Mucho creo que he
tardado en hablar de la muy noble y de alta cuna clase política de nuestro
queridísimo país. Una clase política que cada día demuestras su incansable
esfuerzo por mejorar la vida de las ciudadanos, y que se preocupa
incansablemente de nuestras condiciones de vida buscando cómo poder mejorarla y
que todos nos podamos aprovechar de la riqueza de este gran país. Tenemos unos políticos
que día a día se dejan la piel para mejorar su nivel cultural, intelectual y
político para así ser los primeros en dar ejemplo al resto de los ciudadanos.
Con este panorama tan objetivamente descrito no entiendo cómo es posible que
España esté en la tan penosa situación en la que se encuentra, con un paro
inmenso, unos servicios sociales cada vez más mermados, una sanidad semi en
venta y una educación a la que cada día pueden acceder menos personas, ya que
la pobreza se extiendo por muchos estratos sociales. Sólo me cabe pensar que la
culpa la tenemos los ciudadanos por no tomar ejemplo de los políticos de tan
grande y excelsa catadura moral que nos indican el camino ellos mismos con sus
propias acciones. ¡Qué pena de sociedad!
Volvamos a la
realidad. Lo que acabo de decir creo que es muy probable que sea lo que se le
pasa por la cabeza a muchos de los dirigentes políticos que tenemos en España,
muchos de los cuales llevan en sus cargos décadas sin que haya habido nunca
ninguna posibilidad real de que abandonen el poder. A diferencia de lo que
debería de ser normal en una clase dirigente/política, que en el fondo no se
debería distinguir del resto de la sociedad por formar parte de ella, en España
tenemos una serie de grupos políticos de toda la vida (me voy a centrar en PP y
PSOE, que son los que han dominado la vida política en este país siempre) que
se han convertido en sectas cerradas, que muchas veces se cuelgan la medalla de
democráticas, que fabrican personas dedicadas únicamente – en cuerpo y alma – a
hacerse una carrera política, sin tener oficio ni beneficio conocido fuera de ese
“trabajo” que para ellos es la
política.
He aquí el primer
gran error de bulto que comenten esos a los que llamamos políticos, siempre
claro está según mi punto de vista. Para mí la política no es una profesión, sí
es cierto que hay una carrera que se llama Ciencias Políticas, pero si alguien
en algún momento se ha parado a analizar qué es lo que se da en ella,
descubrirá que no crea políticos sino que analiza y da una serie de pautas de
lo que es la organización política de una sociedad y de cómo ha ido
evolucionando esto a lo largo de la historia. No existen los políticos, y quien
crea lo contrario, sinceramente creo que está totalmente equivocado. Para mí lo
que existen son ciudadanos normales (panaderos, mecánicos, conductores,
profesores, médicos, matemáticos, abogados, ingenieros, etc.) que en un
determinado momento de su vida, no excesivamente largo, unos años, deciden
participar en la administración pública de su ciudad, región o país, para
intentar mejorarlo aportando sus ideas, su esfuerzo y su trabajo para buscar un
mayor bienestar, no para ellos mismos, sino para sus iguales. Estos son los
políticos para mí, y no esos que dicen serlo porque tienen un asiento en algún
parlamento desde hace décadas y que no han hecho nunca nada más que cobrar del
erario público. Que conste que esto no tiene por qué ser algo malo, y no lo
critico a priori; lo que sí critico, y creo que es poco ético, es que una
persona se tire toda su vida sin hacer ni el moco y no se le conozca otro
oficio haciendo de un hipotético servicio a la sociedad su trabajo.
Hablar de ética
con la panda que tenemos a día de hoy gobernándonos, o en la oposición
esperando para asaltar el poder cuando puedan, es algo utópico a más no poder.
El hablar de ética es algo mucho más complejo de lo que pueda pensarse. La
ética es algo que debe estar en la sociedad para que pueda estar en aquellas
personas que en un periodo de su vida quieran ejercer la política y dirigir el
devenir de sus conciudadanos. Sin no hay ética en la sociedad no podemos
exigirla a sus dirigente. Pero nos encontramos aquí con el dilema del huevo y
la gallina: ¿Qué fue antes la sociedad ética de la que salían políticos
respetables con unos criterios morales impolutos, o una serie de personas que
viendo como sus conciudadanos carecían de cualquier escrúpulo ético y
decidieron dar un paso al frente para con su ejemplo cambiar a la sociedad de
la que venían? La cuestión no es baladí y por desgracia no creo que a día de
hoy yo tenga la suficiente capacidad de análisis y los suficientes años vividos
de experiencia para juzgar e intentar dar una respuesta a esta pregunta.
Sí puedo sin
embargo dar mi opinión. Creo que debe de haber una simbiosis entre sociedad y
políticos. Nos necesitamos mutuamente. La sociedad no puede funcionar al libre
albedrío y para ello necesita de una serie de personas que dediquen su
intelecto a dirigir la sociedad; pero al mismo tiempo esas personas que den un
paso al frente para tomar las riendas de la sociedad deben salir de ella y ser
elegidos por los demás miembros. Pero si nos ponemos a observar cómo estamos en
España a este respecto es posible que nos dé una depresión enorme al comprobar
cómo estamos instalados en el escándalo constante, en el descubrimiento día sí,
día también, de nuevos casos de uso indebido de los fondos públicos (esos que
salen de los impuestos que pagan nuestros padres), de casos de abuso de poder,
de amiguismo, de trapicheos que no buscan la mejora de la sociedad sino del
bolsillo del alcalde, presidente, diputado o consejero de turno.
Es normal que la
gente está harta (hasta los mismísimos cojones por ser claro y hablar sin ambages).
Es normal que ya no nos creamos a nadie de ninguno de los dos grandes partidos
políticos. Es normal que la gente esté totalmente desencantada con la política
y con sus representantes. Es normal que se les insulte por la calle si se les
reconoce. Es normal que nuevas fuerzas políticas que nada tienen que ver con lo
anterior y que parecen haber vuelto a lo que la política debería ser (escuchar
al ciudadano, ser simplemente un instrumento y no un fin para conseguir mejoras
en el bienestar social, ser practicada por personas que deciden en muchos casos
compaginar su actividad profesional con el servicio público y que no pretenden,
en su mayoría, dedicarse de por vida a esto) esté ganando adeptos. ¡Todo menos
aquellos que nos han engañado!, parece que quiere decir la gente.
Sin embargo, PP y
PSOE, que son los que más están sufriendo, al menos en las encuestas este
desgaste, esta desilusión, siguen tomando al personal (a la sociedad) como si
fuera menor de edad, como si no supiéramos qué es lo que hay, como si fuéramos
gilipollas (permítaseme la expresión) y nos faltaran varios dedos de frente.
Los grandes partidos dejaron de hacer política hace mucho tiempo, desde el
primer momento en el que se convirtieron en organizaciones clientelistas
dirigidas por un líder al que había que hacer la pelota y pensar abiertamente
como él para poder llegar a ocupar algún puesto público. Los partidos políticos
no han sido democráticos nunca, porque desde siempre han asumida esa máxima de
Winston Churchill que decía que la Democracia es el peor sistema político que
existe. Ni PP, ni PSOE son a día de hoy dignos de confianza porque se han ido
pudriendo con el tiempo. Si en vez de haberse convertido en sectas cerradas en
las que solo pueden entrar aquellas personas que den el perfil, hubieran estado
siempre abiertas a la sociedad, sin prejuicios, sin miedos, sin vergüenza, es
muy probable que no estuviéramos en esta situación.
Con su
sectarización los partidos políticos han perdido contacto con la calle. Y lo
han confundido. Estar con la calle, patearse una ciudad, una comunidad autónoma
o un país, no es dar mítines en polideportivos congregando con comidas gratis a
los viejos del lugar que no tienen nada que hacer. Esta con la calle es
pertenecer a ella, y los políticos de hoy en día no pertenecer a ella, viven en
un mundo diferente, apartado totalmente de la realidad, o quizá viviendo una
realidad paralela que se quieren creer, y que los lameculos de turno ayudan a
hacerles creer para no contrariar al jefe. ¿A cuántos políticos habéis visto
alguna vez por la calle como un ciudadano normal? Yo solo a tres, al que fuera
presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, el que fuera Secretario General
del PSM, Tomás Gómez, y el que fuera ministro de Educación Ángel Gabilondo. ¿Os
parece normal? A mí no. Pero luego van todos, de progres y de cercanos haciéndose
fotos en ferias regionales o bailando sevillanas en plazas públicas.
Otra de las causas
que creo que hacen que la gente esté hasta el gorro es el poco nivel que tiene
la clase política y que se demuestra cada vez que hablan los dirigentes
políticos. Pero claro esto viene de la endogamia que se produce en los partidos
políticos, si no entra savia nueva y sólo se producen recambios con acólitos
más jóvenes del jubileta que ya se retira, qué queremos, que mejore el nivel,
es imposible así. Y es que lo que yo personalmente peor llevo es el bajísimo
nivel cultural, intelectual, moral y ético de los políticos. Me da verdadera
vergüenza cada vez que veo en la televisión, o escucho en la radio, alguna
sesión del parlamento. Tenga muchas veces la sensación de que esas sesiones no
se están celebrando en Madrid en la Carrera de San Jerónimo, sino en otro
planeta. Es un verdadero circo. Un toma y daca en el que lo único que se echan
en cara PP y PSOE son sus respectivos casos de corrupción (que ambos tienen
para dar y tomar) y sus gobiernos pasado. ¡Señores diputados, señores prescindente
y líder de la oposición, hablen de una puta vez de aquello que preocupa a los
ciudadano y dejen de airear mierdas ajenas, ya que si quieren tratar de mierda
miren primero en su propia casa para poder exigir al contrario que haga lo
propio! Repito es lamentable.
No me creo, no me
quiero resignar a creer, que los políticos consideren a la sociedad tan
analfabeta. Me hace mucha gracia, a la vez que me entristece, cómo cada vez que
el PSOE habla de los casos de la Gürtel y de Bárcenas, el PP responde con los
ERE. A ambos les digo que tienen razón que están de mierda hasta el cuello, que
los dos huelen que apestan y que por mí podrían irse todos a freír espárragos a
sus respectivos pueblos. Rodrigo Rato es un sinvergüenza de tres pares de
narices, un delincuente, un ladrón y un mentiroso, al igual que Bárcenas o
Granados; pero no lo son más que Chaves y Griñán, que con sus tejemanejes en la
Junta de Andalucía (o mejor dicho el Cortijo de Andalucía) han provocado un
fraude mayúsculo en el que se han ido para bolsillos particulares miles de
millones de euros pagados por todos. Mi consejo a PP y PSOE es que se callen,
que cierren su maldita y maloliente boca y se dediquen de una vez por todas a
hacer algo provechoso.
Pero las cosas no
se acaban aquí. En los últimos tiempos como ven que varios partidos políticos
pueden llegar a acabar con la hegemonía y la alternancia tradicional de PP y
PSOE en los gobiernos, se han dedicado a desprestigiar a esos nuevos
contrincantes que están haciendo ver a la sociedad que lo que había no era lo
normal, y que las cosas puede que no tengan que ser como nos llevan diciendo
toda la vida desde el partido de las gaviotas o desde el de la rosa. ¿Cuál ha
sido la reacción? Intentar usar el miedo. PP y PSOE intentan meter miedo a los
ciudadanos diciendo que lo que puede llegar nuevo no son más que experimentos
que fallarán. Eso es de ser muy miserables y necios. Siguen pecando de lo mismo
los grandes partidos: creen que la sociedad somos menores de edad, bebés de
teta a los que nos tienen que decir qué hacer. Eso ya se ha acabado. ¡Dejad de
considerarnos como imbéciles porque no lo somos! Somos igual que vosotros,
probablemente de mejor catadura ética y moral, y sin nosotros no vais a ninguna
parte.
PP y PSOE están
tocados, están escocidos, y lo peor es que no se quieren dar cuenta de que la
gente normal, esa que representa a la gran mayoría de la sociedad, y no las
minorías a las que siempre han parecido hacer más caso según el partido
(empresarios, sindicatos, artistas, LGBT, etc.), no estamos en chorradas, que
lo único que queremos es que haya sanidad universal de calidad, que la
educación sea laica, libre y gratuita para todos, y que nuestro bienestar
social siempre vaya en aumento. ¿De verdad cree el PP que nos vamos a creer que
España es el país que más crece y que ya estamos bien? Sí, somos los que más
crecemos......en paro, pobreza, desigualdad, emigración, etc. ¿De verdad se
cree el PSOE que diciendo constantemente que el PP son los malos y hablando de miembros
y miembras va a volver al poder? Mal van por ese camino. Mal val también si
creen que la sociedad se chupa el dedo y que partidos como Podemos o Ciudadanos
son un peligro. En el fondo es probable que sean un peligro, sobre todo para
los que siempre han estado ahí gobernando, porque ven que sus puestos y
privilegios auto impuestos están a punto de acabarse, y es posible que se
tengan que buscar la vida fuera de la política (sin tener oficio conocido, o sin haberlo ejercido nunca).
No sé realmente
cómo se desarrollarán los acontecimientos en la vida política en los próximos meses,
pero sí sé que si PP y PSOE siguen así (y me duele más por el PSOE que por los
otros miserables, necios y majaderos) van a llevarse un portado en las narices,
una buena ostia para decirlo mal y pronto. Pero si con esa ostia se va a
conseguir que abran los ojos, que se vuelva a hacer política de nivel, que sean
los mejores los que lleguen a dirigir la sociedad (y no gente como Leire Pajín,
Bibiana Aído, Ana Mato, Fátima Báñez, José Blanco, Rodrigo Rato, Alfredo
Granados, Manuel Chavez, etc.), que se demuestren unos grados de ética pública y moral fuera
de lo común para que puedan ser ejemplo para el resto de la sociedad, que al
primer indicio de duda o mancha a nivel personal en cuando a conducta se tomen
medidas (ya que por mucho que haya presunción de inocencia en este país y tenga
que prevalecer por encima de todo, un juez o la policía no investigan si no hay
verdaderos indicios de pufo), que nadie haga de la política su medio de vida y
que ésta no sirva como trampolín profesional para nada, algo habremos ganado.
Pero hasta que
esto no pase seguiré sintiendo vergüenza de ver y escuchar a nuestros políticos.
Y seguiré sintiendo una especie de mezcla de pena y asco por la clase política
que se cree intocable y que trata a sus conciudadanos como niños pequeños, con
prepotencia y arrogancia. El problema es que siempre habrá quiénes voten a estos políticos, gente con orejeras que sin criterio alguno votará siempre al partido que siempre ha votado y lo seguirá haciendo como las ovejas siguen al pastor por muchos palos que les den y por mucho que siempre acaben en el mataderos. Por eso quizá lo único que se puede hacer es gritar: ¡Vergonzosa política!
Caronte.
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