martes, 11 de noviembre de 2014

El scout de Mágina

No sé cuántas personas en el mundo pueden decir que tienen como amigo a un scout, pero supongo que muchas y más si empiezo a contar por los Estados Unidos de América. Lo que sí sé es que al menos yo creo tener el honor de ser una de esas personas que tienen a su lado, como amigo, a un verdadero scout aventurero. A diferencia de otros amigos de la universidad sobre los que podría llegar a decir verdaderas barbaridades – me las callo porque tienen familia y otros amigos fuera de la universidad, para no herir sus sensibilidades y provocar rupturas amistosas – de este amigo por mucho que intentara decir algo malo, solo podría inventar para sacar algo horrible sobre él.

Debo empezar diciendo que no es de los amigos que conocí en el primer año que pasé en mi Escuela, sino que pertenece en realidad a la segunda remesa de amigos que hice y afiancé a partir de segundo curso. Fue durante mi segundo año en la Escuela cuando por sorteo de aulas me tocó con esta persona lo que me permitió ir poco a poco profundizando mi relación con él y terminar considerándole como un muy buen amigo. La verdad es que durante aquel segundo curso de la carrera también incorporé a otro amigo del que he hablado recientemente, y con un tercero que hice durante el primer curso la relación poco a poco se fue enfriando hasta acabar no muy bien que se dice. Pero bueno el balance fue dos a uno, positivo al fin y al cabo.

Pero a pesar de no ser de los primeros amigos que me eché en la carrera, sí es de los que a día de hoy siguen siéndolo. La verdad es que era un chollo tenerlo en clase en el grupo de amigos porque como no cogía apuntes en ninguna asignatura (apenas le vi alguna vez coger algún apunte escueto en una hoja de papel en sucio llena de garabatos sinsentido), sino que siempre estaba mirando al frente escuchando o no al profesor, esto nunca se sabía porque su semblante era siempre el mismo, se podía hablar siempre con él durante alguna clase aburrida y por tanto pasar el tiempo. El único problema de esto es que mi amigo no sabía controlar su volumen sonoro y cuando una conversación normal en medio de una clase tendría que sonar apenas como un susurro, si la conversación era con él, ya podía olvidarte de los susurros, se le oía más que a distancia, tanto que tenían que darle algún que otro codazo para que bajara, aunque solo fuera momentáneamente, el volumen. Pero esto era gracioso, porque él decía que no se escuchaba tan alto.

Lo de no coger apuntes en clase, ninguno, y no estoy exagerando, era algo exasperante porque lo más alucinante es que luego, él era el único que sabía sacar y resolver un problema que ninguno sabíamos ni siquiera por dónde meterle mano. Era una cosa sobrenatural. Siempre he pensado que en su día fue agraciado con algún tipo de don que le hacía pensar y discurrir de una manera que a las personas normales les está vedado (asumo que a mí me está vedado más que de sobra, al menos el don para lo científico-técnico). Otra cosa que terminaba por sacar de quicio, sobre todo a un pequeño gran amigo común, es que cuando teníamos que pasar alguna hora de clase, a la que habíamos decido dejar de ir por infumable, en la biblioteca él se dedicaba a ojear el periódico de la mañana y nada más. Eso sí cuando cualquiera de nosotros teníamos alguna duda sobre algún ejercicio él nos la resolvía; cuando no entendíamos algún método de cálculo, o algún problema en su conjunto, o alguna explicación sobre algo, él siempre estaba dispuesto a estar los minutos que fueran necesarios explicándote lo que fuera hasta que lo entendías con más paciencia que Job.

Por desgracia para los que le tenemos como amigo, aunque para él sea una grandísima suerte y oportunidad que no se suele presentar dos veces en la vida, el año pasado nos dejó a nuestra suerte en Madrid para irse de Erasmus a Múnich y pasar allí dos años. Se dice pronto eso de irse a estudiar fuera durante dos años, pero a mí me hubiera dado un vértigo mayúsculo simplemente de haberlo pensado. Creo que mi amigo los tiene cuadrados simplemente por irse “a la aventura” a Múnich durante dos años, no sabe cuánto le estimo y aprecio por ello, ni cuánto le valoro por tener más agallas de las que yo nunca tendré. Lo malo de tenerlo tan lejos es que en clase ya no tengo alguien con quien hablar durante las somníferas clases, lo bueno es que teniendo a alguien en Múnich con cuarto propio uno se puede aprovechar y hacer una visita a aquella ciudad alemana poniendo como excusa ir a visitarle.

Esto mismo hice este verano con otros dos compañeros y amigos. Nos recorrimos media Europa visitando por el camino Francia y parte del suroeste alemán, para llegar hasta Múnich y pasar unos días con nuestro amigo el scout aventurero haciéndolo algo de compañía y contándonos las buenas nuevas. La verdad es que no podría haber imaginado unas vacaciones mejores en mi vida, pero es que muy probablemente no podría tener un amigo más generoso que éste. Sin embargo no es la primera vez que paso unos días de vacaciones lejos de la rutinaria vida universitaria, sino la tercera vez que comparto con este amigo, y con alguno más, una aventura de este tipo.

Hace unos años también pasé junto con otros amigos de la universidad unos días en verano en su pueblo jienense; y más recientemente también compartí aventura acuática (y esta sí que fue una aventura con todas las de la ley) y montañera en los Pirineos de Lérida haciendo rafting y algo de senderismo rodeados de montañas y nieve. En el fondo en estas tres aventuras que he nombrado el único que siempre estuvo presente fue mi amigo scout. Y de las tres tengo muchos y muy buenos recuerdos. Bueno hay un recuerdo que no es tan bueno y son sus ronquidos (aquí me va a perdonar mi amigo, pero si no comento esto estaría faltando a la verdad, y con ello además pretendo prevenir a futuras personas que tengan que compartir habitación con él). Y es que lo que hace mi amigo no es roncar, es el siguiente nivel, cercano a los ruidos de la berrea. Estoy acostumbrado a oír roncar, sin ir más lejos mi padre pega buenos ronquidos por las noches lo que me obliga a dormir con tapones, pero lo de mi amigo supera cualquier coas. Me apostaría lo que fuera a que si midiera el nivel de ruido muy probablemente estaría fuera de los umbrales legales de contaminación acústica. Tiene que ser todo un espectáculo escucharle dormir en las acampadas que hace con los scouts en medio del campo, seguro que con sus ronquidos cualquier animal salvaje sale corriendo pensando que hay otro de mayor tamaño acechando cerca. Puede parecer que estoy exagerando pero quienes han dormido en la misma habitación/tienda de campaña (por no decir en la misma ciudad) con él sabrán lo que digo, yo lo he tenido que sufrir (amortiguado por los tapones) en varias ocasiones (Suiza, Llavorsí, Gijón...).

A parte de esto, mi amigo lleva la aventura en la sangre, en lo más profundo de su alma. Y digo aventura por no llamarlo temeridad. No le hacen falta motivos para animarse a hacer cualquier aventura en la montaña o en cualquier otro sitio; se apuntaría hasta a un bombardeo. Esto es tener valor y fe en sí mismo, elementos que no he visto en muchas personas de las que conozco. Pero además puedo decir sin equivocarme mucho que este amigo es de las personas con mejor corazón que uno puede echarse a la cara, y los que le tenemos como amigo sabemos lo que es porque siempre que hemos necesitado ayuda, ya sea con temas de la universidad o con asuntos más personales, siempre ha estado ahí. No solo tiene un corazón que no le cabe en el pecho sino que también es de las personas más generosas que he conocido en mi vida y muy hospitalaria, sin ir más lejos siempre nos ha abierto las puertas de su casa tanto en Alcalá de Henares donde en más de una ocasión he ido junto con otros amigos comunes de barbacoa o a jugar al billar, como en su pueblo donde tanto él como su madre, su hermana y su abuelo nos han recibido como si fuéramos de la propia familia, como las de su piso de la calle Ibiza en Madrid donde recuerdo una velada muy buena comiendo fajitas con un grupo de amigos de la universidad. Siempre me he sentido cómodo con él, básicamente porque ha hecho que me sintiera así.

He de añadir además que siempre que le he pedido que me acompañara a la Feria del Libro, que se celebra siempre en una época muy mala por coincidir con los exámenes de la universidad de junio, me ha acompañado sin excusa alguna. La Feria del Libro para mí es el evento más importante a nivel cultura al que asisto a lo largo del año y llevo yendo muchos años seguidos, prácticamente desde que tengo memoria recuerdo haber ido, y la verdad es que nunca podré agradecerle que en estos últimos años (hasta que por desgracia para mí se ha marchado a Múnich) me haya acompañado a dar una vuelta por el Retiro y estar un par de horas sin pensar en la Escuela o en otros problemas personales. Siempre era un placer ir esquivando gente por un Paseo de Coches del Retiro abarrotado de gente con bolsas de papel repletas de libros, es más gracias a él (a los ánimos que me dio) me atreví por primera vez a que un escritor me firmara un libro, yo sólo no lo hubiera conseguido, me da mucha vergüenza.

Sin embargo no todo va a ser bondades en mi amigo. Bueno en el fondo sí lo son, lo que pasa es que es de carácter despistado. Muy despistado. Extremadamente despistado. Hasta tal punto que este año ya ha perdido dos vuelos entre Múnich y Madrid por su cabeza ausente, uno de ellos por habérsele caducado el carnet de identidad y no haberlo renovado. Lo que no le pase a este amigo mío no le pasa a nadie. Lo más chocante es que a pesar de ser tan sumamente despistado, como ya he dicho antes es un genio en la carrera, y saca cosas que los demás tardaríamos en sacar mucho tiempo haciendo un esfuerzo titánico para ello. Espero que sea tan despistado siempre porque si no, no sería el mismo amigo. Lo que pasa es que a pesar de ser un despistado cuando se compromete a hacer algo lo cumple, puede tardar lo suyo (no más que el resto de los mortales) pero al final lo cumple. También es verdad que por despistado, puede pasar por pasota, como alguien que va por libre por la vida, pero no es así; de las cosas importantes en la vida sí se da cuenta y las tiene siempre presentes, esas cosas que tienen que ver con la vida, con los problemas de los demás, que siempre tiene en mente y que intenta por todos sus medios ayudar a solventar, o a sobrellevar lo mejor posible. Nunca me ha faltado una palabra suya de ánimo, ni buenos consejos para seguir encaminados a arreglar algún problema personal.

También me gustaría señalar que este amigo es todo un experto en la montaña, o el campo como se quiera expresar, vamos en la naturaleza. Parece mentira pero es la naturaleza donde más a gusto viviría, lejos del mundanal ambiente de las ciudades. Supongo que haberse criado en Mágina (nombre ficticio, o quizá no tanto, de un pueblo que los lectores de Antonio Muñoz Molina, si es que hay alguno que lea esto, ya habrán localizado en la realidad), bellísimo pueblo del sur de España, de la provincia de Jaén, rodeado de un mar inmenso de olivos, ayuda a sentirse más en comunión con la naturaleza que con el asfalto urbano. Quizá por esto es también scout. Siempre que ha tenido la posibilidad de irse un fin de semana con los scouts a hacer senderismo o de acampada, lo ha hecho, y cuando la universidad se lo ha impedido le ha costado no ir. Todos los años desde que le conozco a principios de noviembre se va a Francia, concretamente a Vezelay, a reunirse con todos los scouts europeos, llueva, nieve, haga sol o truene. La naturaleza y él son una única cosa, y si alguna vez tengo ganas de hacer alguna ruta de senderismo él me podrá dar todos los consejos necesarios para que salga bien.

Parece que hablar de este amigo mío me ha hecho ser también algo despistado, y es que no he dicho la razón por la que lo hago. Hoy es su cumpleaños y aunque quizá sea absurdo (no niego que en el fondo lo es) tanto él como yo tenemos en común una curiosa combinación en nuestras fechas de cumpleaños, yo nací un 4/4 y mi amigo un 11/11, del mismo año 1991. Pero hay un dato más que el primer cumpleaños suyo que compartí con él como amigos le dije, y es que nació en una fecha histórica, ya que fue un 11 de noviembre cuando en 1918 se firmó el Armisticio que ponía fin a la Gran Guerra (o Primera Guerra Mundial) de cuyo inicio, casualmente, se cumple este año el primer centenario. Lo dicho, datos absurdos. Pero absurdos o no, a mí me permiten recordar su cumpleaños y por eso estoy escribiendo este artículo: como felicitación por su cumpleaños.

Podría seguir probablemente escribiendo sobre mi amigo el scout de Mágina, y al mismo tiempo recordando anécdotas y vivencias que he pasado con él, y con más amigos en común. Pero si hiciera esto muy probablemente me llevaría muchos días recordad una a una las cosas que he vivido con él. Sí me gustaría añadir como final que espero que algún día cuando vuelva a Mágina, como pienso hacer cada vez que tenga unos días de calma en mi vida futura para recordar los días que allí pasé con amigos, pueda pasarme por esa panadería que dijo que algún día pondría y poder comprar una buena hogaza de pan recién salida del horno con ese aroma inconfundible a harina en el ambiente. Parece raro pero con todo lo aventurero que es, lo máquina que está hecho para la ingeniería y lo despistado que es, su único y verdadero sueño es ser panadero. Aquí se demuestra su gran humildad y su voluntad de vida tranquila y simple, lejos de jaleos innecesarios. Lo dicho algún día espero comprar pan a mi amigo el scout de Mágina.

Caronte.

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