jueves, 5 de junio de 2014

Tiempo incesante

Hay veces que me gustaría poder volver atrás en el tiempo hasta el momento de comenzar la universidad. Tan sólo unos años, nada más, no querría ni siquiera ir mucho más atrás como para revertir el error de haberme metido en mi carrera. No pido tanto, sólo poder irme atrás unos años, a primero de carrera por ejemplo, para poder cambiar algunas cosas, para rectificar errores, para coger otros caminos. Me gustaría volver a empezar sobre todo mis relaciones con mis amigos y compañeros de clase, para poder no cometer los errores que me han llevado a una situación actual en la que no siempre estoy cómodo y a gusto, no ya con la carrera, algo que sólo se podría remedir viajando mucho más atrás en el tiempo, sino en general con todo. Volvería atrás en el tiempo para cambiar mi relación con una persona en particular, y mejorarla con muchas otras con las que cometí injusticias por aquella otra.

No soy alguien perfecto, como casi ningún ser humano que pise la tierra, lo sé y lo reconozco. No me gusta cómo me estoy comportando con una persona, pero si no me comportara así tampoco sería sincero conmigo mismo. No soy la mejor persona que hay en mi escuela, a veces me doy vergüenza a mí mismo de cómo me comporto con a quien una vez consideré un gran amigo. Hubo algo que pasó en algún momento, algo que tuve que hacer mal, rematadamente mal, para ser ignorado, casi despreciado, como lo fui por esa persona. Quizá la falta de costumbre a la hora de tener amigos me llevó a cometer muchos errores, a ceñirme a una persona y a minusvalorar a otras que sí se lo hubiera merecido más. Por eso querría volver atrás en el tiempo, para enmendar esos fallos. Pero el tiempo tiene numerosos defectos, y uno de los peores es que no se puede volver atrás, lo vivido, vivido está, lo pasado ya está olvidado, lo que se hace queda hecho y no se puede deshacer, lo que se dice se lo lleva el viento, lo que se dice queda grabado a fuego en el corazón, lo que se dice se puede guardar en la mente para cuando se pueda usar lo dicho por una tercera personas en beneficio de uno mismo. El tiempo es incesante, no para, por nada ni mucho menos por nadie. Puede que a veces pensemos que el tiempo no pasa, que no corren los minutos, sobre todo cuando estamos con personas a las que queremos y con las que estamos a gusto, pero también puede ocurrir todo lo contrario, y en las mismas situaciones el tiempo parece volar y apenas podemos darnos cuenta de que ha pasado. Pero el tiempo nos hace pensar, nos hace reflexionar sobre lo que hacemos y ya es pasado, sobre lo que decimos cuando es tarde ya para callarlo. El tiempo no espera a que pensemos qué hacer con él, el tiempo da por supuesto que el ser humano sabe que no se va a parar por nada, y que no se puede volver a ayer para callar lo que se dijo y luego se pensó mejor no decir, el tiempo no vuelve varias días atrás para darte la oportunidad para estudiar más un examen que a la postre cuando lo haces te das cuentas que no lo llevabas tan bien. Hemos de asumir ese pasar constante del tiempo y saberlo aprovechar, pero somos seres humanos y eso es imposible, sólo los muy fríos de corazón, las personas que más que seres humanos son autómatas son capaces de controlar el tiempo de sus palabras y sus actos, pero estas personas son antinaturales.

Con tan solo volver a primero de carrera me hubiera ahorrado heridas en mi corazón. Heridas que el tiempo debería haber podido ayudar a curar, a cicatrizar, pero que sólo ayudó a seguir manteniendo abiertas, y a abrirlas una vez parecían cerradas. Si pudiera volver a aquellas primeras jornadas de clase, cuando todos los compañeros nos estábamos empezando a conocer y a aclimatar al nuevo ambiente que iba a ser nuestra casa para los siguientes años; si pudiera volver a esas primeras semanas de primero hubiera hecho las cosas de manera muy diferente. Pero no se puede volver atrás, lo que hice hecho está, lo que no hice no lo recuerdo y no lo haría por alguna razón, muy probablemente estúpida pero como no está hecho no se puede saber. No me arrepiento de lo hecho, o sí y es por eso por lo que volvería a aquellos primeros días. Recuerdo bien quien fue la primera persona con la que hice migas, cómo podría olvidarla, resultó que no sólo era del mismo pueblo que yo sino que además éramos familia, si bien es cierto que lejana, pero familia al fin y al cabo. Esto no lo cambiaría por nada del mundo, si no hubiera conocido a esta persona, la primera amiga que tuve en la universidad, no hubiera tenido a nadie con quien pasar las primeras semanas porque soy una persona muy tímida e introvertida a la hora de relacionarse con la gente. Tampoco volvería al pasado para no conocer a quien más adelante también conocí y que ahora, y a pesar de que no siempre me haya portado bien con él ni de que le haya tratado siempre como realmente se merecía, es uno de mis mejores amigos (aunque a veces me amenace con un cúter que lleva siempre consigo en el estuche, amenazas que por otra parte quizá me merezca). Sí cambiaría cómo con los años les traté a ambos, después de haber sido las primeras personas con las que pasaba aquellos primeros días duros de universidad, de no saber qué nos estaban contando en clase, de no enterarnos de nada, de mucho trabajo y estudio; sí cambiaría el trato que en ocasiones no les di por dárselo a esa otra persona a la que consideré más mi amigo. Si pienso en ello, ni yo mismo soy capaz de reconocerme, no sé por qué actué así, no sé por qué hice de menos a esas dos grandes personas, los primeros amigos de la universidad, no sé cómo pude comportarme así con personas que me dieron su amistad y que luego estuvieron cuando más lo podía necesitar dándome siempre una palabra de ánimo, prestándome su apoyo.

El tiempo jugó en mi contra como tantas veces suele hacer, nunca nos va a dar un segundo para nosotros, nunca nos va a avisar de cuándo va a correr o cuándo va a ir un poquito más despacio. Tampoco nos va a recordar en cada momento que una vez que pase no volverá a hacerlo, cuando un instante se esfuma no hay posibilidad de recuperarlo, sólo nuestro recuerdo si lo ha grabado, o nuestro corazón si lo ha sentido podrán revivirlo de manera vaga en el futuro. El presente mismo es pasado en el mismo momento que está pasando; el futuro es pasado ya, y el segundo que está por venir en un segundo será pasado también. No nos damos cuenta de si las decisiones que tomamos en un momento son acertadas o no hasta pasado un tiempo, a veces años, otras muchas justo en el momento de tomar una decisión, de hacer algo, de decir algo, de callar algo, nos damos cuenta de que hemos hecho bien o mal. Pero una vez hecho, dicho o callado algo pasa a estar hecho, dicho o callado, y ya no hay posibilidad de hacerlo, decirlo o callarlo, porque el momento preciso se fue, es pasado, y en el pasado no podemos ni hacer, ni decir, ni callar nada. Por eso volvería al pasado, para poder hacer y no hacer algunas cosas, para poder callar sosas que dije y decir cosas que callé. Volvería al pasado para poder demostrar a la gente que realmente merece la pena la amistad que no les demostré en su día.

Pero el tiempo también permite rectificar si uno se da cuenta del error cometido. A veces incluso esa rectificación llega por la fuerza, sin querer que llegue, incluso duele darse cuenta de una realidad de la que eres el único que ha estado ciego y no ha sabido ver. El tiempo nos da tiempo para cambiar las cosas, para darnos cuenta de cómo es la gente tanto la que realmente merece la pena, esa que te demuestra que son tus amigos estando ahí cuando más lo necesitas, esa que nunca te ha reprochado nada cuando crees que había muchas cosas que reprocharte, esa que aunque a veces la hayas tratado como no se merecen te perdonan o no lo tienen en cuenta. Pero el tiempo a pesar de su incansable pasar, también nos permite descubrir cómo es esa otra gente que un día pensaste que era buena, esa persona a la que quisiste como un gran amigo, a la que consideraste como si fuera un hermano tuyo, esa personas que pensabas era de una manera aunque en el fondo nunca lo demostró, o muy sucintamente, muy superficialmente, pero que gracias al tiempo descubriste que no era ni de lejos como pensabas que era, sino más bien todo lo contrario. Al menos esto tiene de bueno el tiempo, que gracias a su pasar se pueden descubrir cosas, darte cuenta de cómo son las personas, ver cambios en ellas, no de manera inmediata porque cuando pasa el tiempo no nos damos cuenta, pero sí cuando ha pasado y piensas y recuerdas palabras dichas y calladas y cosas hechas y omitidas. El tiempo permite a veces pararte a pensar en los instantes pasados, a veces nos regala momentos en los que claramente nos incita a recordar, a mirar al pasado, y sólo así podemos comparar con lo que vivimos en el momento presente. Y sólo comparando podemos darnos cuenta de qué hemos hecho bien, y qué mal, que dijimos que no deberíamos haber dicho y qué hicimos bien en decir. Sólo con esos momentos de mirar al pasado podemos ver cómo ha cambiado una persona, cambios que quizá eran muy evidentes en el momento que pasó pero de los que no nos dimos cuenta, o no nos quisimos dar cuenta, como es probable que a mí me pasara con la persona a la que quise como un hermano. Éstas son dos de las caras del tiempo, una la que nos impide darnos cuenta de que un momento presenta es ya pasado en el momento que pasa; otra, la que nos permite de vez en cuando pararnos a mirar en el pasado, avisándonos de momentos ya vividos; una la que nos hace no ver cosas en el momento que pasan por delante nuestro; otra, esa que nos permite volver a ver esas cosas más nítidamente que cuando pasaron.

Por esta doble cara del tiempo no me di cuenta de cómo era esa persona hasta que el daño ya estaba hecho, cuando ya era tarde para mirar atrás con calma y reaccionar. La reacción vino de forma súbita e inesperada, o quizá no de manera tan súbita, quizá había una pequeña parte de mí (en mi cabeza) que me decía que esa persona no iba a ser buena, que había algo raro que podía llegar a hacerme mucho daño. Pero yo esto no lo quise ver, no suelo permitir que sea mi cabeza la que dirija mis sentimientos hacia las personas, es un error que eso sea así, prefiero que sea mi corazón quien me diga una cosa o la contraria, y quizá fuera esa actitud que he intentado mantener siempre la que me negaba una realidad que mi cabeza sí estaba viendo. No quise ver con mi razón. Pero el tiempo, como he dicho, da de vez en cuando esas oportunidades para mirar al pasado; sin embargo hemos de ser nosotros quienes las aprovechemos porque si no pasarán y ya no volverán hasta no se sabe cuándo. A veces el tiempo es generoso y cuando quiere que nos demos cuenta de algo que nos puede hacer mucho daño nos da una bofetada en la cara, o un pañetado en la parte alta del vientre, o donde más duela, quizá aliado con el destino, para sacarnos de nuestra gilipollez, y volvernos al mundo real, para que nos demos cuenta de las cosas tal como están pasando, y de cómo son las personas. El tiempo hace que las personas se quiten la máscara, hace que terminemos por ver cómo son de verdad, y como dice el dicho el tiempo termina por poner siempre en su sitio a cada uno, el tiempo es justo aunque a veces nos parezca que no lo es, sino más bien todo lo contrario.

Es cierto que me gustaría volver al pasado, retroceder unos años en el tiempo para cambiar mi relación con una persona en particular, sin embargo no sé qué cambio daría, qué haría para que a día de hoy no sienta hervir mi sangre cada vez que lo tengo que ver; me gustaría no sentir ni odio ni rencor hacia él, ya que nunca he sido así, me avergüenzo de mí mismo por sentir esto, pero sale de mi corazón, y aunque me cabeza me haga arrepentirme de lo que pueda decir o hacer en el momento en que lo digo o lo hago, mi corazón siente que tiene que decirlo o hacerlo. No soy fuerte. A veces puedo llegar a controlar mis sentimientos, ser frío, pero otras muchas no es así, y con mi comportamiento no sólo me perjudico yo, o hago que la gente piense que soy como realmente no soy, sino que también sé que hago que la gente que me rodea, mis amigos que también son amigos de esa otra persona se puedan sentir incómodos. No sé si volvería al pasado para cambiar mi trato con esta persona o para evitar conocerla del todo, porque en el fondo sigue siendo la misma persona que conocí en primero aunque yo me haya dado cuenta de su verdadera forma de ser años más tarde cuando tras haber confiado en él, y haberle considerado como alguien en quien me podía apoyar en momentos difíciles, llegado el momento me falló, me decepcionó, y no una vez sino varias, pero no quise verlo hasta que el tiempo me dio una patada en la entrepierna para que de una vez por todas cuanta de cómo era en verdad ese al que tanto apreciaba e hiciera caso por fin a aquello que sí le habían calado desde el principio. El tiempo no suele avisar de manera tan radical, pero a veces se apiada de la gente y se permite un momento de descanso para avisar, aunque sea de mala manera de que si se sigue por un camino se puede terminar acabando muy mal.

En el fondo, el tiempo esto lo hace para ahorrarse trabajo, porque cuanto más tiempo hubiera seguido erre que erre, sin darme cuenta de cómo era esta persona, de que no podía ser amigo suyo, porque en el fondo vemos y sentimos las cosas de manera muy diferente, no por culpa suya o mía, sino porque simplemente hay cosas que no pueden ser y quizá ésta sea una de ellas; o simplemente porque nuestros conceptos de amistad son diferentes, nuestra manera de sentir y querer es diferente, a mí me gusta querer a la gente y un amigo mío siempre está en el corazón de manera desinteresada, y quizá él a la única persona a la que quiera sea al él mismo, o ni tan siquiera a él mismo. El tiempo prefiere dar estos golpes a las personas aunque en el momento sean muy dolorosos, a tener que curar con posterioridad heridas muy profundas y de muy complicada sanación. Con el paso del tiempo las heridas que nos hacen las personas en el corazón terminan curando, o más bien dejan de doler lo que dolían al principio. Una herida casi nunca con sentimientos de por medio nunca termina de curar, podrá cerrarse, podrá cicatrizar pero siempre quedará dolor en el momento en que recordemos lo que nos la provocó, o a quien nos la produjo. Como quien está operado de la cadera y tiene una prótesis, sabe que el tiempo va a llover o a hacer más frío porque le duele la cicatriz de la operación; como quien ha tenido un accidente con el coche en una curva de una carretera y se rompió varios huesos de su cuerpo, a pesar de haber curado del todo cada vez que pase por esa curva recordará todo el dolor que sintió, el corazón siempre recuerda el daño que le infligen. El tiempo ayuda a que ese daño vaya a menos cada momento que pasa, pero nunca lo va a terminar por borrar; una persona que de niña tuvo un perro que murió atropellado, por muchos perros que tenga siempre recordará ese primero que murió trágicamente. Igual pasa con las personas por muchas personas que pasen por nuestra vida sólo por unas pocas sentiremos cariño y sólo a unas pocas llamaremos amigos, y por tanto si una de esas personas a las que has querido y has llamado amigo termina por hacerte daño, por mucho tiempo que pase siempre quedará un recuerdo, tanto de lo bueno que se haya podido vivir con esa persona - que será lo que más termine doliendo -, como de lo malo - que será quizá de lo que más nos terminemos arrepintiendo-, y el tiempo solo podrá hacer que la herida cicatrice pero sólo la distancia y la ausencias terminarán por curar una herida. Tiempo y ausencia se necesita para que el dolor se termine atenuando, si sólo hay tiempo el dolor puede enquistarse y eso es lo peor que puede pasar, porque es entonces cuando un sentimiento puede mutar radicalmente y ser todo lo contrario, se puede pasar de querer a una persona a odiarla, de tenerla como un gran amigo a no poder ni siquiera verla, de intentar ayudarla y desearla lo mejor, a alegrarte de que algo vaya mal. Aquí también el tiempo juega un doble papel, puede por un lado ayudar a olvidar, pero por el otro puede fijar un recuerdo en lo más profundo de nosotros mismos haciéndolo imposible de borrar, enquistándolo.

Sabiendo que no se puede volver a vivir lo vivido, que el pasado no se puede modificar y que nada podemos hacer por cambiar lo que hayamos hecho mal más que intentar olvidarlo, o al menos llevarlo a lo más profundo de nuestra mente para no recordarlo; me gustaría que el tiempo me diera la oportunidad de poder saber porqué las cosas han tenido que ir como han ido, cómo ha sido posible que alguien a quien yo consideraba un amigo, un muy buen amigo y a quien he querido como un hermano, ahora lo único que sienta hacia él la mayoría de las veces es odio, y un rencor que está anclado en lo más hondo de mi ser. Muchas veces me siento mal, me gustaría volver atrás para poder enmendar los errores que haya podido cometer como amigo suyo, pero otras veces, últimamente la mayoría de ellas, lo que me gustaría es no haberle conocido nunca porque así podría haber dado más a esas otras personas que sí se lo merecían, con las que celebré mi último cumpleaños en Toledo por ejemplo, con las que comparto taquilla, con la que está de Erasmus en tierras bávaras. Pero no fue así y por lo tanto no es así. Soy afortunado porque esas personas siguen siendo mis amigas y porque nunca me han echado en cara nada, aunque me lo mereciera. Soy afortunado de tener tan buenos amigos que me dicen a veces lo que no quiero oír, que me reprenden cuando hago algo que consideran que no es propio de mí o que no me convenía haber hecho. El tiempo, ahora mirado con perspectiva futura, me permitirá redimirme con estos amigos y demostrarles lo mucho que he valorado y valoro su amistad; espero que el tiempo sea por una vez generoso y me permita tener durante muchos años a estos amigos que ahora tengo, y vivir con ellos muchos momentos, hacerlos pasado y poder hablar de ellos en el futuro. Espero que el tiempo también me permita alguna vez tener una conversación con esa otra persona para al menos poder comprender algunas cosas que todavía sigo sin entender, para pedir perdón si es necesario que lo haga, porque a mí nunca me ha faltado valor para arrepentirme de algo que sé que he hecho mal o de algo que haya dicho con mala intención, nunca he sido tan orgulloso ni tan prepotente como para no reconocer mis equivocaciones, sé que en los últimos tiempos, en el año que llevo sin hablar con esta persona, he cometido muchos, de los que no me siento para nada orgulloso, he hecho y he dicho muchas cosas de las que seguro habrá un día que me arrepienta de ellas, o quizá todo lo contrario, porque podré ser todo lo que se pueda ser pero tonto no, y una cosa es que sepa que yo he podido errar y lo asumo, pero él también ha errado y quiera o no me ha hecho mucho daño negándome el apoyo que un amigo suele dar, en un momento de mi vida en que lo estaba pasando mal y en el que tenía una crisis fuerte personal. Soy capaz de perdonar muchas cosas y quizá también hubiera sido capaz de perdonar otra vez, pero otra vez el tiempo juega en contra (para mí también por supuesto) y hace que lo que un día podría haber sido perdonable ya no lo sea.

No soy tan necio como para pensar que las cosas puedan a cambiar, tampoco sé si quiero que cambien, simplemente me gustaría que el ambiente fuera diferente y al menos como personas normales nos pudiéramos saludar cuando nos viéramos por los pasillos de la universidad, sé que esta persona y yo no vamos a ser amigos nunca, que no voy a quedar a tomar algo o para ir al cine con él, para eso tengo a mis amigos de verdad, a los que aprecio y los que supongo me aprecian; pero a pesar de todo lo pasado y de que el tiempo seguirá incesante su camino hacia el futuro para hacerlo presente y luego convertirlo en pasado, me gustaría saber por qué todo ha sido así, me gustaría tener una respuesta, aunque a veces no la haya. Espero que en mí caso el tiempo termine por curar una herido, o al menos que haga que no sea tan dolorosa como a día de hoy es; espero que en mi caso el tiempo diluya este problema y convierta en mera experiencia vital, en un mal recuerdo de la universidad, en vez de enquistarlo en lo más profundo de mi ser y sea entonces muy complicado eliminarlo sin excesivo dolor y esfuerzo. Pero el tiempo que a cada uno se le es dado siempre es incierto y hemos de ser capaces de vislumbrar las oportunidades que entraña para saber aprovecharlas en nuestro beneficio, y eso el tiempo no lo dice. Pero aún a pesar de todos los trucos que el tiempo por viejo sabe, sólo los seres humanos tenemos la capacidad para hacer con él lo que queramos, incluso desaprovecharlo si esa es nuestra voluntad. El tiempo dado a cada persona es caduco, pero esa fecha de caducidad a diferencia de lo que pasa con los yogures o una lata de refresco, no la sabemos y por tanto hemos de ser nosotros mismos los que decidamos consumir todo el tiempo que se nos hadado antes de la fecha de caducidad porque después ya no habrá oportunidad, el tiempo habrá pasado y seguirá pasando. Y esto es lo que hará el tiempo en mi caso también, pasará, y lo hará sin preocuparse de si he resuelto los problemas que pueda tener, o de si he encontrado las respuestas que estaba buscando, no será misericordioso (si es que la misericordia, por ser característica divina, existe) ni conmigo ni con nadie, y si alguna vez es justo, tampoco mostrará misericordia con la persona con la que a día de hoy no me hablo. El tiempo juzgará al final cómo hemos aprovechado las oportunidades que nos dio y cómo despreciamos otras, o por qué no quisimos verlas.

Caronte.


No hay comentarios:

Publicar un comentario