Toledo
es en gran parte su Alcázar, pero también mucho más. Toledo también es el Tajo.
El Tajo, que abraza a la ciudad, la guarda, la protege. Ese río Tajo que nace
en los Montes Universales, y va a morir al Atlántico en Lisboa. Pero mientras
el Tajo vive, ama a la ciudad de Toledo; y ese amor se materializa con el
abrazo que le da. Y al Tajo se asoma el Alcázar, sin dirigimos nuestros pasos
hacia la parte trasera de éste nos encontramos con un parque desde el cual
tenemos unas vistas increíbles del río y de la Academia de Infantería, que
desde la otra orilla se enfrenta en duelo singular al Alcázar. Desde este mismo
parque también podemos ver el Castillo de San Servando, magnifica construcción
que data del siglo XI.
Pero
volvamos a la plaza de Zocodover, y desde ahí encaminemos nuestros pasos hacia
la calle del Comercio. A partir de aquí empezaremos a descubrir ese Toledo,
mágico, histórico, misterioso. Esta calle nos conducirá de manera más o menos
directa a la Catedral, sin embargo por aquí no nos encontraremos con ella de
frente, sino que habrá un momento en el que su torre de aguja ya nos señale su
posición y con un simple ejercicio de orientación, casi sin quererlo,
llegaremos hasta su fachada. Pero antes nos encontraremos una especie de
callejón, la calle Chapinería que da a la entrada del Reloj de la Catedral,
sitio por el cual se accede de manera general a la misma. Quien haya visitado
Toledo pero no haya entrado en su Catedral, ha perdido el tiempo.
La
Catedral de Toledo es sin duda
alguna uno de los templos cristianos más imponentes de cuantos hay en España; además tiene la consideración honorífica de Catedral Primada,
título que en la Edad Media hacía de esta diócesis la más importante de España,
y por tanto la más poderosa y rica. Diócesis en la que todos los religiosos con ambición querían sentarse. Se dice que la Diócesis de Toledo es la más
rica del mundo después únicamente de la de Roma. Esto no es de extrañar si nos
damos una vuelta por el interior de la Catedral. Quien adentre sus pasos en la ella
podrá contemplar una de las obras góticas más hermosas que hay en Europa, terminada
en 1493 pero comenzada a construir en 1226. Al igual que el Alcázar, la
catedral de Toledo no solo es hermosa per
se, sino por los innumerables tesoros que guarda. Uno de los elementos que
a mí en su día más me impresionó fue el transparente situado detrás del
altar y formado por un impresionante grupo escultórico barroco capaz de dejar
sin aliento a cualquiera. Mención aparte tiene la Custodia, una impresionante obra de orfebrería que en Corpus Christi sale a desfilar por la engalanadas calles de Toledo, en una de las escenas y fiestas más bonitas y de mayor devoción de España.
De
la catedral se sale por la puerta de los
leones y torciendo a la derecha vamos hacia la plaza del Ayuntamiento, que
es también la de la Catedral. Esta plaza es prácticamente el centro geográfico del
Toledo amurallado, y su aspecto no ha cambiado en siglos. Podemos imaginarnos a
la gente poderosa de la ciudad caminar por ella, a judíos, cristianos, a comerciantes
vendiendo sus productos. Esta plaza está jalonada por tres grandes edificios:
la ya citada Catedral, el Ayuntamiento y el Palacio Arzobispal. Catedral y Ayuntamiento enfrentan sus fachadas,
como ocurre en la mayor parte de los pueblos españoles, el poder civil y el
divino frente a frente. Para los que conozcan Madrid el edificio del
Ayuntamiento de Toledo se les asemejará bastante al viejo edificio del
Ayuntamiento de Madrid en la Plaza de la Villa; y es que ambos son muy
parecidos. Por cierto para aquellos a los que les guste la fotografía el mejor
sitio para retratar la Catedral y poder captar toda su magnitud y belleza, el
mejor sitio es debajo del Ayuntamiento, y la mejor hora del día como ocurre con
todas las catedrales debido a su disposición es pasado el medio día, cuando su
hermosa fachada asimétrica está completamente iluminada por el sol.
Saliendo
de la plaza del ayuntamiento justo por la calle de enfrente de la catedral,
podemos encaminarnos por callejuelas laberínticas hacia la Iglesia de San Ildefonso. Esta iglesia con aires de catedral se
alza en una pequeña plaza de la cual parece querer salirse para encontrar más
espacio y que se la puede contemplar mejor. Después de la Catedral, esta es
probablemente una de las iglesias más grandes de Toledo, y también una de las
más impresionantes por sus dos torres gemelas que se alzan por encima de los
tejados, y desde las cuales se tiene una de las mejores perspectivas de la
ciudad, en especial de la propia Catedral, con la que parece mantener una
silenciosa rivalidad. Rivalidad por el hecho de que la Iglesia de San Ildefonso
es la sede de los jesuitas en Toledo, y no debe ser desconocido para nadie que
jesuitas y curia romana no siempre se han llevado bien que digamos.
Si
nos alejamos de San Ildefonso en dirección hacia la derecha, las calles de
Toledo empiezan a descender ligeramente. Nuestro camino por la historia se hará
más sencillo. En la parte norte del centro de Toledo, en la cornisa elevada
encima de la Puerta de Bisagra, se encuentra uno de los lugares más misteriosos
de Toledo. Un lugar que perfectamente nos puede llevar varios siglos atrás, al
XV o al XVI, a la época de mayor esplendor de España, a la época de los
espadachines, pero también a una época oscura en la que el poder de la Iglesia era
casi ilimitado. Estoy hablando de los cobertizos,
calles muy estrechas algunas de las cuales techadas, en las que no caben tres
personas dadas la mano. Calles que en invierno apenas ven la luz del sol.
Calles que si de día son misteriosas, de noche llegan a ser incluso macabras.
Calles en las que todo puede llegar a ser posible. Estas calles se articulan
alrededor del Convento de Santo Domingo,
y en alguna de ellas nos encontramos con travesaños de madera formando cruces,
y hornacinas con imágenes de santos. Esta es una zona de Toledo en la que se
escucha el silencio, en la que el viento habla, en la que tu cuerpo buscará el
calor pero no lo encontrará.
Dejando
atrás esta zona escalofriante, pero muy recomendable, ya que no suele tener
muchos turistas, y en la que se huele la historia de Toledo, vamos a dirigirnos
bordeando prácticamente la cornisa hacia otra de las puertas de entrada a la
ciudad: la Puerta del Cambrón. El
camino desde los cobertizos es casi recto y además cuesta abajo, más fácil de
caminar después de haber pasado por la experiencia de los cobertizos. Este es
buen punto para descansar, ya sea dentro de las murallas o fuera de las mismas
y admirar esta puerta, que si bien queda siempre en segundo lugar si la
comparamos con la de Bisagra, pero que tiene una historia nada desdeñable ya
que su origen es musulmán, algo que no debe sorprender sabiendo donde estamos.
A nivel personal, fue en esta puerta, más concretamente en un bar cercano a la
misma, donde la primera vez que estuve en Toledo con amigos nos paramos a
descansar y tomar algo para recuperar fuerzas. También es cierto que de las
tres personas con las que tome algo allí, a día de hoy solo tengo relación con
una de ellas, pero esta persona es una de mis mejores amigas, los demás supongo
no merecían la pena.
La
Puerta de Bisagra es buen sitio para poner otro punto y seguido a mi relato
sobre Toledo. Estoy agotado después de caminar por toda la ciudad, por esas
calles estrechas, laberínticas, empinadas. No penséis que queda poco, porque
para el último capítulo he dejado la parte de la ciudad que a nivel personal
más me gusta por la historia que guarda, por ser una zona de casas más bajas, y
calles algo más anchas y por tanto más luminosas. Pero todo esto ya os lo
contaré lo mejor que pueda en el siguiente capítulo.
Caronte.
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