miércoles, 29 de octubre de 2014

Hasta los cojon...las narices de esta panda

Cuando uno piensa que ya lo ha visto todo en temas de corrupción política en España se da cuenta que todavía queda mucho que no sabemos. Cada día que pasa pienso hasta cuándo la ciudadanía de este país que en la situación económica actual tiene que luchar todos los días para sacar adelante a su familia va a aguantar. ¿Cuál es el límite hasta el que el ciudadano normal y corriente de este país tiene que llegar para decir basta? ¿Cuánto tiempo más vamos a estar los ciudadanos de este país callados permitiendo que cualquier político se apodere de nuestro silencio en beneficio propio? No lo sé, pero me gustaría saberlo.

El lunes una gota más cayó en el vaso de la indignación generalizada de los españolitos medios. Se podría decir que es la gota que colma el vaso pero es que éste lleva ya rebosando muchos años. Me gustaría creer como he hecho hasta ahora que la corrupción es cosa de una mínima parte de las personas que se dedican a la política, pero con cada caso de corrupción que sale a la luz me doy cuenta lo equivocado que estaba. La corrupción en este país no es cuestión de siglas políticas, de color o de ideologías; el problema de la corrupción es una mera cuestión de “caradurismo”; de personas miserables que no tienen una sola gota de ética ni de moral en sus conciencias. Pero quedarme ahí y decir que de la corrupción sólo tiene culpa una parte – los políticos – sería engañar, porque con el silencio que mostramos los ciudadanos, sin tener en cuenta las pequeñas manifestaciones que casi todos los fines de semana recorren las calles de cualquier ciudad española, lo único que hacemos es dar carta blanca a estos sinvergüenzas que asumen eso de que quien “calla otorga”.

La operación anticorrupción que el lunes salió a la luz (la Operación Púnica) afecta principalmente al Partido Popular. Pero esto ya me da igual, porque el que es corrupto solo tiene un partido político: su propio beneficio personal, que es a lo único que se debe. Y ya me da igual porque estoy completamente hastiado de la panda de garrulos y ladrones que nos gobiernas. Estoy harto de ver en las noticias únicamente noticias de políticos corruptos a lo largo y ancho de la geografía española. Estoy hasta las narices (por no decir hasta la polla) de  que una panda de caraduras y sinvergüenzas que se supone han sido elegidos por todos nosotros para administrar España y gobernar nuestros pueblos y ciudades me tomen el pelo, se burlen de mi inteligencia y se rían en mi cara. No sé si esto que yo siento lo experimentará más gente, pero al menos con toda la gente que hablo piensa como yo. El problema es que en petit comité se puede estar todo lo indignado que se quiera, pero si esa indignación no se traduce en una verdadera actitud ante la vida y la realidad en el día a día, de poco servirá sulfurarse en reuniones familiares en las que se pone verde a Montoro, se critica la falta de inteligencia de Rajoy o se comenta las fiestas de confeti de Ana Mato (la mujer florero que no sabía nada de lo que pasaba en su casa).

Si lo de la operación policial de ayer fuera un hecho que ocurre cada cierto número de meses, o si hubiese una de estas operaciones cada año como mucho quizá la indignación no estaría tan justificada. Corrupción hay en todas las latitudes del globo terráqueo, desde Estados Unidos a Japón y desde Gambia a Noruega. Todos los países por muy decentes que pensemos que son y por muy ejemplares que sean en términos generales, también tienen a sus golfos. Todos. Pero el problema radica en dos cuestiones fundamentales: cómo se trata socialmente la corrupción en esos países, es decir, cómo la afrontan los propios afectados por esos casos; y por otro lado el número de casos. En España nos destacamos del resto de países comparables al nuestro (con lo de países comparables hablo de países con nuestro mismo nivel socio-cultural, de nuestra órbita geográfica; obviamente no puedo comparar a España con países como Pakistán, Guinea Ecuatorial o El Salvador, porque no están objetivamente en nuestro mismo grupo de países; no se me malinterprete como racismo o clasismo, simplemente uso estas clasificaciones para poder comparar elementos iguales o parecidos) en los dos aspectos destacados.

No ha sido sólo la Operación Púnica. Si sólo hubiera sido esta operación pues, aunque seguiría habiendo sido grave, pero sería más normal (si se puede considerar normal robar de las arcas públicas el dinero que con tanto sudor les cuesta ganar a todos los ciudadanos). El problema está en que es la Operación Púnica, es el Caso Gürtel, es el Caso de las Tarjetas Opacas de Caja Madrid, es el caso Palau de la Música en Cataluña, es el Caso Pujol (padre e hijos), es el Caso Bárcenas, es el Caso de los ERE de Andalucía, es la Operación Malaya, es el Caso de las ITV también en Cataluña, es la Operación Pokémon en Galicia, son sindicalistas, empresarios y políticos que usan dinero público para lucro personal, es el Caso Palma Arena, es el Caso Urdangarín, es…Podría seguir nombrando casos de corrupción en muchos lugares de España, que afectan a todos los partidos políticos, y digo todos, que tengan o hayan tenido poder aunque haya sido poco, y que implican miles de millones de euros de todos los ciudadanos. Pero no voy a seguir nombrando más porque puedo acabar cabreado y diciendo cosas de las que me pueda arrepentir en el futuro.

Esta es la muestra, una parte mínima de la muestra de casos de corrupción españoles. Si hay algún país comparable al nuestro que tenga una lista mayor me gustaría saberlo, pero es muy complicado que sea así. Esto es indignante, esto son gotas que han ido cayendo en el vaso de la indignación popular, del aguante de la sociedad; lo que no comprendo es cómo es posible que ese vaso no haya desbordado ya. La única explicación que tengo a eso es probablemente el propio carácter de los españoles que siempre que hay algo que nos pone de mal humor, algo que nos cabrea mucho, algo que nos toca mucho los cojo…la moral, intentamos desviar nuestra atención de ese problema o cabreo para centrarnos en otras cosas que nos hagan olvidar todo y reír. Porque aparte de corruptos España es experta en reír, somos el país del cachondeo, y quizá esto explica en cierto modo el porqué de muchas cosas.

Peno no ganamos sólo cuantitativamente en el asunto de la corrupción en comparación con otros países. También ganamos en términos cualitativos, es decir en la calidad de nuestros corruptos. En esto somos campeones del mundo en caradurismo y sinvergonzonería: vamos que somos reyes de la picaresca. Porque si uno es corrupto hay que serlo hasta el final, y si uno tiene la cara muy dura hay que demostrarlo todo lo posible. Por estas razones los políticos en este país cuando se les pilla con las manos en la masa y los jueces les empiezan a señalar con el dedo, lo único que saben hacer es o bien atacar a toda la carrera judicial o mirar hacia otro lado y acusar al partido contrario de lo mismo. De esto no se salva nadie, ningún político imputado por casos de mangoneo ni ningún partido con políticos ladrones en sus filas. ¿Pero qué más da, si aquí lo importante es reírse de todos los ciudadanos a la cara? Todavía no hay ningún partido, que haya tenido y ejercido el poder en algún momento en alguna administración pública, que haya atajado la corrupción de raíz. Con esto quiero decir que siempre los partidos ante los casos de corrupción se han escudado en la presunción de inocencia, y yo les digo que esto ya no basta, que los ciudadanos estamos hartos de esas chorradas y esas excusas, que lo que hay que exigir siempre es una conducta intachable porque si una persona se comporta como debe de hacerlo, fiel a una ética y moral dignas, ningún juez le imputará ningún delito. Aquí sí se aplica eso de que cuando el río suena, agua lleva.

Sin embargo Spain is different. Y es diferente porque siempre ha dado igual todo. Vuelvo al asunto de la picaresca para explicar esto. El carácter español, entre otras muchas peculiaridades, tiene algo que en otros países no se da, ya que es propio de nuestra forma de ser, como es la picaresca. Esta cualidad (de momento la voy a considerar cualidad) hace que el español busque siempre cualquier tipo de resquicio legal o moral para sacar un provecho de alguna situación aprovechándose de un tercero. Esto que podría llegar a ser indicativo de agilidad mental, y por tanto se podría decir que un cierto nivel de picaresca es siempre necesario en la vida, la sociedad española lo ha terminado por llevar a su extremo más radical. Ahora la picaresca implica, en todos los niveles de la sociedad que quede claro, aprovecharse de terceras personas sea cual sea su situación para sacar un beneficio personal no importándonos cómo queda aquél del que nos hemos aprovechado. Y como se puede ver esta peculiaridad ya no es una cualidad buena sino una falta total y absoluta de ética personal.

Que hay muchos políticos corruptos: sí. Que cada vez son más los políticos salpicados por asuntos turbios: también. Que no se salva ninguna ideología política: por supuesto. Pero también es verdad (y lo que voy a decir ahora seguro que va a causar protestas y diversidad de opiniones, y probablemente que se me llame de todo) que los políticos no son más que el reflejo de la sociedad, gente como todos nosotros. Los políticos no son creados en una cueva de los Picos de Europa por un druida gracias a conjuros y pócimas mágicas. Los políticos son gente como yo que estoy escribiendo esto, y como tú lector mío que estás perdiendo el tiempo leyendo este artículo; han estudiado en las mismas facultades universitarias, institutos y colegios como todos nosotros y por tanto han recibido una educación muy similar. Los políticos son un reflejo de nosotros mismos, nos guste admitirlo o no. Porque para un ciudadano normal y corriente es muy fácil criticar a los políticos diciendo que son unos ladrones (críticas casi siempre merecidas) y unos sinvergüenzas, pero es que salen de la misma sociedad a la que todos pertenecemos. Por tanto algo tendremos que estar haciendo mal en conjunto.

Sé que en este tema soy muy crítico y exigente, pero es así. ¿O es que los ciudadanos de la Comunidad Valenciana no sabía en las últimas elecciones municipales y autonómicas de 2011 que la alcaldesa de Alicante era una ladrona consumada, o que Francisco Camps presidente autonómico era un pieza de cuidado, o que Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón era el Padrino de la corrupción valenciana? Claro que se sabía pero todos ellos siempre han conseguido mayorías absolutas sin sufrir ningún desgaste políticos por sus tejemanejes. ¿Y quién votó a todos estos caraduras? Los ciudadanos valencianos. Es muy fácil, ya sea desde un blog como yo estoy haciendo con este artículo, o sentado en un sillón viendo las noticias, criticar y poner verdes a los políticos y decir que tienen la culpa de todo lo que pasa en este país, de haberlo arruinado. Pero los políticos no sólo salen de la misma sociedad a la que yo o el señor del sillón pertenecemos, sino que somos nosotros mismos los que los ponemos allí. No pretendo entrar en más detalle entre la relación tan estrecha entre corrupción y sociedad española, porque no es mi intención en este artículo, ya habrá tiempo de tratarlo en otro, pero si los políticos se ríen de nosotros en nuestras propias narices algo de culpa también tendremos todos.

Pero si he llegado ya hasta mi máximo nivel de hartazgo, si los políticos, todos, me tienen ya hasta los mismísimos, no es por los nuevos casos de corrupción que van saliendo cada semana, sino por considerarnos a toda la sociedad como imbéciles. ¿De qué va el Presidente del Gobierno pidiendo perdón en el Senado y diciendo que se siente igual de indignado con los políticos de su partido implicados en casos de corrupción cuando no es capaz ni siquiera de pronunciar el nombre de algunos de ellos? ¿De qué la señora Esperanza Aguirre indignándose y haciéndose la víctima cuando muchos de sus colaboradores del PP de Madrid están siendo investigados por la justicia y ella misma comete delitos? ¿De qué va el Secretario General de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, fingiéndose el sorprendido y dolido porque su sucesor al frente del ayuntamiento de Parla sea un ladrón como todos? ¿De qué van todos estos sinvergüenzas? Se creen que a estas alturas de la película los ciudadanos somos tontos y no sabemos distinguir un perdón sincero de un perdón electoralista. Todos sabemos que están siendo cínicos e hipócritas, alcanzando niveles nunca vistos antes y que deberían empezar a ser objeto de estudio en las facultades de sociología de las universidades españolas.

En los últimos tiempos, y más forzados por el ambiente social que se vive de aversión hacia los políticos que se apoltronan en sus escaños que por propias convicciones, parece que las reacciones de los partidos políticos están siendo diferentes. ¡Han empezado a haber dimisiones! Lo nunca visto hasta ahora. Pero si los políticos creen que así los ciudadanos vamos a empezar a decir que hay mano dura contra la corrupción lo tienen crudo. No es más que fachada. Siguen siendo igual de transigentes y siguen siendo más que tibios en sus respuestas ante los corruptos. Si un político cae imputado debería ser inmediatamente expulsado de cualquier tipo de responsabilidad o cargo público, y si yo fuera responsable de algún partido político, también estaría expulsado del mismo desde el minuto uno en que se produzca la imputación. Pero el problema es que todos están de mierda hasta el cuello, y si uno cae y no recibe apoyo de “los suyos” quizá tenga ganas de hablar ante la policía y se desmonte el chiringuito. Los partidos políticos se han convertido en clubes privados donde mandan una serie de capos y o eres como ellos o no pienses en meterte en política porque nunca llegarás a nada. Quizá la solución llegue en el momento en que alguien se meta en un partido fingiendo ser como la panda de rateros que hay dentro y poco a poco vaya subiendo puestos hasta que alcance un cupo importante de poder y sea entonces cuando se quite la máscara, si es que por el camino no ha sido tentado por el diablo, y desmonte todo el chiringuito, eso sí, desde dentro. Si los partidos no se retroalimentaran de su propia mierda y fueran de verdad fueran estructuras abiertas a la participación pública las cosas serías diferentes.

Pero todo esto no son más que ensoñaciones mías. Nada de esto va a pasar ni a corto, ni a medio plazo. Sólo si dentro de unos meses las elecciones municipales suponen un derrumbamiento total del poder bipartidista tradicional de este país las cosas puedan cambiar algo. Por eso, y dejándolo por escrito como prueba, digo aquí que si de aquí a las elecciones no se produce un cambio general de actitud en los partidos políticos, y hablando a nivel personal, sobre todo en el PSOE, con respecto al tratamiento de los sospechosos y señalados con los dedos de la justicia como ladrones, caraduras y sinvergüenzas (y hablo por ejemplo de que el PSOE deje de amparar y dar cobijo bajo sus puestos en el Congreso y el Senado a los expresidentes de la Junta de Andalucía, Chaves y Griñán metidos hasta el cuello en mierda corrupta generada en ese cortijo particular que ha sido Andalucía para el PSOE y que huele a podrido por todos los lados, por mucho que digan los dirigentes socialistas); como digo si no se cambia la actitud votaré a PODEMOS para castigar a toda la panda de sinvergüenzas que sólo saben reírse de los ciudadanos en su propia cara.

Rajoy estará indignado con estos casos de corrupción, Esperanza Aguirre avergonzada de haber confiado en un ladrón y Tomás Gómez desolado por ver que su sucesor es un caradura, pero yo estoy hasta mis mismísimas gónadas reproductoras de toda esta panda de caraduras. Y lo peor es que creo que las cosas van a seguir tal y como están ahora hasta que la ciudadanía no se ponga en serio a reclamar a los políticos, a los que “democráticamente” hemos elegido para que administren nuestras ciudades y comunidades autónomas, seriedad, ética y moral. Hasta que los políticos no sientan en su propia nuca el aliento cabreado de la gente no dejarán de reírse de todos nosotros, hasta que no se encuentren vayan por donde vayan un grupo de personas que les llame lo que son (corruptos, sinvergüenzas, caraduras, ladrones, etc.) no van a reaccionar, hasta que no tengan miedo (en el buen sentido de la palabra, entendido como respeto) de sus electores, es decir todos nosotros, no van a darse cuenta de lo que realmente la ciudadanía piensa y del estado de hartazgo, hastío y aborrecimiento que tienen por ellos. Por esto hay que expresar nuestra indignación; gritar ¡BASTA YA, ESTAMOS HASTA AHÍ MISMO DE TODOS VOSOTROS!, y expresar verdaderamente nuestras ganas de que cambien las cosas.

PS: Me gustaría también recordar a todos esos políticos que de verdad se mueven por sus conciudadanos y que aborrecen estas actitudes de los políticos “mayores” y sienten verdadero asco y desprecio por estos caraduras que por ser sonoros hacen que se generalice.

PS: Si hay algún político, o familiar de alguno, que se haya visto ofendido con cualquiera de los comentarios aquí vertidos, lo siento mucho pero que se jodan, esa era exactamente mi intención. Si no quieren ser insultados, o mejor dichos definidos, que actúen de manera ética.

Caronte.

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