martes, 1 de marzo de 2016

Vergüenza cervantina

A nadie se la habrá pasado el hecho de que estamos en 2016, que no tenemos gobierno electo pero sí en funciones, que el Real Madrid ha perdido la Liga y que no sabe a qué juega si es que juega a algo ni que el invierno que está a punto de acabar no ha sido invierno sino más bien una fría primavera en la que los almendros y otros árboles de floración temprana se han adelantado casi un mes y ya han florecido. Nadie habrá obviado estos hechos, y sin embargo desde mi punto de vista en España este año se conmemora un hecho fundamental no ya solo para la cultura de nuestro país de la que nos deberíamos que sentir más que orgullosos, sino para el conjunto de los castellano-parlantes: la muerte de Don Miguel de Cervantes Saavedra. Seguro que muchos habréis pensado que me estaba refiriendo a algo mucho más importante y al daros cuenta de a lo que me voy a referir en este artículo dejéis de leer inmediatamente; allá vosotros con vuestra conciencia y vuestra soberana incultura.

Miguel de Cervantes (en este artículo será o Don Miguel, ya que quizá es y será el único hombre con ese nombre que podrá ser referido universalmente siempre con dicho título de distinción y respeto, o Cervantes a secas, según me dé) murió en el mes de abril de 1616, es decir, justo hace cuatro siglos. Ahí es nada. Sé que hay gente que este dato le dará totalmente igual, y a la que le dejará completamente indiferente, pero a mí no. Las figuras como Cervantes siempre merecen hueco en la cultura de un país y más aún en fechas tan importantes como el cuatrocientos aniversario de su muerte.

La figura de Don Miguel no es una figura cualquiera en la cultura española. Miguel de Cervantes ha sido, es, y será siempre una figura literaria universal, que ha traspasado, traspasa y traspasará (aunque a muchos les pese) nuestras fronteras. Cervantes no pertenece únicamente a España, como sí lo hacen otras figuras de la historia cultural española, sino a todo el mundo. Don Miguel es una de esas personalidades que están presentes en el estudio de la literatura universal en todos los rincones del planeta. Desde Reino Unido hasta Nueva Zelanda, desde la Tierra del Fuego hasta la Península de Kamkatcha, desde la ciudad más cosmopolita de los EE.UU., hasta el pueblo más perdido y tradicional de Japón. Quizá he exagerado un poco pero la figura de Cervantes y la ocasión merecen la pena.

Pero España es diferente a todo. Siempre lo hemos sido y siempre lo seremos. Da igual que Don Miguel naciera en una de las ciudades más bellas y hermosas de España, Alcalá de Henares, da igual que pusiera en el mapa una de las regiones más solitarias y áridas de nuestro país como es La Mancha. Da igual todo. En España hemos tratado siempre mal a quienes nos han  puesto en el mundo, a quienes han hecho que se conozca nuestro país, nuestra lengua y nuestra cultura allende los mares. Nunca nos ha importado la cultura ni sus figuras más relevantes fuera cual fuera su ámbito: literatura, escultura, pintura, cine, teatro, etc. En España solo nos preocupamos por la fiesta, por el alcohol, por inventarnos alguna celebración para no trabajar, por el sol y la playa, por ver el fútbol y que nadie nos lo toque, por estar al día de la vida de los demás (famosos si puede ser), de insultar al vecino, de envidiar al amigo y de nosotros mismos de manera individual olvidándonos de que formamos parte de un país riquísimo en muchos ámbitos.

Cervantes está siendo olvidado, menospreciado, condenado al ostracismo, tachado de antigualla y de vestigio del pasado. Ya han pasado dos meses desde que empezó este 2016 y no hay noticia alguna de los actos que todo país orgulloso de su pasado, su historia y su cultura estaría celebrando o a punto de celebrar por todo lo alto. Pero ya he dicho esto es España. La sociedad no va a exigir que se haga nada especial, que no se gaste ni un euro en conmemorar a un muerto por mucho que ese muerto sea de la talla de Cervantes, a menos que corra la cerveza y la comida y haya fiestas y días de vacaciones por ese hecho. Es vergonzoso que no haya nada preparado para conmemorar la muerte de una de las figuras más grandes de la historia de la literatura universal, cuya obra magna, “El Quijote”, ha sido traducida a más idiomas que cualquier otra obra de ficción exceptuando la Biblia. A los españoles les da igual todo esto, pero es que al gobierno de la nación mucho más.

Pero qué le vamos a pedir a un gobierno de derechas, cuando dicha ideología en España siempre ha sentido verdadera alergia por todo lo que sonora a cultura e intelectualidad. Una ideología analfabeta por norma general, aunque siempre ha habido excepciones como en todas las malas familias, que tacha de izquierdas todo aquello relacionado con la cultura, y que considera como rojos a todo el mundo que dedique su vida a crear algo hermoso para ser disfrutado por el resto de la humanidad. No entiendo tanto desdén a la cultura por parte de la derecha política española a no ser que estén acomplejado por ver que pocos intelectuales y artistas (en el término más amplio de esta palabra tan denigrada por los poderes mediáticos conservadores) comulgan con sus ideas.

El actual gobierno en funciones del PP, encabezado por Mariano Rajoy y secundado por ministros tan ilustres e ilustrados como Fernández Díaz, Montoro, Báñez y anteriormente por el gran intelectual de este país Wert, lleva despreciando la cultura española desde que llegó al poder y decidió subir los impuestos a todo lo que tenía que ver con ella, ignorando que intentar recabar dinero de aquella gente que va al teatro o al cine para intentar ser un poco mejor persona lo único que consigue es generar analfabetos. Pero quizá esto es lo que pretender: ampliar su base de votantes para así poder seguir gobernando durante muchos años sin que nadie les tosa y sin que nadie se cuestione de verdad lo que hacen.

Este gobierno ha ignorado desde el principio la cultura y lo sigue haciendo ahora en funciones. Pero Don Miguel sigue expectante. Y así creo que seguirá. Sólo en los últimos días parece haber algo de movimiento en todo lo relacionado con los eventos que se van a realizar para conmemorar y recodar la figura de Cervantes, pero esto es así básicamente porque organizaciones como la RAE o el Instituto Cervantes, así como muchos intelectuales de este país se han empezado a movilizar para exigir que desde las instituciones públicas se haga algo, que se empiecen a mover los hilos de un año que debería estar lleno de actos, celebraciones, exposiciones, charlas, congresos, conferencias y ferias literarias que centraran su actividad en la figura de este español universal que sin saberlo dio al mundo una de sus referencias culturales clave.

Personalmente no tengo esperanza alguna de que se pueda recomponer algo que parece más improvisado que realmente reflexionado y preparado durante muchos meses. Siento vergüenza de mi gobierno (si es que podía llegar a sentir más todavía). Pero lo que para mí es más grave aún, es que también siento vergüenza de los españoles, de mis propios conciudadanos. Entiendo que un gobierno como el del PP no tenga la más mínima voluntad de celebrar algo de este calibre sabiendo que congregará a decenas de intelectuales que no dudarán en criticar y dar palos al gobierno y de sacarle los colores (algunos en el PP saldrían inmediatamente a contestar a dichos intelectuales tachándoles de izquierdosos e hipócritas, incluso de defraudadores de hacienda y caraduras). Sin embargo lo que no acabo de entender es cómo la sociedad española no se indigna por este hecho. Y mientras tanto Cervantes seguirá esperando.

Para mayor inri y vergüenza del gobierno español y de España en su conjunto, este 2016 también se celebra otra efeméride igual de importante: también se cumplen 400 de la muerte de William Shakespeare. Y digo esto porque el gobierno de Su Majestad la Reina Isabel II del Reino Unido sí tiene un plan preparado durante meses por no decir años que ya lleva ejecutando desde el primer día de este año y que su primer ministro, David Cameron, por cierto de la misma familia política que Mariano Rajoy, anunció lleno de orgullo durante su discurso de año nuevo. Me gusta mucho el RU, pero no envidio ni su cultura, ni su estilo de vida, ni su sociedad. Sin embargo sí envidio el hecho de que saben recordad a sus figuras más importantes. A los ingleses no les molesta ni les incomoda conmemorar la muerte de sus compatriotas más célebres. Los ingleses no sienten esa especie de envidia e inquina que desde tiempos inmemoriales se instaló en la sociedad española y que desde entonces corre por nuestras venas.

En España parece como si envidiáramos que Cervantes sea reconocido en el mundo entero y sea tachado de español. Mientras tanto en RU sienten todo lo contrario. ¿Pero qué podíamos esperar de un país como España que ni sabe dónde está enterrado su escritor más universal, y que solo lo busca con ahínco para que una alcaldesa nefasta que ama las “relaxing cups of café con leche” se haga la correspondiente foto al final de su mandato para que se la recuerde como paladín de la cultura y de un orgulloso pasado? Los ingleses sin embargo saben bien donde pueden ir a dejarle flores a William Shakespear, ni más ni menos que a la majestuosa e imponente Abadía de Westminster al “Poet’s Corner” (para Ana Botella “El rincón de los poetas”).

La diferencia entre la sociedad inglesa y la española estriba en el hecho de que ellos no se avergüenzan de su pasado sea cual sea. En España sí y ese creo que es el problema que tenemos en este país. Cada vez que hablamos de algo que tiene que ver con el pasado se nos pone la piel de gallina y un escalofrío nos recorre la médula espinal como advirtiéndonos de que entramos en terrenos pantanosos. ¿Qué culpa tiene Don Miguel de que en España a día de hoy no sepamos mirar hacia atrás y darnos cuenta de que nuestra historia, a veces triste y dolorosa, es una historia en común muy poderosa que se remonta muy atrás en el tiempo? Ninguna, pero lo estamos pagando con su figura.

Cervantes es quizá la figura española más conocida en el mundo. No estoy hablando del mundo de bajo nivel intelectual, de los analfabetos del siglo XXI que solo viven de ver la televisión, sino de ese mundo cultivado, que ve en la cultura la única herramienta de progreso. Don Miguel es una figura universal de la que los españoles nos deberíamos sentir más que orgullosos, pero que por desgracia parece que queremos esconder y no mostrar para que nadie se sienta mal. No lo entiendo, y por más que pienso en alguna explicación que pueda tener algún argumento de peso para defenderla, no la encuentro. ¡Hasta los ingleses van a conmemorar también la figura de Miguel de Cervantes durante su Año Shakespeare! No entiendo cómo no se nos cae la cara de vergüenza. Bueno sí que lo entiendo pero quizá es mejor que no piense en ello para no deprimirme aún más.

Sé que escribo todo esto por tener quizá más sensibilidad que la mayoría a toda expresión cultural, en especial al mundo de la literatura. Pero aun así me parece indignante, por no decir indecente, que no se haga nada para honrar la figura del padre de “El Quijote”. Creo que los españoles no nos damos cuenta, ni tampoco valoramos, la magnitud de la figura de Don Miguel a escala universal. Preferimos sentirnos orgullosos de que la selección española de fútbol haya sido campeona del mundo en 2010 que tener a uno de los más grandes escritores de la historia de la literatura. Es más, la consecución del Mundial de Fútbol se recordará periódicamente siempre can actos y celebraciones por todo lo alto, mientras que la conmemoración de los 400 años de la muerte de Cervantes pasará desapercibida a no ser que conlleve como dije al principio días de fiesta, cerveza y comida gratis.

A nivel personal no me resigno a que la figura de Miguel de Cervantes pase desapercibida. No me resigno a constatar que nadie en este país mueve un solo dedo para que se recuerde como es debido la persona del creador de “El Quijote”, entre otras muchas obras, eclipsadas todas ellas por la magnitud y relevancia de aquélla. Pero me tengo que resignar a que en este país ocupen más portadas de periódicos y minutos en la información de los telediarios de ámbito nacional lo que ocurre en Venezuela, lo mala y diabólica que es Manuela Carmena con sus Reyes Magos de mercadillo y sus titiriteros pro etarras, y lo bueno que sería para la estabilidad y el bienestar de España que Mariano Rajoy con su nivel intelectual y cultura siga al frente del gobierno, que las celebraciones y los actos del Año de Cervantes.

No me he leído “El Quijote” lo que sin duda servirá como argumento para quien quiera criticarme y llamarme hipócrita; pero no creo que haya que ser un experto en arte para saber por ejemplo que La ronda de noche de Rembrandt es uno de los cuadros más importantes de la pintura flamenca. No me siento orgulloso de no haber leído la obra cumbre de las letras españolas, sino más bien todo lo contrario, pero sí sé que si España y los españoles no somos capaces de conmemorar y recordar cómo se debe la figura de Don Miguel de Cervantes Saavedra en el 400 aniversario de su muerte estaremos cometiendo un error histórico que algún día se calificará como “vergüenza cervantina” del que no nos arrepentiremos nunca (o quizá sí, en España todo es posible).

Sólo espero que ya que estamos ya en marzo no se tarde mucho más en empezar a recordar a Cervantes. Don Miguel lo merece. Como merece que ayer mismo en TVE la serie El Ministerio del Tiempo, le rindiera un homenaje más que digno, quizá el primero que se hace en su año, con un capítulo repleto de comedia, en el que se recordaba la figura de Cervantes y lo que “El Quijote” ha supuesto, y de hecho todavía supone, para España, y del que el propio autor se hubiera reído y habría disfrutado como un niño con zapatos nuevos. Todavía estamos a tiempo se salvar lo que ya ha comenzado como vergüenza, aunque solo sea por superar a los ingleses en su conmemoración de Shakespeare. Ojalá Cervantes tenga el año que se merece.

Caronte.

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