sábado, 18 de enero de 2014

Toledo (Parte II)

Toledo es en gran parte su Alcázar, pero también mucho más. Toledo también es el Tajo. El Tajo, que abraza a la ciudad, la guarda, la protege. Ese río Tajo que nace en los Montes Universales, y va a morir al Atlántico en Lisboa. Pero mientras el Tajo vive, ama a la ciudad de Toledo; y ese amor se materializa con el abrazo que le da. Y al Tajo se asoma el Alcázar, sin dirigimos nuestros pasos hacia la parte trasera de éste nos encontramos con un parque desde el cual tenemos unas vistas increíbles del río y de la Academia de Infantería, que desde la otra orilla se enfrenta en duelo singular al Alcázar. Desde este mismo parque también podemos ver el Castillo de San Servando, magnifica construcción que data del siglo XI.

Pero volvamos a la plaza de Zocodover, y desde ahí encaminemos nuestros pasos hacia la calle del Comercio. A partir de aquí empezaremos a descubrir ese Toledo, mágico, histórico, misterioso. Esta calle nos conducirá de manera más o menos directa a la Catedral, sin embargo por aquí no nos encontraremos con ella de frente, sino que habrá un momento en el que su torre de aguja ya nos señale su posición y con un simple ejercicio de orientación, casi sin quererlo, llegaremos hasta su fachada. Pero antes nos encontraremos una especie de callejón, la calle Chapinería que da a la entrada del Reloj de la Catedral, sitio por el cual se accede de manera general a la misma. Quien haya visitado Toledo pero no haya entrado en su Catedral, ha perdido el tiempo.

La Catedral de Toledo es sin duda alguna uno de los templos cristianos más imponentes de cuantos hay en España; además tiene la consideración honorífica de Catedral Primada, título que en la Edad Media hacía de esta diócesis la más importante de España, y por tanto la más poderosa y rica. Diócesis en la que todos los religiosos con ambición querían sentarse. Se dice que la Diócesis de Toledo es la más rica del mundo después únicamente de la de Roma. Esto no es de extrañar si nos damos una vuelta por el interior de la Catedral. Quien adentre sus pasos en la ella podrá contemplar una de las obras góticas más hermosas que hay en Europa, terminada en 1493 pero comenzada a construir en 1226. Al igual que el Alcázar, la catedral de Toledo no solo es hermosa per se, sino por los innumerables tesoros que guarda. Uno de los elementos que a mí en su día más me impresionó fue el transparente situado detrás del altar y formado por un impresionante grupo escultórico barroco capaz de dejar sin aliento a cualquiera. Mención aparte tiene la Custodia, una impresionante obra de orfebrería que en Corpus Christi sale a desfilar por la engalanadas calles de Toledo, en una de las escenas y fiestas más bonitas y de mayor devoción de España.

De la catedral se sale por la puerta de los leones y torciendo a la derecha vamos hacia la plaza del Ayuntamiento, que es también la de la Catedral. Esta plaza es prácticamente el centro geográfico del Toledo amurallado, y su aspecto no ha cambiado en siglos. Podemos imaginarnos a la gente poderosa de la ciudad caminar por ella, a judíos, cristianos, a comerciantes vendiendo sus productos. Esta plaza está jalonada por tres grandes edificios: la ya citada Catedral, el Ayuntamiento y el Palacio Arzobispal. Catedral y Ayuntamiento enfrentan sus fachadas, como ocurre en la mayor parte de los pueblos españoles, el poder civil y el divino frente a frente. Para los que conozcan Madrid el edificio del Ayuntamiento de Toledo se les asemejará bastante al viejo edificio del Ayuntamiento de Madrid en la Plaza de la Villa; y es que ambos son muy parecidos. Por cierto para aquellos a los que les guste la fotografía el mejor sitio para retratar la Catedral y poder captar toda su magnitud y belleza, el mejor sitio es debajo del Ayuntamiento, y la mejor hora del día como ocurre con todas las catedrales debido a su disposición es pasado el medio día, cuando su hermosa fachada asimétrica está completamente iluminada por el sol.

Saliendo de la plaza del ayuntamiento justo por la calle de enfrente de la catedral, podemos encaminarnos por callejuelas laberínticas hacia la Iglesia de San Ildefonso. Esta iglesia con aires de catedral se alza en una pequeña plaza de la cual parece querer salirse para encontrar más espacio y que se la puede contemplar mejor. Después de la Catedral, esta es probablemente una de las iglesias más grandes de Toledo, y también una de las más impresionantes por sus dos torres gemelas que se alzan por encima de los tejados, y desde las cuales se tiene una de las mejores perspectivas de la ciudad, en especial de la propia Catedral, con la que parece mantener una silenciosa rivalidad. Rivalidad por el hecho de que la Iglesia de San Ildefonso es la sede de los jesuitas en Toledo, y no debe ser desconocido para nadie que jesuitas y curia romana no siempre se han llevado bien que digamos.

Si nos alejamos de San Ildefonso en dirección hacia la derecha, las calles de Toledo empiezan a descender ligeramente. Nuestro camino por la historia se hará más sencillo. En la parte norte del centro de Toledo, en la cornisa elevada encima de la Puerta de Bisagra, se encuentra uno de los lugares más misteriosos de Toledo. Un lugar que perfectamente nos puede llevar varios siglos atrás, al XV o al XVI, a la época de mayor esplendor de España, a la época de los espadachines, pero también a una época oscura en la que el poder de la Iglesia era casi ilimitado. Estoy hablando de los cobertizos, calles muy estrechas algunas de las cuales techadas, en las que no caben tres personas dadas la mano. Calles que en invierno apenas ven la luz del sol. Calles que si de día son misteriosas, de noche llegan a ser incluso macabras. Calles en las que todo puede llegar a ser posible. Estas calles se articulan alrededor del Convento de Santo Domingo, y en alguna de ellas nos encontramos con travesaños de madera formando cruces, y hornacinas con imágenes de santos. Esta es una zona de Toledo en la que se escucha el silencio, en la que el viento habla, en la que tu cuerpo buscará el calor pero no lo encontrará.

Dejando atrás esta zona escalofriante, pero muy recomendable, ya que no suele tener muchos turistas, y en la que se huele la historia de Toledo, vamos a dirigirnos bordeando prácticamente la cornisa hacia otra de las puertas de entrada a la ciudad: la Puerta del Cambrón. El camino desde los cobertizos es casi recto y además cuesta abajo, más fácil de caminar después de haber pasado por la experiencia de los cobertizos. Este es buen punto para descansar, ya sea dentro de las murallas o fuera de las mismas y admirar esta puerta, que si bien queda siempre en segundo lugar si la comparamos con la de Bisagra, pero que tiene una historia nada desdeñable ya que su origen es musulmán, algo que no debe sorprender sabiendo donde estamos. A nivel personal, fue en esta puerta, más concretamente en un bar cercano a la misma, donde la primera vez que estuve en Toledo con amigos nos paramos a descansar y tomar algo para recuperar fuerzas. También es cierto que de las tres personas con las que tome algo allí, a día de hoy solo tengo relación con una de ellas, pero esta persona es una de mis mejores amigas, los demás supongo no merecían la pena.

La Puerta de Bisagra es buen sitio para poner otro punto y seguido a mi relato sobre Toledo. Estoy agotado después de caminar por toda la ciudad, por esas calles estrechas, laberínticas, empinadas. No penséis que queda poco, porque para el último capítulo he dejado la parte de la ciudad que a nivel personal más me gusta por la historia que guarda, por ser una zona de casas más bajas, y calles algo más anchas y por tanto más luminosas. Pero todo esto ya os lo contaré lo mejor que pueda en el siguiente capítulo.


Caronte.

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