viernes, 27 de mayo de 2016

Una Feria del Libro un tanto especial


Ya ha pasado todo un año desde la última edición de la Feria del Libro de Madrid. ¡Quién lo iba a haber dicho! ¡Cómo vuela el tiempo! Muchas cosas han pasado desde que el año pasado el segundo fin de semana de junio me despedí de la 74 Edición de este evento dedicado en cuerpo y alma al mundo del libro y por tanto de la escritura. Un año en el que he pasado de ser estudiante, por junio del año pasado aunque a punto de terminar todavía era un pipiolo estudiantil sin oficio ni beneficio, a estar trabajando (aunque en el mismo lugar en el que he pasado seis duros años estudiando). Un año en definitiva de cambios radicales en mi vida. Sin embargo los cambios más importantes están por venir y quizá esta 75 Edición de la Feria del Libro sea un tanto diferente por varios motivos. Pero la diferencia no tiene porqué ser mala, de hecho simplemente al ver por qué edición va ya este evento a un amante de la cultura debería hacerle sentir orgulloso. La diferencia es solo eso, diferente, cambiante, única.

Como cada año desde hace ya varios, al menos que yo recuerde ya diez, vuelvo a sentirme lleno de emoción por poder pasear de nuevo por un Paseo de Coches del Parque del Retiro atestado de gente que como yo busca libros, ojearlos, comprarlos, olerlos, y a sus autores, para conocerlos, saludarlos, exigirles cosas, pero ante todo agradecerles su trabajo. No puedo ocultar mi entusiasmo y alegría ante esta cita con los libros en el parque. Soy un apasionado de la lectura y la escritura, estoy algo enfermo supongo. Puede que sufra de libropatía aguda. Pero me da igual. Estos tres fines de semana que se presentan por delante entre mayo y junio son para mí las fechas más importantes del año. Y no estoy exagerando.

Al empezar un nuevo año no me doy cuenta, pero a medida que pasan los meses, termina el invierno y entra la primavera, voy sintiendo en mi interior las ganas y casi la ansiedad por la Feria del Libro. Espero que mucha atención que vayan saliendo poco a poco las noticas de la edición de cada año, la presentación del cartel, el país invitado, y sobre y ante todo los escritores que participarán en la Feria y firmarán sus libros. No lo puedo evitar, hay algo superior a mis fuerzas que me atrae a la Feria del Libro, es una especie de adicción. También es posible que este amor platónico y obsesivo con la Feria venga del hecho de que tampoco es que los fines de semana del resto de año sean mucho mejores en cuanto a cosas que hacer o compañía. No tener pareja ayuda a que estos tres próximos fines de semana sean los mejores días del año. Sobre todo los sábados por la tarde, aunque el año pasado por necesidades imperiosas (la firma de un libro por parte de uno de mis escritores favoritos) también fui un día por la mañana.

La Feria tiene algo especial. No sé explicarlo muy bien. Puede ser el ambiente general. Miles de personas reunidas en el Parque del Retiro no para malgastar su tiempo echados en el césped, o en el timo de las barcas, o escuchando alrededor del estanque a los diferentes individuos que a modo de juglares del siglo XXI atraen a su alrededor a decenas de personas para ver qué se cuentan o hacen. Puede ser que todavía los fines de semana que dura la Feria hace un tiempo agradable: son los días más largos del año, la temperatura todavía no es asfixiante y la amenaza de algún que otro chaparrón refrigerador siempre está presente. O puede que sea simplemente que el mero hecho de ver a tantísima cantidad de gente interesada por la cultura los libros y la literatura, estando en un país como España en el que la cultura no es que sea lo que mejor visto esté entre la sociedad, lo que me hace sentir bien caminando esquivando a la gente los días que voy a la Feria.

No soy amante de las aglomeraciones pero la Feria del Libro me encante. Además la exposición fotográfica que ponen al mismo tiempo en la zona del Florida Park es aún mejor y da más aire y ambiente a la Feria. Puede que este amor, esta pasión por este evento sea absurda, pero quizá yo también sea absurdo. Todo aquel que ame la cultura, que se considere culto o que quiera adquirir cierta cultura debe pasarse por la Feria estos días. Hay quien odia la Feria. Pues bien yo odio a esa gente; bueno quizá no es odio, pero sinceramente si me cruzara en mi vida con una persona así intentaría que saliera de mi vida lo antes posible. Quien considere que la Feria del Libro es una pérdida de tiempo y que lo único que hace es ocupar un espacio inmenso en El Retiro quitándoselo a los patinadores, a las parejas de niñatos adolescentes que no tienen nada que hacer en la vida, simplemente deberían pensar en hacerse una lobotomía, quizá se ayudarían a sí mismos y a la gente de su alrededor. Puede que haya sido algo radical en las palabras anteriores pero sinceramente gente así, que sin duda la habrá, debería no existir.

Este año además de cumplir la Feria tres cuartos de siglo se produce una coincidencia muy extraña. Es posible que este primer sábado de Feria sea uno de los sábados con menos gente de la historia debido principalmente al fútbol, ese deporte de masas más que de cerebros, aunque por suerte y para prestigio de dicho deporte también hay algún que otro aficionado de renombre en las artes y las letras españolas. Este primer sábado de Feria se juega la final de la Copa de Europa, o Liga de Campeones (me niego a usar anglicismos en un artículo como este, en vez de usar palabras en castellano que dicen lo mismo mucho mejor; siento no ser tan guay). Este año esta final, como ya pasó hace dos, vuelve a estar protagonizada, o monopolizada, por España, en concreto por Madrid. Atlético de Madrid y Real Madrid jugarán con toda el alma por conseguir o su primer trofeo o su undécimo, respectivamente.

Esta coincidencia espacio-temporal, aunque la final se juega en Milán, puede que haga que este primer sábado en que los libros inundan un parque como El Retiro, descanso antaño de reyes y nobles. Pero casi que mejor. Lo digo porque por norma general en la Feria del Libro se mezclan verdaderos amantes de la lectura y la literatura, con pseudoaficionados y simples paseantes y curiosos que solo ocupan espacio físico y no aportan nada al nivel intelectual de la Feria. Si el fútbol consigue en parte vaciar el Paseo de Coches por mí mejor, más espacio tendremos los que vamos a la Feria por devoción y casi necesidad. También es cierto que quizá hace unos años, sin ir más lejos en esa última final europea, yo hubiera sido de los primeros en no ir a la Feria del Libro un día como el de mañana, pero ya no. Hace tiempo que me desenganché del fútbol y nadie se imagina lo bien que se vive sin él.

Pero este año hay algo que dentro de mí me dice que va a ser diferente. Este primer fin de semana de Feria es muy probable que vaya con un muy gran amigo, al que quiero más de lo que probablemente querría a un hermano, y su novia. Los dos siguientes supongo que también iré acompañado, al menos uno de ellos con mis padres, casi más como tradición que porque realmente a mí me guste. En el fondo dentro de unos años, aunque esto ya hace varios que me lo digo, me gustaría ir con mi pareja, pero no hay visos de que esto vaya a ocurrir al menos en el corto plazo. A pesar de todo esto la Feria de este año será diferente porque no sé si será la última en un par de años a la que pueda asistir.

Me voy. No sé cuándo pero me voy de Madrid. Me marcho lejos, a muchos kilómetros de distancia, a trabajar, a ganarme el pan, a hacerme un futuro. Un futuro que por diversos factores, ninguno bueno, aquí no puedo encontrar con condiciones al menos dignas, sin ser explotado e infrapagado. La distancia siempre jode las cosas y adonde marcho la distancia es un punto, eso y que no es barato viajar aunque la empresa me pague cuatro viajes al año. Dejaré Madrid con pena, a disgusto, no porque realmente quiera marcharme, sino más que por otra razón por obligación. Lo peor es que no sé cuándo me voy como acabo de decir. Esa incertidumbre ahonda mi sensación de despedida de todo. Cada día que pasa puede ser el último que pase haciendo algunas cosas. Y ahora que empieza la Feria del Libro siento aún más esa sensación. Siento que quizá sí que pueda ir los tres fines de semana a la Feria de este año, pero quizá el año que viene y al siguiente e incluso al siguiente no pueda y eso me duele.

Mañana iré a la Feria del libro sabiendo lo anterior y sintiéndome raro. Mis visitas este año a la Feria tendrán sabor casi de despedida. No puedo asegurar que el año que viene pueda estar en El Retiro a finales de mayo paseando por su Paseo de Coches atestado de gente, llevando mi sombrero panamá, con bolsas repletas de libros comprados y/o llevados a propósito desde mi casa para ser firmados. No lo puedo asegurar porque no lo sé. Esa maldita incertidumbre que tienen estos viajes por necesidad, pendientes de decisiones que nada tienen en el fondo que ver con nosotros y sobre las que por tanto no podemos actuar a propia voluntad.

Me apena y me ilusiona al mismo tiempo esta Feria del Libro. Me apena porque quizá en unos años no pueda volver a recorrer sus casetas buscando los libros que previamente he decidido comprar en la Feria. Me ilusiona poder ir un año más sabiendo que después de 75 ediciones la Feria del Libro de Madrid tiene buena salud y probablemente, aunque yo viva un paréntesis de un par de años sin pisar el asfalto del Paseo de Coches, los libros seguirán ocupándolo como invasores pacíficos y buenos de un territorio habitualmente ocupado por otros asentamientos y pobladores. Aunque no pueda venir en las próximas ediciones, aunque con el tiempo futuro uno nunca puede asegurar nada y menos en mi situación actual, sé que la Feria seguirá siendo un foco cultural imprescindible en Madrid, mi ciudad. Sé que cuando vuelva a pisar la Feria ésta seguirá siendo la misma de siempre y aunque pasen varios años será como si no hubiera faltado a ninguna edición.

Aun así me es difícil pensar en la Feria de este año. 2016 está siendo un año de cambios, muchos, variados y muy rápidos. Pero la vida es un cambio constante ningún día es como el anterior, nosotros cada día que pasa somos diferentes hasta que llegado el momento desaparecemos, dejamos de ser y estar. Yo dejaré de estar en Madrid, pero nunca abandonaré esta ciudad. Dejaré de estar en la Feria del Libro quizá durante un par de ediciones, aunque si puedo hacer coincidir algunas vacaciones con algún fin de semana de Feria lo haré, pero nunca dejaré de ser una amante y defensor fanático de la Feria, los libros, la literatura, la lectura y la cultura en general. Intentaré disfrutar de esta edición de la Feria del Libro como si no hubiera otra, como si fuera un evento único que solo se produce un par de veces por generación. Disfrutaré de estos próximos fines de semana al máximo, porque esta es una Feria del Libro un tanto especial.

Caronte.

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