No sé cuántas
personas en el mundo pueden decir que tienen como amigo a un scout, pero
supongo que muchas y más si empiezo a contar por los Estados Unidos de América.
Lo que sí sé es que al menos yo creo tener el honor de ser una de esas personas
que tienen a su lado, como amigo, a un verdadero scout aventurero. A diferencia
de otros amigos de la universidad sobre los que podría llegar a decir
verdaderas barbaridades – me las callo porque tienen familia y otros amigos
fuera de la universidad, para no herir sus sensibilidades y provocar rupturas
amistosas – de este amigo por mucho que intentara decir algo malo, solo podría
inventar para sacar algo horrible sobre él.
Debo empezar
diciendo que no es de los amigos que conocí en el primer año que pasé en mi
Escuela, sino que pertenece en realidad a la segunda remesa de amigos que hice
y afiancé a partir de segundo curso. Fue durante mi segundo año en la Escuela
cuando por sorteo de aulas me tocó con esta persona lo que me permitió ir poco a
poco profundizando mi relación con él y terminar considerándole como un muy
buen amigo. La verdad es que durante aquel segundo curso de la carrera también
incorporé a otro amigo del que he hablado recientemente, y con un tercero que
hice durante el primer curso la relación poco a poco se fue enfriando hasta
acabar no muy bien que se dice. Pero bueno el balance fue dos a uno, positivo
al fin y al cabo.
Pero a pesar de no
ser de los primeros amigos que me eché en la carrera, sí es de los que a día de
hoy siguen siéndolo. La verdad es que era un chollo tenerlo en clase en el
grupo de amigos porque como no cogía apuntes en ninguna asignatura (apenas le
vi alguna vez coger algún apunte escueto en una hoja de papel en sucio llena de
garabatos sinsentido), sino que siempre estaba mirando al frente escuchando o
no al profesor, esto nunca se sabía porque su semblante era siempre el mismo,
se podía hablar siempre con él durante alguna clase aburrida y por tanto pasar
el tiempo. El único problema de esto es que mi amigo no sabía controlar su
volumen sonoro y cuando una conversación normal en medio de una clase tendría
que sonar apenas como un susurro, si la conversación era con él, ya podía
olvidarte de los susurros, se le oía más que a distancia, tanto que tenían que
darle algún que otro codazo para que bajara, aunque solo fuera momentáneamente,
el volumen. Pero esto era gracioso, porque él decía que no se escuchaba tan
alto.
Lo de no coger
apuntes en clase, ninguno, y no estoy exagerando, era algo exasperante porque
lo más alucinante es que luego, él era el único que sabía sacar y resolver un
problema que ninguno sabíamos ni siquiera por dónde meterle mano. Era una cosa
sobrenatural. Siempre he pensado que en su día fue agraciado con algún tipo de
don que le hacía pensar y discurrir de una manera que a las personas normales
les está vedado (asumo que a mí me está vedado más que de sobra, al menos el
don para lo científico-técnico). Otra cosa que terminaba por sacar de quicio,
sobre todo a un pequeño gran amigo común, es que cuando teníamos que pasar
alguna hora de clase, a la que habíamos decido dejar de ir por infumable, en la
biblioteca él se dedicaba a ojear el periódico de la mañana y nada más. Eso sí
cuando cualquiera de nosotros teníamos alguna duda sobre algún ejercicio él nos
la resolvía; cuando no entendíamos algún método de cálculo, o algún problema en
su conjunto, o alguna explicación sobre algo, él siempre estaba dispuesto a
estar los minutos que fueran necesarios explicándote lo que fuera hasta que lo
entendías con más paciencia que Job.
Por desgracia para
los que le tenemos como amigo, aunque para él sea una grandísima suerte y
oportunidad que no se suele presentar dos veces en la vida, el año pasado nos
dejó a nuestra suerte en Madrid para irse de Erasmus a Múnich y pasar allí dos
años. Se dice pronto eso de irse a estudiar fuera durante dos años, pero a mí
me hubiera dado un vértigo mayúsculo simplemente de haberlo pensado. Creo que
mi amigo los tiene cuadrados simplemente por irse “a la aventura” a Múnich
durante dos años, no sabe cuánto le estimo y aprecio por ello, ni cuánto le
valoro por tener más agallas de las que yo nunca tendré. Lo malo de tenerlo tan
lejos es que en clase ya no tengo alguien con quien hablar durante las
somníferas clases, lo bueno es que teniendo a alguien en Múnich con cuarto
propio uno se puede aprovechar y hacer una visita a aquella ciudad alemana
poniendo como excusa ir a visitarle.
Esto mismo hice
este verano con otros dos compañeros y amigos. Nos recorrimos media Europa visitando
por el camino Francia y parte del suroeste alemán, para llegar hasta Múnich y
pasar unos días con nuestro amigo el scout aventurero haciéndolo algo de
compañía y contándonos las buenas nuevas. La verdad es que no podría haber
imaginado unas vacaciones mejores en mi vida, pero es que muy probablemente no
podría tener un amigo más generoso que éste. Sin embargo no es la primera vez
que paso unos días de vacaciones lejos de la rutinaria vida universitaria, sino
la tercera vez que comparto con este amigo, y con alguno más, una aventura de
este tipo.
Hace unos años
también pasé junto con otros amigos de la universidad unos días en verano en su
pueblo jienense; y más recientemente también compartí aventura acuática (y esta
sí que fue una aventura con todas las de la ley) y montañera en los Pirineos de
Lérida haciendo rafting y algo de senderismo rodeados de montañas y nieve. En
el fondo en estas tres aventuras que he nombrado el único que siempre estuvo
presente fue mi amigo scout. Y de las tres tengo muchos y muy buenos recuerdos.
Bueno hay un recuerdo que no es tan bueno y son sus ronquidos (aquí me va a
perdonar mi amigo, pero si no comento esto estaría faltando a la verdad, y con
ello además pretendo prevenir a futuras personas que tengan que compartir habitación
con él). Y es que lo que hace mi amigo no es roncar, es el siguiente nivel,
cercano a los ruidos de la berrea. Estoy acostumbrado a oír roncar, sin ir más
lejos mi padre pega buenos ronquidos por las noches lo que me obliga a dormir
con tapones, pero lo de mi amigo supera cualquier coas. Me apostaría lo que
fuera a que si midiera el nivel de ruido muy probablemente estaría fuera de los
umbrales legales de contaminación acústica. Tiene que ser todo un espectáculo
escucharle dormir en las acampadas que hace con los scouts en medio del campo,
seguro que con sus ronquidos cualquier animal salvaje sale corriendo pensando
que hay otro de mayor tamaño acechando cerca. Puede parecer que estoy
exagerando pero quienes han dormido en la misma habitación/tienda de campaña
(por no decir en la misma ciudad) con él sabrán lo que digo, yo lo he tenido
que sufrir (amortiguado por los tapones) en varias ocasiones (Suiza, Llavorsí,
Gijón...).
A parte de esto,
mi amigo lleva la aventura en la sangre, en lo más profundo de su alma. Y digo
aventura por no llamarlo temeridad. No le hacen falta motivos para animarse a
hacer cualquier aventura en la montaña o en cualquier otro sitio; se apuntaría
hasta a un bombardeo. Esto es tener valor y fe en sí mismo, elementos que no he
visto en muchas personas de las que conozco. Pero además puedo decir sin
equivocarme mucho que este amigo es de las personas con mejor corazón que uno
puede echarse a la cara, y los que le tenemos como amigo sabemos lo que es
porque siempre que hemos necesitado ayuda, ya sea con temas de la universidad o
con asuntos más personales, siempre ha estado ahí. No solo tiene un corazón que
no le cabe en el pecho sino que también es de las personas más generosas que he
conocido en mi vida y muy hospitalaria, sin ir más lejos siempre nos ha abierto
las puertas de su casa tanto en Alcalá de Henares donde en más de una ocasión
he ido junto con otros amigos comunes de barbacoa o a jugar al billar, como en
su pueblo donde tanto él como su madre, su hermana y su abuelo nos han recibido
como si fuéramos de la propia familia, como las de su piso de la calle Ibiza en
Madrid donde recuerdo una velada muy buena comiendo fajitas con un grupo de
amigos de la universidad. Siempre me he sentido cómodo con él, básicamente
porque ha hecho que me sintiera así.
He de añadir
además que siempre que le he pedido que me acompañara a la Feria del Libro, que
se celebra siempre en una época muy mala por coincidir con los exámenes de la
universidad de junio, me ha acompañado sin excusa alguna. La Feria del Libro
para mí es el evento más importante a nivel cultura al que asisto a lo largo
del año y llevo yendo muchos años seguidos, prácticamente desde que tengo
memoria recuerdo haber ido, y la verdad es que nunca podré agradecerle que en
estos últimos años (hasta que por desgracia para mí se ha marchado a Múnich) me
haya acompañado a dar una vuelta por el Retiro y estar un par de horas sin
pensar en la Escuela o en otros problemas personales. Siempre era un placer ir
esquivando gente por un Paseo de Coches del Retiro abarrotado de gente con
bolsas de papel repletas de libros, es más gracias a él (a los ánimos que me
dio) me atreví por primera vez a que un escritor me firmara un libro, yo sólo
no lo hubiera conseguido, me da mucha vergüenza.
Sin embargo no
todo va a ser bondades en mi amigo. Bueno en el fondo sí lo son, lo que pasa es
que es de carácter despistado. Muy despistado. Extremadamente despistado. Hasta
tal punto que este año ya ha perdido dos vuelos entre Múnich y Madrid por su
cabeza ausente, uno de ellos por habérsele caducado el carnet de identidad y no
haberlo renovado. Lo que no le pase a este amigo mío no le pasa a nadie. Lo más
chocante es que a pesar de ser tan sumamente despistado, como ya he dicho antes
es un genio en la carrera, y saca cosas que los demás tardaríamos en sacar
mucho tiempo haciendo un esfuerzo titánico para ello. Espero que sea tan
despistado siempre porque si no, no sería el mismo amigo. Lo que pasa es que a
pesar de ser un despistado cuando se compromete a hacer algo lo cumple, puede
tardar lo suyo (no más que el resto de los mortales) pero al final lo cumple.
También es verdad que por despistado, puede pasar por pasota, como alguien que
va por libre por la vida, pero no es así; de las cosas importantes en la vida
sí se da cuenta y las tiene siempre presentes, esas cosas que tienen que ver
con la vida, con los problemas de los demás, que siempre tiene en mente y que
intenta por todos sus medios ayudar a solventar, o a sobrellevar lo mejor
posible. Nunca me ha faltado una palabra suya de ánimo, ni buenos consejos para
seguir encaminados a arreglar algún problema personal.
También me
gustaría señalar que este amigo es todo un experto en la montaña, o el campo
como se quiera expresar, vamos en la naturaleza. Parece mentira pero es la
naturaleza donde más a gusto viviría, lejos del mundanal ambiente de las
ciudades. Supongo que haberse criado en Mágina (nombre ficticio, o quizá no
tanto, de un pueblo que los lectores de Antonio Muñoz Molina, si es que hay
alguno que lea esto, ya habrán localizado en la realidad), bellísimo pueblo del
sur de España, de la provincia de Jaén, rodeado de un mar inmenso de olivos,
ayuda a sentirse más en comunión con la naturaleza que con el asfalto urbano.
Quizá por esto es también scout. Siempre que ha tenido la posibilidad de irse
un fin de semana con los scouts a hacer senderismo o de acampada, lo ha hecho,
y cuando la universidad se lo ha impedido le ha costado no ir. Todos los años
desde que le conozco a principios de noviembre se va a Francia, concretamente a
Vezelay, a reunirse con todos los scouts europeos, llueva, nieve, haga sol o
truene. La naturaleza y él son una única cosa, y si alguna vez tengo ganas de
hacer alguna ruta de senderismo él me podrá dar todos los consejos necesarios
para que salga bien.
Parece que hablar
de este amigo mío me ha hecho ser también algo despistado, y es que no he dicho
la razón por la que lo hago. Hoy es su cumpleaños y aunque quizá sea absurdo
(no niego que en el fondo lo es) tanto él como yo tenemos en común una curiosa
combinación en nuestras fechas de cumpleaños, yo nací un 4/4 y mi amigo un
11/11, del mismo año 1991. Pero hay un dato más que el primer cumpleaños suyo
que compartí con él como amigos le dije, y es que nació en una fecha histórica,
ya que fue un 11 de noviembre cuando en 1918 se firmó el Armisticio que ponía
fin a la Gran Guerra (o Primera Guerra Mundial) de cuyo inicio, casualmente, se
cumple este año el primer centenario. Lo dicho, datos absurdos. Pero absurdos o
no, a mí me permiten recordar su cumpleaños y por eso estoy escribiendo este
artículo: como felicitación por su cumpleaños.
Podría seguir
probablemente escribiendo sobre mi amigo el scout de Mágina, y al mismo tiempo
recordando anécdotas y vivencias que he pasado con él, y con más amigos en
común. Pero si hiciera esto muy probablemente me llevaría muchos días recordad
una a una las cosas que he vivido con él. Sí me gustaría añadir como final que
espero que algún día cuando vuelva a Mágina, como pienso hacer cada vez que
tenga unos días de calma en mi vida futura para recordar los días que allí pasé
con amigos, pueda pasarme por esa panadería que dijo que algún día pondría y
poder comprar una buena hogaza de pan recién salida del horno con ese aroma
inconfundible a harina en el ambiente. Parece raro pero con todo lo aventurero
que es, lo máquina que está hecho para la ingeniería y lo despistado que es, su
único y verdadero sueño es ser panadero. Aquí se demuestra su gran humildad y
su voluntad de vida tranquila y simple, lejos de jaleos innecesarios. Lo dicho
algún día espero comprar pan a mi amigo el scout de Mágina.
Caronte.
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