martes, 28 de enero de 2014

Prosa con mayúsculas

Hace un año más o menos, en mi tarea casi rutinaria de investigar en librerías e internet posibles títulos literarios que leer, me topé con este. No suelo ser muy amigo de los premios literarios que todos los años se conceden en España, ya que últimamente la mayoría de ellos están, digámoslo así, edulcorados, y casi nunca los títulos premiados tienen la calidad suficiente como para merecer galardones que en su día tuvieron reconocido prestigio. Sin embargo, me pareció muy curioso y hasta la fecha desconocido hasta mí que hubiese un premio literario llamado “Café Gijón”, esto fue lo primero que me llamo la atención. Una vez descubierto este premio me puse a mirar qué libros y autores habían sido premiados con este premio. No conocía a ninguno, y me dije empezamos muy bien. Mirando los títulos premiados me fijé especialmente en este “El Palacio Azul de los Ingenieros Belgas”, cuyo título me pareció de lo mas inusual y raro que había visto nunca, y sin embargo me llamó poderosamente la atención. El título me pedía a gritos que me interesara más por él, y así lo hice. Me costó muchos meses encontrar un ejemplar en las librerías, cosa que supongo tienen esos libros que son buenos pero no muy conocidos por no tener una mega campaña de promoción detrás. Cuando di con él estaba con otros libros y tenía otras lecturas pendientes, por lo que muy a mi pesar pasó a lista de espera.

En “El Palacio Azul de los Ingenieros Belgas” puse muchas expectativas, tenía muchas ganas de leerlo, esperaba mucho de él. Me lo terminé ayer, una semana me han durado sus más de trescientas páginas. Nunca antes un libro, no sólo cumplía con las expectativas que tenía de él sino que las superaba de manera tan amplia como lo ha hecho este. Esta novela, o mejor dicho este “novelón”, es mucho más que mera literatura, es un magnífico ejercicio de escritura, en el que su autor Fulgencio Argüelles demuestra que es un grandísimo narrador y que posee una prosa que solo unos pocos autores son capaces de imitar. Lo que este libro me ha hecho experimentar hacía tiempo que no lo vivía y sentía. Esta novela hace que te sumerjas en la misma historia, que la estés viviendo como un personaje más que habita el palacio azul de los belgas. Soy un lector de vagón de metro, es donde más horas de lectura echo, y había días que los túneles, la gente, el ruido y el traqueteo del vagón desaparecían por completo y daban paso al verde valle del norte de España, a las minas de carbón, al pueblecito y al palacio de los belgas donde se desarrolla la historia de la novela.

El título de esta novela es a la vez tan genérico y a primera vista simple, como misterioso y sugerente. Nos invita a descubrir este edificio, donde una vez dentro conoceremos a las dos familias de ingenieros belgas que lo habitan, así como a los sirvientes de las mismas. El protagonista y narrador de esta historia es Nalo un joven entusiasta de la vida que pierde a su padre en la mina y que gracias a su abuelo entra a trabajar como ayudante de jardinero en el Palacio, bajo las ordenes y enseñanza de Eneka. La novela, narra el camino de descubrimientos vitales que sigue Nalo. En este camino Nalo descubrirá el amor gracias a tres mujeres: su hermana, la hija de uno de los ingenieros belgas y la ayudante de la cocinera del palacio azul; descubrirá también la sabiduría y el deseo por saber más y más sobre la vida; descubrirá como los acontecimientos y los momentos que se viven a lo largo de la vida no son simples sino que entrañan otros acontecimientos; descubrirá como un momento pueden ser varios momentos a la vez; descubrirá también la sinrazón del ser humano y que éste es capaz de lo mejor y lo peor.

Hilando con la coloridad que le da al libro su título, diré que en las páginas de este libro se pasará por todas las gamas de tonalidad del azul, iremos desde un azul muy vivo, alegre, dinámico; hasta un azul mezclado con gris casi imperceptible, un azul que ha perdido parte de su vida debido al paso del tiempo debido al paso de la propia vida. Esta novela no es de un único personaje, sino de muchos, todos ellos pasan por la vida de Nalo y dejan parte de ellos en él: Eneka el jardinero, que le enseñara todo lo que sabe de las plantas y las flores, pero también de la vida y de esa mariposa que todo alguna vez sentimos dentro de nosotros y que Nalo tendrá que saber encontrar; Cosme, el abuelo, el señor de los silencios al principio de la novela, pero que en el ambiente revolucionario de la misma acaba por despertar de su letargo y se pone a construir su utopía como un loco; Lucía, la hermana de Nalo, la musa Caliope para Eneka, una mujer tomada por loca por no seguir los convencionalismos sociales, por amar la poesía y creer en el amor; la señorita Julia, ayudanta de la cocinera del palacio azul; Alipio, Basilio el ruso, las familias belgas. Todos estos personajes cuentan, y tienen algo que decir; todos son parte de Nalo y todos ayudan a que este descubra la vida.

Esta novela trata del amor, de la vida, y de las revoluciones que se viven a lo largo de nuestra existencia. Revoluciones no solo físicas, como las revoluciones que en la última parte del libro harán que se tambalee todo el mundo de Nalo, y haga temblar las columnas del palacio azul; sino también revoluciones internas en cada uno de los personales que les llevarán a tomar decisiones que harán que sus vidas tomen uno u otro camino, que será complicadas de tomar y ante las cuales no siempre es fácil responder. Este libro emana también mucha sensualidad y amor; puedo decir sin equivocarme que las escenas de amor y pasión que hay en el libro son de las más bellas y profundas que he leído nunca.

Fulgencio Argüelles ha creado con esta novela un mundo íntimo, en el que uno se embulle inmediatamente cuando empieza a leerla, y del que a veces es muy complicado salir. He de advertir que esta no es una novela fácil de leer a simple vista, debido a que si uno ojea sus páginas no encontrará diálogos, no porque no los haya sino porque Argüelles urde una magnífica prosa en la que embebe los diálogos y los hace formar parte de un todo-uno de un elemento compacto como es este libro. Pero esta impresión de “mazacote” queda totalmente disipada una vez comenzamos a leer, y se empiezan a suceder las historias y la vida de los personajes, las imágenes coloridas del palacio azul, los amores y desamores, los sabios refranes de la abuela Angustias.

En definitiva, quien quiera saber más de la historia de “El Palacio Azul de los Ingenieros Belgas” que lea esta preciosa novela, una de las pocas, como ya he dicho, que han superado con creces las expectativas que puse en ella antes de leerla. Con este novelón se demuestra el enorme talento que tienen algunos autores de este país y que no siempre es valorado por el público en general, porque así como el Palacio Azul es un misterio para la mayoría de los personajes de la novela, este libro pasará también pasará inadvertido para la mayoría de los lectores que preferirán best sellers en vez de calidad. Espero que si alguno se topa alguna vez con este libro lo disfrute tanto como yo.


Caronte

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