El próximo fin de
semana se cerrará un ciclo para mí. Habrán pasado cinco años desde mi primera
vez, y desde entonces lo he hecho siempre que he podido hacerlo. Seguro que las
mentes más calenturientas están pensando ya en temas morbosos, pero nada más
lejos de la realidad. Hace cinco años recién adquirida mi mayoría de edad,
realicé por primera vez el acto que nos da a los ciudadanos de los países avanzados
el derecho a poder decidir quién y, en menor medida, cómo nos gobiernan. Fue mi
primera vez en las urnas. Fue la primera vez que fui a votar. Una anécdota de
aquel día, fue que cuando llegué a mi mesa electoral, la presidenta me dijo que
era el más joven de todos los que habían pasado hasta el momento por allí.
El próximo domingo
día 25 de mayo, se celebrarán las Elecciones al Parlamento Europeo, para muchos
algo desconocido, o influidos por las malas lenguas de quienes no quieren saber
nada de Europa, ese lugar donde los partidos políticos mandan a sus viejas glorias
a un retiro dorado o a quienes más incómodos resultan. Pero aunque poca gente
sepa que dentro de una semana hay unas elecciones, a pesar de que seguro que sí
saben que el sábado 24 de mayo se disputará la final de la Liga de Campeones
entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid, final histórica por otra parte,
estas elecciones son tan importante, sino más que las del Senado, y esas sí
tienen mucha mayor participación, y los senadores sí que hacen mucho menos.
Desde aquella
primera vez que fui a votar, he ido siempre a hacerlo, porque lo considero mi
obligación moral como ciudadano no ya sólo de España sino de Europa, porque me
siento europeo. No h faltado nunca a ninguna cita electoral, como digo, aunque
eso no quiere decir que haya votado siempre al mismo partido como un mero
borrego dirigido por su pastor redil. Voto porque creo que es mi deber en
Democracia, pero no voto a ciegas. Es mi conciencia y lo que veo en los
partidos lo que me hacen votar una u otra cosa. Votar significa dar tu opinión
sobre cómo están yendo las cosas en tu país, región o ciudad, pero también es
mucho más. Votar es no quedarte callado, es no permitir que nadie se apropie de
ese “no voto” que emites no yendo al colegio electoral. Votar es no permitir al
Sr. Mariano Rajoy, y a su partido la caverna del PP, apropiarse con tu
silencio, como han hecho en los últimos años con las manifestaciones apelando a
la mayoría silenciosa para decir que hay más gente que les apoya de los que les
reprueban. ¡Y un cuerno! Yo voto para que esto no se pueda producir, mi voto es
mío y de nadie más, pero mi silencio, a pesar de que también es mío, puede ser
tomado prestado por otros para justificar cualquier cosa. Votar es una manera
de hablar, de decir basta, de quejarse, de castigar a un partido político con
el que siempre te has sentido identificado pero que en los últimos tiempos ha
cambiado de rumbo; votar es una manera de cambiar tu país, tu ciudad, y en este
caso Europa. No votar significa dar por bueno es estado actual de las cosas, y
no querer hacer nada por cambiarlas, te gusten o no.
Quizá unas
elecciones europeas no sean las más atractivas para ir a las urnas, y menos después
de la resaca que este país tendrá después de la Final de la Liga de Campeones,
pero aún así estas elecciones son muy importantes, o eso es lo que al menos a mí
me parece. Muchas gente piensa que el parlamento europeo es una residencia de
dinosaurios, un cementerio de elefantes; que los políticos que van allí no
hacen nada, y es probable que en parte tengan razón (Mayor Oreja, anterior
candidato del PP en cinco años sólo ha presentado 24 documentos, buena media),
pero hay gente que si curra allí y se deja la piel, por defender los derechos
de los ciudadanos de Europa, o de sus propios votantes. El Parlamento Europeo
toma decisiones muy importantes para nuestra vida cotidiana, decisiones que a
veces simplemente son de normativa y regulación pero que nos afectan a todos, y
sin las cuales quizá no podríamos vivir como lo hacemos. Es verdad que las decisiones
más visibles, las más polémicas, y las que más repercusión tienen en los medios
de comunicación se hacen en los parlamentos nacionales de cada uno de los países
miembros de la UE, pero hay otras muchas, las que rigen y hacen más fácil
(aunque a veces también más complicada, o más burocrática, mejor dicho) nuestra
vida.
Hay gente incluso
que piensa que estaríamos mejor fuera de la Unión Europea, que nos ahorraríamos
disgustos, y sueldos de políticos que no hacen nada. Pero la UE ha hecho y
sigue haciendo cosas muy importantes e indispensables para la integración de
los pueblos que conforman Europa. Si España no perteneciera a la UE, es muy
probable que no hubiéramos experimentado una subida salvaje en los precios de
todos los productos desde que entramos en el euro (otra de las cosas buenas que
tiene Europa, aunque a veces cueste verlo), pero tampoco podría decir yo que a
día de hoy tengo a un amigo estudiando en Múnich gracias a una beca Erasmus, ni
tampoco podría decir que he viajado a varios países de la UE sin necesidad de
perder tiempo en fronteras ni aduanas pasando trámites burocráticos. Es verdad
que por ejemplo en el tema de las becas Erasmus, éstas son mínimas y apenas
llegan a cubrir en muchos casos los gastos de los estudiantes en el extranjero,
pero sin ellas mucho menos, y habría muchos estudiantes que no podrían si
quiera imaginarse el hecho de estudiar un curso en el extranjero. Europa ha hecho
que la mentalidad de los europeos se abriera, haciéndoles ver la diversidad tan
amplia de la que disfrutamos en este continente, a nivel social y cultural, y
poder compartirla de manera normal.
Animo desde aquí a
que todo el mundo que de verdad considere que puede hacer algo por su país y
por Europa vaya a votar, a que no se quede en casa nadie viendo la tele,
comiendo palomitas, durmiendo la siesta, o viendo un partido de fútbol de
tercera regional. Animo a los jóvenes a que vayan a votar, a que vayamos a
votar, porque somos nosotros el futuro de Europa, y es a nosotros a los que más
perjudica el estado actual de las cosas en España y en Europa. Somos los
jóvenes los que no podemos permitir a ningún político afincado en la más oscura
de las cavernas fachosas/radicales que se apodere de nuestro “no voto” o de
nuestro silencio. Somos los jóvenes, o al menos aquellos que decidan en su día
servir a su país, los que algún día tendrán que tomar las decisiones correctas
para gobernarlo bien. A diferencia de lo que pasa en otras elecciones en
España, es las del próximo día 25 se puede votar a cualquier formación política
española, es decir, un gaditano podría votar si quisiera a Bildu, o un
madrileño podría votar a ERC; todas las ideologías y tendencias políticas
estarán disponibles para ser votadas, luego no hay excusa posible para no ir a votar.
El voto es libre,
y por tanto cada persona puede dispones de ese derecho como quiera, puede votar
en blanco o nulo, recuerdo que hace unos años mi madre metió en un sobre una
lista de la compra, mostrando así su asqueo a los políticos; se puede votar al
PP, espero que no lo haga mucha gente si realmente queremos avanzar en derechos
y no retroceder a los años 50, o al PSOE, aunque últimamente parece que no hay
diferencia alguna entre ellos. Pero hay muchas más opciones, toda la gama
cromática política estará presente en los colegios electorales en forma de
papeleta para votar, desde VOX (lo más profundo de la caverna fascista de este
país), hasta PODEMOS (partido radical de izquierdas, que va de progre e
intelectual, pero que está liderado por alguien más hipócrita que otra cosa),
pasando por un amplio rango de partidos como UPyD, IU, o CIUDADANOS. Sé que en
casita se está muy bien, o de farra con los amigos, o pasando la tarde con la
novia muy a gustito, pero aunque parezca mentira el domingo 25 de mayo nos
jugamos mucho. Nos jugamos que Europa cambie el rumbo y vuelva a preocuparse
más por sus ciudadanos que por los mercados, el capital y el dinero; nos
jugamos volver a esa Europa social envidiada en todo el mundo, una Europa
equitativa e igualitaria, multicultural y solidaria, o quedarnos en una Europa
más carca, antigua, racista y clasista, esa Europa a la que el capital nos está
conduciendo sin remedio, con la vaga excusa de que o hacemos esto o aquello, o
nos vamos al garete, y eso no es verdad porque hay muchas manera de hacer la
cosas.
Por eso digo que
hay que ir a votar. Hay que hablar a través de las urnas, hay que callar a
aquellos que prefieren nuestro silencio para poder adueñarse de él e
interpretarlo a su manera según les convenga. Votando nos podremos equivocar, o
nos podrán engañar, pero lo que no podrán hacer será quitarnos la libertad ni
silenciarnos, porque ir al colegio electoral es ejercer nuestra libertad.
Respeto a quien no quiera ir a votar, no comprendo su actitud porque no creo
que haya ninguna razón real para no ir a hacerlo salvo la de quedarse en casita
pensando que así nada de lo que pase con con él, pensando que si no vota él no
tendrá la culpa de nada, pero no es así. Quien no vota no tiene derecho a
quejarse luego de tal o cual medida, o tal o cual político, sólo votando y equivocándote
en tu voto, o siendo engañado por quienes votaste puedes quejarte, y en las
próximas elecciones volver a hablar y hacerlo de manera diferente. Votando
puede que no existe una democracia real, pero no yendo a votar lo que seguro
que existe es una “silenciocracia”, y eso si que es malo. Id el próximo día 25
a los colegios electorales y expresar vuestra opinión a través de vuestro voto,
o no hacedlo pero al menos ser luego coherentes con vuestras acciones y no os
quejéis por que toman decisiones que no te gustan cuando no haces nada para
impedirlo.
Caronte.
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