conducta intachable porque si una persona se comporta
como debe de hacerlo, fiel a una ética y moral dignas, ningún juez le imputará
ningún delito. Aquí sí se aplica eso de que cuando
el río suena, agua lleva.
Sin embargo Spain is different. Y es diferente porque siempre ha
dado igual todo. Vuelvo al asunto de la picaresca para explicar esto. El
carácter español, entre otras muchas peculiaridades, tiene algo que en otros
países no se da, ya que es propio de nuestra forma de ser, como es la
picaresca. Esta cualidad (de momento la voy a considerar cualidad) hace que el
español busque siempre cualquier tipo de resquicio legal o moral para sacar un
provecho de alguna situación aprovechándose de un tercero. Esto que podría
llegar a ser indicativo de agilidad mental, y por tanto se podría decir que un
cierto nivel de picaresca es siempre necesario en la vida, la sociedad española
lo ha terminado por llevar a su extremo más radical. Ahora la picaresca
implica, en todos los niveles de la sociedad que quede claro, aprovecharse de
terceras personas sea cual sea su situación para sacar un beneficio personal no
importándonos cómo queda aquél del que nos hemos aprovechado. Y como se puede
ver esta peculiaridad ya no es una cualidad buena sino una falta total y
absoluta de ética personal.
Que hay muchos
políticos corruptos: sí. Que cada vez son más los políticos salpicados por
asuntos turbios: también. Que no se salva ninguna ideología política: por
supuesto. Pero también es verdad (y lo que voy a decir ahora seguro que va a
causar protestas y diversidad de opiniones, y probablemente que se me llame de
todo) que los políticos no son más que el reflejo de la sociedad, gente como
todos nosotros. Los políticos no son creados en una cueva de los Picos de
Europa por un druida gracias a conjuros y pócimas mágicas. Los políticos son
gente como yo que estoy escribiendo esto, y como tú lector mío que estás
perdiendo el tiempo leyendo este artículo; han estudiado en las mismas
facultades universitarias, institutos y colegios como todos nosotros y por
tanto han recibido una educación muy similar. Los políticos son un reflejo de
nosotros mismos, nos guste admitirlo o no. Porque para un ciudadano normal y
corriente es muy fácil criticar a los políticos diciendo que son unos ladrones
(críticas casi siempre merecidas) y unos sinvergüenzas, pero es que salen de la
misma sociedad a la que todos pertenecemos. Por tanto algo tendremos que estar
haciendo mal en conjunto.
Sé que en este
tema soy muy crítico y exigente, pero es así. ¿O es que los ciudadanos de la
Comunidad Valenciana no sabía en las últimas elecciones municipales y
autonómicas de 2011 que la alcaldesa de Alicante era una ladrona consumada, o
que Francisco Camps presidente autonómico era un pieza de cuidado, o que Carlos
Fabra, presidente de la Diputación de Castellón era el Padrino de la corrupción
valenciana? Claro que se sabía pero todos ellos siempre han conseguido mayorías
absolutas sin sufrir ningún desgaste políticos por sus tejemanejes. ¿Y quién
votó a todos estos caraduras? Los ciudadanos valencianos. Es muy fácil, ya sea
desde un blog como yo estoy haciendo con este artículo, o sentado en un sillón
viendo las noticias, criticar y poner verdes a los políticos y decir que tienen
la culpa de todo lo que pasa en este país, de haberlo arruinado. Pero los
políticos no sólo salen de la misma sociedad a la que yo o el señor del sillón
pertenecemos, sino que somos nosotros mismos los que los ponemos allí. No
pretendo entrar en más detalle entre la relación tan estrecha entre corrupción
y sociedad española, porque no es mi intención en este artículo, ya habrá
tiempo de tratarlo en otro, pero si los políticos se ríen de nosotros en
nuestras propias narices algo de culpa también tendremos todos.
Pero si he llegado
ya hasta mi máximo nivel de hartazgo, si los políticos, todos, me tienen ya
hasta los mismísimos, no es por los nuevos casos de corrupción que van saliendo
cada semana, sino por considerarnos a toda la sociedad como imbéciles. ¿De qué
va el Presidente del Gobierno pidiendo perdón en el Senado y diciendo que se
siente igual de indignado con los políticos de su partido implicados en casos
de corrupción cuando no es capaz ni siquiera de pronunciar el nombre de algunos
de ellos? ¿De qué la señora Esperanza Aguirre indignándose y haciéndose la
víctima cuando muchos de sus colaboradores del PP de Madrid están siendo
investigados por la justicia y ella misma comete delitos? ¿De qué va el
Secretario General de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, fingiéndose el
sorprendido y dolido porque su sucesor al frente del ayuntamiento de Parla sea
un ladrón como todos? ¿De qué van todos estos sinvergüenzas? Se creen que a
estas alturas de la película los ciudadanos somos tontos y no sabemos
distinguir un perdón sincero de un perdón electoralista. Todos sabemos que
están siendo cínicos e hipócritas, alcanzando niveles nunca vistos antes y que
deberían empezar a ser objeto de estudio en las facultades de sociología de las
universidades españolas.
En los últimos
tiempos, y más forzados por el ambiente social que se vive de aversión hacia
los políticos que se apoltronan en sus escaños que por propias convicciones,
parece que las reacciones de los partidos políticos están siendo diferentes.
¡Han empezado a haber dimisiones! Lo nunca visto hasta ahora. Pero si los
políticos creen que así los ciudadanos vamos a empezar a decir que hay mano
dura contra la corrupción lo tienen crudo. No es más que fachada. Siguen siendo
igual de transigentes y siguen siendo más que tibios en sus respuestas ante los
corruptos. Si un político cae imputado debería ser inmediatamente expulsado de
cualquier tipo de responsabilidad o cargo público, y si yo fuera responsable de
algún partido político, también estaría expulsado del mismo desde el minuto uno
en que se produzca la imputación. Pero el problema es que todos están de mierda
hasta el cuello, y si uno cae y no recibe apoyo de “los suyos” quizá tenga
ganas de hablar ante la policía y se desmonte el chiringuito. Los partidos
políticos se han convertido en clubes privados donde mandan una serie de capos
y o eres como ellos o no pienses en meterte en política porque nunca llegarás a
nada. Quizá la solución llegue en el momento en que alguien se meta en un
partido fingiendo ser como la panda de rateros que hay dentro y poco a poco
vaya subiendo puestos hasta que alcance un cupo importante de poder y sea
entonces cuando se quite la máscara, si es que por el camino no ha sido tentado
por el diablo, y desmonte todo el chiringuito, eso sí, desde dentro. Si los partidos
no se retroalimentaran de su propia mierda y fueran de verdad fueran
estructuras abiertas a la participación pública las cosas serías diferentes.
Pero todo esto no
son más que ensoñaciones mías. Nada de esto va a pasar ni a corto, ni a medio
plazo. Sólo si dentro de unos meses las elecciones municipales suponen un
derrumbamiento total del poder bipartidista tradicional de este país las cosas
puedan cambiar algo. Por eso, y dejándolo por escrito como prueba, digo aquí
que si de aquí a las elecciones no se produce un cambio general de actitud en
los partidos políticos, y hablando a nivel personal, sobre todo en el PSOE, con
respecto al tratamiento de los sospechosos y señalados con los dedos de
la justicia como ladrones, caraduras y sinvergüenzas (y hablo por ejemplo de
que el PSOE deje de amparar y dar cobijo bajo sus puestos en el Congreso y el
Senado a los expresidentes de la Junta de Andalucía, Chaves y Griñán metidos
hasta el cuello en mierda corrupta generada en ese cortijo particular que ha
sido Andalucía para el PSOE y que huele a podrido por todos los lados, por
mucho que digan los dirigentes socialistas); como digo si no se cambia la
actitud votaré a PODEMOS para castigar a toda la panda de sinvergüenzas que
sólo saben reírse de los ciudadanos en su propia cara.
Rajoy estará
indignado con estos casos de corrupción, Esperanza Aguirre avergonzada de haber
confiado en un ladrón y Tomás Gómez desolado por ver que su sucesor es un
caradura, pero yo estoy hasta mis mismísimas gónadas reproductoras de toda esta
panda de caraduras. Y lo peor es que creo que las cosas van a seguir tal y como
están ahora hasta que la ciudadanía no se ponga en serio a reclamar a los
políticos, a los que “democráticamente” hemos elegido para que administren
nuestras ciudades y comunidades autónomas, seriedad, ética y moral. Hasta que
los políticos no sientan en su propia nuca el aliento cabreado de la gente no
dejarán de reírse de todos nosotros, hasta que no se encuentren vayan por donde
vayan un grupo de personas que les llame lo que son (corruptos, sinvergüenzas,
caraduras, ladrones, etc.) no van a reaccionar, hasta que no tengan miedo (en
el buen sentido de la palabra, entendido como respeto) de sus electores, es
decir todos nosotros, no van a darse cuenta de lo que realmente la ciudadanía
piensa y del estado de hartazgo, hastío y aborrecimiento que tienen por ellos.
Por esto hay que expresar nuestra indignación; gritar ¡BASTA YA, ESTAMOS HASTA
AHÍ MISMO DE TODOS VOSOTROS!, y expresar verdaderamente nuestras ganas de que
cambien las cosas.
PS: Me gustaría
también recordar a todos esos políticos que de verdad se mueven por sus conciudadanos
y que aborrecen estas actitudes de los políticos “mayores” y sienten verdadero
asco y desprecio por estos caraduras que por ser sonoros hacen que se
generalice.
PS: Si hay algún
político, o familiar de alguno, que se haya visto ofendido con cualquiera de
los comentarios aquí vertidos, lo siento mucho pero que se jodan, esa era
exactamente mi intención. Si no quieren ser insultados, o mejor dichos
definidos, que actúen de manera ética.
Caronte.
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