viernes, 23 de mayo de 2014

Una Escuela que quema, y mucho

Hoy, como novedad publico en el blog el último artículo que la revista de mi Escuela, el CorreOCaminos ("Correoca" para los que estudiamos allí), ha tenido a bien en publicarme. No sé si merezco salir en ella pero ya he mandado unos cuantos este año, que iré poniendo aquí también. La temática de los artículos está más relacionada con el ámbito interno de la Escuela, por tanto es posible que algunos no se entiendan fuera de ese ambiente. Lo cuelgo aquí para aquellas personas que quieran echarle un vistazo, y en particular por un amigo que no puede leer la revista en persona por encontrarse en Múnich de Erasmus. Espero que os guste, no sé si el año que viene seguiré colaborando con la revista de la Escuela, lo que sí sé con seguridad es que seguiré escribiendo todo lo que me venga a la cabeza y me apetezca, casi nunca con calidad, pero siempre de manera apasionada, sincera y con corazón.


"Los que ya llevamos unos años en esta escuela, sabemos lo que puede llegar a causar en nosotros mismos esta institución académica que tanto nos invitan a querer. Me refiero a lo que esta ilustre Escuela puede llegar a quemar a uno. Es posible que los que habéis entrado nuevos este año, a estas alturas de curso ya sepáis a qué me estoy refiriendo, aunque siendo yo del Plan Antiguo no sé cómo se las gastan ahora en el Plan Bolonia, sin duda los que llevamos ya más tiempo sí sabemos lo que puede llegar a frustrar, a nivel personal, esta Escuela.

No pretendo que este artículo sea una demonización absoluta de la Escuela. Aunque a mí esta carrera ya me haya dejado de ilusionar, no puedo negar que me ha dado muchas cosas buenas: me ha enseñado mucho (aunque no sé si usaré algún día estos conocimientos), he descubierto facetas mías que desconocía hasta que no entré aquí y sobre todo me ha permitido conocer a los únicos amigos que tengo y a los que puedo llamar amigos de verdad. Sin embargo sí me gustaría que este artículo sirviera como aviso y sobre todo como consejo para los benjamines de la escuela que todavía están iniciando su andadura por aquí, para que no les pillen de nuevas los hachazos monumentales que se dan constantemente en determinadas asignaturas de la carrera sin motivo aparente (motivos seguro que habrá, aunque sólo los entiendan en las diversas cátedras) y las desilusiones que quedarán diluidas como la sal en un vaso de agua, siempre y cuando no se llegue al nivel de saturación cuando ya las desilusiones se convertirán en pura indiferencia hacia todo.

La escuela quema, y mucho. Sus secuelas pueden ser físicas, pérdida de peso o del pelo, incluso aparición de las primeras canas, sin duda producidos por el estrés que genera la Escuela; pero sobre todo donde más se notan las quemaduras es en el espíritu de uno mismo, en su personalidad y carácter, que pueden llegar a mutar de manera irremediable. Llegar con mucha ilusión a la Escuela, a estudiar lo que se supone que te gusta, para ser Ingeniero de Caminos y llevarte hachazo tras hachazo, examen tras examen, desgasta mucho. Esa ilusión con la que se entra torna rápidamente en desesperanza, en ansiedad y en desilusión por todo, y no sólo por la carrera.

Esto es lo que pretendo, que no se produzca la mutación de la desilusión en indiferencia. La Escuela quema mucho porque hace que nos esforcemos muchísimo, que invirtamos ingentes cantidades de horas, perdiendo fines de semana y vacaciones estudiando o haciendo trabajos y proyectos, muchos de los cuáles ni se leen, para luego que lleguen los exámenes, y porque a alguien se le haya aparecido en sueños Christoffel o Bernouilli, éstos sean tan fantásticos como irrealizables. Y claro llegan los suspensos casi generales, digo casi porque también hay compañeros que deben tener los mismos sueños y les salen bien los exámenes. Es en estos momentos cuando las quemaduras de la Escuela escuecen más, cuando ves que todo el esfuerzo que has realizado día tras día se esfuma nada más te entregan el enunciado del examen y sólo eres capaz de poner bien tu nombre, y casi ni eso, porque entras en shock y te preguntas ¿tanto para esto? Y yo respondo: sí.

También, es en estos momentos cuando os preguntaréis si realmente lo que nos enseñan en la carrera sirve para algo (quien no ve la enorme utilidad que tiene un punto eutéctico es que no tiene ni idea de la carrera), si no estaréis perdiendo el tiempo, o incluso si os habéis equivocado de carrera. Y luego llega la pregunta clave: ¿todo esto merece la pena? Yo me la hice en su día y la respuesta que encontré es que no, que por supuesto que estos hachazos no merecen la pena y que la desilusión permanente tampoco. El esfuerzo hecho en vano se pierde, y el tiempo invertido para preparar una asignatura para luego suspenderla, también se va a la basura. Por esta razón a la Escuela hay que darle lo justo, porque ella va a hacer lo mismo.

Quemarse por la Escuela es en vano. Por lo que merece la pena quemarse e invertir esfuerzos e ilusión es en la familia, los amigos y la pareja, y por eso el tiempo, hay que invertirlo en eso: en estar con la familia, en hacer amigos y cuidarlos, y en echarse pareja (o mantener la que se traiga de fuera si se tiene esa suerte). No invirtáis más tiempo del justo y necesario en aprobar ninguna asignatura, no os queméis antes de tiempo en vuestra vida, porque en el fondo aquí sólo vais a estar unos pocos años y la vida es muy corta y bonita como para que esta Escuela os queme tan rápidamente."

PD: agradezco a los miembros del CorreOCaminos la oportunidad que me han dado este año de colaborar con ellos manándoles artículos y sobre todo por publicarlos. Especialmente me gustaría agradecer a nivel personal a la persona encargada de maquetar los artículos, todos han quedado muy bien. Gracias.

Caronte.



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