domingo, 17 de mayo de 2015

Ya va siendo hora de un cambio de aires en Madrid

Estos días Madrid está celebrando el día de su Patrón, San Isidro Labrador. Todo el mundo está contento, hace sol, calor, se comen rosquillas del santo, de las tontas, de las listas, de fresa, café, limón y gallinejas y entresijos. La pradera de San Isidro se llena estos días de chulapos y chulapas, madrileños de pura cepa y de adopción, turistas y gente de paso por la capital del Reino. Madrid está alegre. Pero hay un olor extraño en el ambiente. Hay una sensación diferente este año y es que en una semana escasa tenemos elecciones. Sí, señores ya han pasado cuatro años desde las últimas y parece que las de este año no van a ser tan tranquilas como lo han venido siendo en las últimas ediciones. Es muy probable que el año que viene por las festividades del patrón de la ciudad haya nuevos aires en la capital.

Ya sé que unas elecciones es lo menos apetecible que hay en este mundo, y aguantar una campaña electoral que inunda todos los medios de comunicación (televisión, radio, prensa e internet) es tan placentero como pillarte el prepucio con la cremallera del pantalón. Pero es lo que toca este año, y ya nos podemos ir acostumbrando porque todavía nos quedan varias elecciones más: las generales a saber cuando son; las catalanas para terminar de consumar el fracaso y la total ineptitud de Artur Mas que sigue viviendo colgado de una lámpara y delirando por las esquinas del Palau de la Generalitat: y quizá de nuevo las Andaluzas después de haber descubierto en Susana Díaz una señora prepotente, arrogante, orgullosa y necia que se cree que ha ganado unas elecciones que adelantó para conseguir arrollar y que se ha encontrado abrumada por la situación política. Pero ninguna de estas elecciones me importa tanto como las que se celebran para elegir al próximo Alcalde de la Villa y Corte.

Madrid lleva desde el año 1991, el mismo que yo nací, gobernado por la derecha. Algo que en principio no es ni negativo ni positivo, simplemente es un hecho. En 24 años de gobiernos populares del ayuntamiento, muchos de ellos por mayoría absoluta, Madrid ha cambiado mucho eso es verdad. Lo que pasa es que en los últimos doce años, desde que Álvarez del Manzano dejara la alcaldía, ésta no ha sido más que un foco constante de disputas políticas y egos personales. Alberto Ruiz Gallardón, ese ministro de justicia dimisionario que tenía exterior de cordero pero un interior más oscuro y diabólicamente retrógrado que el más cavernario de los franquistas de la antigua usanza. A todos engañó un Ruiz-Gallardón que decía que sólo quería trabajar para Madrid, para hacerla una de las ciudades europeas más bonitas, de moda y a la vanguardia; pero que sólo usó el sillón de alcalde de la capital para lanzarse políticamente y manejar los hilos para ser nombrado ministro a las primeras de cambio.

No voy a decir que los 24 años de gobiernos conservadores han sido nefastos para Madrid. Sería exagerar y hacer tabla rasa, además de mentir. A mí personalmente Álvarez del Manzano me caía y me cae bien; también es cierto que no puedo juzgar sus años de gobierno ya que por aquel entonces yo todavía era un niño nada interesado en asuntos de mayores. Pero al menos fue un alcalde que no quería ser otra cosa, quizá porque no daba para más, y que quedaba bien de alcalde, tenía presencia institucional. Pero cuando él se marchó grises nubarrones se cernieron sobre Madrid. Llegó Gallardón seguido muy de cerca por su ego, y con ellos Madrid cayó en una vorágine megalómana que solo el ostión que nos hemos dado todos con la crisis nos ha permitido ver su alcance.

Los ocho años de Gallardón como Alcalde de Madrid han supuesto, desde mi punto de vista la muerte de Madrid. Antes de su llegada esta ciudad estaba muy viva, se debía a sus ciudadanos única y exclusivamente, y nada tenían que decir los sueños faraónicos de nadie, ni las voluntades enriquecedoras de las grandes empresas de este país. Con Gallardón todo cambió. El alma de Madrid terminó por languidecer, y ese Madrid que durante mucho tiempo fue punta de lanza de la cultura, no sólo española sino europea, pasó a ser un escaparate en el que el señor Gallardón hacía méritos para que le nombraran algo más que ser Alcalde de Madrid.

La ciudad cambió físicamente en ocho años, más que en toda su historia anterior desde que fue elegida por Felipe II como Capital del Reino y Villa y Corte en 1561. Y todo porque Gallardón quería pasar a la historia, a la posteridad. Madrid quedó cubierto de vallas, zanjas, calles levantadas, aceras cortadas, ruido, polvo, hormigón, asfalto y granito. La M-30 se soterró, algo que creo que fue una de las mejores ideas que tuvo Gallardón pero que se llevó a cabo de la forma más chapucera posible, y así hoy en día cada vez que lleve más de la cuenta los madrileños podemos disfrutar de una canal de remo subterráneo (espero que mi profesor de ferrocarriles no lea esto ya que fue el ideólogo del soterramiento). Es cierto que Madrid recuperó el río, si es que alguna vez tuvimos algo que mereciera dicho nombre, y el parque del Manzanares es ahora una gran zona verde de uso y disfrute de los madrileños, que estarán pagando las deudas de dichas obras hasta el infinito y más allá.

Pero salvando en parte lo de la M-30, el resto de actuaciones de Gallardón en Madrid han sido nefastas. La ciudad ha quedado repleta de granito y hormigón quitando vida a espacios tan hermosos como Sol, Ópera o la Carrera de San Jerónimo. Sin embargo la obra más emblemática del periodo Gallardón, fue el traslado del Ayuntamiento desde la Casa de la Villa, sede histórica del Ayuntamiento desde 1692, al Palacio de Cibeles en la plaza del mismo nombre. Esa mudanza, absurda y millonaria, fue sólo porque Gallardón quería dejarse ver, tener una gran sede para su despacho; no estaba cómodo en el palacio del siglo XVII, eso era poco para él, necesitaba algo más grandioso, y así lo hizo. Mucho se podrá decir de Gallardón después de su paso por la Alcaldía de Madrid, pero para mí siempre será quien destruyó el alma y la razón de ser de Madrid.

La última broma que nos dejó Gallardón a los madrileños, o mejor dicho, la última tomadura de pelo en toda regla fue en 2011, cuando ganó las elecciones diciendo que iba a ser Alcalde de Madrid y nada más y a los pocos meses de ganar de nuevo con mayoría absoluta fue llamado bajo las faldas de Rajoy para ser ministro. Hubiera sido una decisión que sólo le hubiera dejado mal a él sino llega a ser porque dejó en el Ayuntamiento a la ilustrísima Ana Botella. La maldición estaba completa. ¡Qué desastre de mujer! Si Madrid todavía tenía algo de pulso después de los años de Gallardón, Botella terminó por rematar a Madrid, le dio la puntilla.

Fijaos si Madrid habrá pasado por penurias a lo largo de su historia, si no habrá tenido alcaldes pésimos; pues creo que nunca hasta la llegada de Botella a la alcaldía nada ni nadie había sido tan dañino para la capital. Desde diciembre de 2011 en el Ayuntamiento Madrid se instaló la incompetencia, la incultura, la necedad, la arrogancia y la caspa de los más rancios conservadores. Toda expresión de arte, cultura y forma de vida moderna se silenció. Las manifestaciones del orgullo gay, que no es que sean los eventos a los que más me guste ir, pero dejan en la ciudad una cantidad ingente de dinero, siendo la fiesta europea homosexual más importante, fue totalmente cohibida haciéndoles de nuevo sentirse mal vistos por un equipo de gobierno sacado de lo más profundo de la cueva fascista (muchos de sus representantes y habitantes siguen viviendo en Madrid). Luego vino lo de la relaxing cup of café con leche delante de medio mundo en Buenos Aires durante su discurso para conseguir convencer a los miembros del COI para que nos dieran los JJ.OO. Como digo nunca antes Madrid tuvo a alguien tan incompetente al frente de su Ayuntamiento.

Muchos dirán que Botella pasará a la historia como primera alcaldesa de Madrid, a lo que yo responderé siempre que alcalde de Madrid es aquella persona que es elegido por sus conciudadanos para regir los asuntos de la capital. La Señora Botella NO ha ganado ningunas elecciones para ser Alcaldesa de Madrid, por tanto por mucho que haya ejercido dicho cargo para mí nunca lo habrá sido. Si sucedió a Gallardón y estuvo en el equipo de gobierno antes fue porque era la mujer de Aznar (Dios los cría y ellos se juntan, que se podría decir), nada más. Suele decirse que quien ha sido alcalde de Madrid siempre lo es, de hecho he saludado a dos antiguos alcaldes (Barranco y Álvarez del Manzano) y les he tratado de Alcalde, pero a esta señora como me la cruce por la calle lo único que puede que se lleve de mí es un insulto (ladrona, incompetente, miserable, cosas así). Por desgracia hemos tenido que aguantar durante mucho tiempo a esta señora que si tuviera algún tipo de ética, moral o decencia, y siendo tan cristiana todavía más, hubiera dimitido días después de la muerte en el Madrid Arena de cinco jóvenes muchachas aplastadas por la multitud en una fiesta que sirvió para llenar de billetes los bolsillo de los amiguetes de la alcaldesa. No sólo no dimitió sino que se fue a un balneario con Aznar a Portugal estando las pobres muchachas de cuerpo presente. A eso llamo yo indecencia.

Por suerte pase lo que pase el próximo día 24 de mayo Botella se irá ya a su casa y no la volveremos a ver ese precioso pelo suyo tan bien peinado en la peluquería a la que va en coche oficial. Gane quien gane las próximas elecciones no tendrá demasiado difícil superar lo que ha hecho Botella, hasta un niño de primaria podría hacerlo mejor, incluso un chimpancé. Madrid se juega mucho el 24 de mayo. Podemos seguir gobernados por la derecha más arcaica, más rancia y más repulsiva, representada en este caso por Esperanza Aguirre (ejemplo de la nueva hornada de políticos que vienen a regenerar la política española......). O bien podemos decidir dar un buen cambio de aires a la capital después de llevar 24 años gobernados por las mismas ideas y formas de pensar. Mi opinión es que hay que abrir las ventanas, airear el Ayuntamiento, darle nuevos modos de hacer las cosas, nuevas caras, nuevas ideas, nuevos aires. Pero va a estar difícil.

El PP en un intento a la desesperada de mantener la capital de España bajo su mando y poder presenta a Aguirre, un peso pesado del ala más radical liberal-conservadora (aunque lo de liberal es de boquilla porque a la hora de debatir ideas no se atreve a hacerlo con todos sus rivales a la vez y cada vez que un periodista la incomoda intenta acabar con él). Ojalá no gane esta señora porque si es así esta ciudad está totalmente perdida, y será irrecuperable. No podemos dejar que gobierne una persona que ha amparado, mirando hacia otro lado, la corrupción, tiene a muchos de sus antiguos consejeros autonómicos, gente que ella puso en su puesto otorgándoles confianza, procesados por corrupción. Pero la pobre Aguirre no sabía nada, era una señora que pasaba por allí y se ha ido enterando ahora de todo. ¡Necia e hipócrita! Eso es lo que es. Por desgracia todavía quedan en esta ciudad muchas personas que la votarán, que sin dos dedos de frente creerán sus embustes y mentiras, y como burros con orejeras ignorarán los hechos. Por esta gente a pesar de todo lo que pasa y de todos los escándalos que hay, el PP sigue ganando en las encuestas.

Tampoco es que las alternativas se lo pongan muy difícil. El PSOE ha elegido a Antonio Miguel Carmona, una persona que en su día me parecía muy cabal, predispuesto, formal y con formación bastante aceptable para recuperar Madrid. Ahora sin embargo, y sintiéndolo mucho porque me reconozco votante del PSOE y siempre he estado más cerca de sus ideas que de cualesquiera otras, no pienso otorgarle mi voto. Carmona me ha demostrado esta campaña electoral que es un payaso, que solo busca la foto como sea, que no tiene altura de miras y que no puede aspirar así a coger el bastón de mando del Ayuntamiento. Así no se puede ir a ningún sitio, no se puede estar por la mañana disfrazado de bombero, a media tarde plantando un pino (un árbol, que nadie me malinterprete) en un parque y por la noche con Teresa Campos bailando y cantando en un programa de televisión. Pero también en este caso habrá votantes que lleven orejeras y sean incapaces de ver nada más allá que las siglas a las que llevan votando toda la vida sin criterio alguno en ciertos momentos.

UPyD e IU son irrelevantes ya en la vida política de la capital, no tengo ni idea de quiénes son siquiera sus candidatos. No han sabido conectar con la gente, los primeros por seguir confiándose a una mujer que viene de la vieja política y que no suelta el mando ni rociándola con agua hirviendo; los otros porque se han vuelto a darle vueltas a si son de izquierda más o menos radical y tal y cual. Pero no se acaba ahí la cosa. En los últimos meses dos fuerzas políticas se han sumado al juego político. Por suerte para los ciudadanos, Podemos y Ciudadanos, han irrumpido en toda España como vías alternativas y posibilidades de cambio aparentemente real en la política. Y en Madrid es posible que tengan la llave del futuro gobierno.

Ciudadanos se presenta con una cara muy joven, amable, hasta atractiva en cierto punto; una abogada que nunca antes había estado metida en política pero que ha creído llegado el momento de dar un paso adelante, dar la cara por sus ideas y su ciudad, algo que la honra, a ella y a todo el mundo que como ella ha decidido dejar de criticar sin hacer nada (algo muy español) para ponerse al frente de una proposición política y defender su visión de la sociedad. Sin embargo pese a que esta joven abogada tiene todos los puntos a favor en cuanto a lo que la ciudadanía está exigiendo: juventud, caras nuevas, nuevos modos y formas, aparentemente nuevas ideas y propuestas, y ninguna vinculación anterior con la política; a pesar de esto a mí no me gusta un pelo. No es que Ciudadanos me levante antipatías en general: les considero un partido moderado, bastante centrado aunque en temas económicos está más escorado a la derecha de lo que me gustaría. Lo que pasa es que en el caso de su candidata al Ayuntamiento de Madrid veo que cojea más de la cuenta y muestra más simpatías con los PPeros que con otros movimientos. Creo que sería un error total y absoluto que si tuvieran la llave del Ayuntamiento para que fuera Aguirre la que gobernara, la apoyaran consumando la perpetuidad de unas ideas y una forma de gobernar que se ha demostrado corrupta y que ha conducido a la muerte de Madrid por sobreexposición al PP.

Por último tenemos la coalición de izquierda Ahora Madrid, liderada por la ex jueza Manuela Carmena de 71 años, apoyada por Podemos. Es curioso que un partido como Podemos, que se ha caracterizado por su juventud y vitalidad desde que apareció como un elefante en una cacharrería en la vida política española justo hace un año consiguiendo 5 eurodiputados, haya apoyado para la Alcaldía de Madrid a una persona tan veterana, versada en tantas batallas por los derechos humanos. A pesar de que aparentemente no represente la regeneración política, al menos por edad, sí que es un cambio que de consumarse creo que solo traería buenas cosas a la Villa y Corte. Desde que salió elegida para encabezar esta candidatura he ido poco a poco acercándome a sus ideas y sus formas; cada vez que ha dado una entrevista en la televisión se la ha visto segura, tranquila, sin pelos en la lengua incluso cuando ha tenido que reprender a aquellos que la han apoyado para que se presentara, no le tiembla la voz nunca, defiende con convicción sus ideas y no cae en la trampa de acusar al rival. Desde que los sondeos la dan buenos resultados ha estado recibiendo críticas muy feroces, totalmente miserables, por parte de miembros de la caverna fascista de esta ciudad que ven que es posible que el próximo 24 de mayo cambien las cosas y dejen de poder hacer sus negocios sucios como hasta ahora los han ido haciendo. Para mí Manuela Carmena representa el ideal de Alcalde de Madrid, alguien con ideas claras, de convicciones fuertes y con respetabilidad, que es lo más importante.

Muy incierto está el resultado de las próximas elecciones, y dependerá de muchos factores de última hora. Pero voy a mojarme, no está el horno para seguir callado, esconder la cabeza, o decidir huir de este país para no afrontar nuestro deber como ciudadanos. Amo Madrid, siempre me ha gustado la política y hasta hace no mucho tenía en la cabeza afiliarme al PSOE pero viendo cómo funcionan las cosas en esa casa de locos y cómo se está más pendiente del quedar bien y hacerse una foto que de lo que verdad importa me terminé por desilusionar. Hasta que han aparecido todo este marasmo de nuevos partidos y nuevas ideas, o al menos nuevas formas y caras. El próximo domino iré a mi colegio electoral a votar y lo haré por Manuela Carmena, porque creo que es la única que con sensatez y buenas formas, con diálogo y escuchando, con honradez y humildad, puede devolver a la vida a una ciudad sumida en un letargo mortuorio de difícil salida si se sigue por el mismo camino. Madrid necesita nuevos aires. Madrid debe empezar una nueva época y no puede hacerlo con los mimos de siempre (PP o PSOE me da igual, ambos representan las viejas formas y la arrogancia de quien se cree investido de un derecho mayor por haber sido los únicos que han gobernado).

Por todo esto, y sabiendo que no soy más que un mísero estudiante que no va a convencer a nadie, creo que todo aquel que quiera que las cosas cambien de verdad, todo aquel que ame Madrid y crea que necesita nuevas ideas, nuevas formas y abrir un nuevo tiempo, debe votar por cambiar las cosas. Mi opción será Manuela Carmena, lo tengo claro. No pienso decir a quien debe votar nadie pero Madrid no puede pasarse otros cuatro años gobernado por los mismo ladrones de siempre. Ya va siendo hora de un cambio de aires en Madrid.

Caronte.

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